Ser incómoda, ser mujer
Archipiélago Reportera cultural egresada de la ENEP Aragón. Colaboradora en Canal Once desde 2001, así como de Horizonte 107.9, revista Mujeres/Publimetro, México.com, Ibero 90.9 y Cinegarage, entre otros. Durante este tiempo se ha dedicado a contar esas historias que encuentra a su andar. X: @campechita
Ser incómoda, ser mujer
Glorieta de las mujeres que luchan. Foto: Alexa Herrera/La-Lista

“La rebelión consiste en mirar una rosa, hasta pulverizarse los ojos”

Alejandra Pizarnik

“Eso no es feminismo, el feminismo es violento”, dice él sentado a sus anchas en una silla con su mirada de ‘te voy a explicar cosas’. Al encararlo y decirle que ahora resulta que nos iba a hacer el favor de aclararnos el concepto del feminismo a nosotras esbozo una mueca de sorpresa y cierta desaprobación, volvió a insistir en su idea y soltó la clásica de yo no soy machista; le dije: “claro que no, ya que tienes a tu madre e hijas”. Asentó con la cabeza y empezó a ponerse a la defensiva con el argumento de que ya no se nos puede decir nada, que días atrás le había dicho a una chica en la calle que su vestido era muy bonito y que de la nada se puso histérica, que estábamos muy mal, dijo. Yo sólo sonreí, ante ese panorama queda poco por hacer y él, muy ofendido, no nos volvió a hablar.

Lo anterior es una anécdota común en diversos círculos en los que empezamos a hablar de los derechos de la mujer, cuando sucede una marcha y las mujeres atentan contra monumentos o bien, cuando hablamos de mujeres jóvenes libres que deciden sobre su cuerpo. Últimamente también ha sucedido cuando hablamos de mujeres con discapacidad que se atreven a embarazarse; son conversaciones que la verdad no esperaría en un círculo de colegas periodistas, académicos o creativos, pero siguen sucediendo.

Hago este recuento para ejemplificar los diversos escenarios que siguen calando, los hay más violentos, por supuesto, y hablemos de ese control callado que se activa con una mirada, de levantar la voz, de someter con el uso de la fuerza y el peor de todos: los feminicidios.

Es difícil conciliar con alguien que te mira como enemiga, es difícil auxiliar desde la consigna de no te metas, en gran medida porque la persona violentada sabe que una intervención ajena trastocará el escenario y será peor, es entre muchas otras cosas el motor de una marcha y el eco de hablar de marzo como el mes de la mujer, con la firme intención de que abril, mayo, junio… también lo sean y después sea tan normal exponer una opinión, salir a la calle sin miedo o señalar eso que no nos gusta sin recibir una mueca, enojo o golpe.

Tengo 46 años y desde muy niña mi papá y mamá me escucharon y defendieron mi libertad de expresión, desde este privilegio sigo alzando la voz y abrazo las diversas causas, porque creo firmemente que un futuro mejor es posible desde la comprensión y empatía. Así he educado a mi hija, así trato de construir mi relación de pareja y, en general, mi día a día.

No es fácil, y muchas veces me convierto en la persona incómoda, pero como sabemos Roma no se construyó en un día y ahora queremos edificarla a partir del respeto.

Síguenos en

Google News
Flipboard