Promotora cultural, docente, investigadora y escritora. Es licenciada en Historia del Arte y maestra en Estudios Humanísticos y Literatura Latinoamericana. Ha colaborado para distintos medios y dirige las actividades culturales de La Chula Foro Móvil, Mantarraya Ediciones y Hostería La Bota.
Diques de poesía
Hoy, más que nunca, la poesía será defensa y antídoto, creación y solución para salvaguardar la vida.
Hoy, más que nunca, la poesía será defensa y antídoto, creación y solución para salvaguardar la vida.
y qué es lo que vas a decir
con a decir solamente algo
y qué es o que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo
Alejandra Pizarnik
Algunas mañanas el peso que oprime los párpados es tremendo, tanto que resulta casi imposible ver el amanecer. Un tiroteo escolar (otro más) ha dejado un saldo de once niños muertos en Rusia. Al menos cuatro regiones ucranianas ocupadas han llamado a referendos de secesión; Vladimir Putin ha dictaminado orden de movilización parcial de ciudadanos y planea anexionar los territorios de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón. Persiste un pesimismo global frente al cual caen los mercados financieros de prácticamente todo el orbe. En México el ejército extiende su presencia en las calles, generando una creciente preocupación por la posible militarización del país. Una manifestación feminista por el aborto libre y antirracista, genera un despliegue policiaco, por aire y tierra, como pocas veces se ha visto en el Centro de la Ciudad de México: importa más el bienestar comercial que el derecho a decidir libremente sobre el cuerpo y el reclamo por la crisis humanitaria que experimenta la nación. Los casos de violencia de género y feminicidios continúan aumentando y horrorizan a organizaciones internacionales por falta de atención del gobierno federal. Este bombardeo ocurre en los primeros diez minutos, tras el zumbido del despertador. Theodor Adorno consideraba una “barbarie” escribir poesía después de Auschwitz; cuestionaba toda validez de las categorías estéticas imperantes (al menos occidentales, pues hasta entonces el pensamiento oriental había quedado relegado de la esfera de reflexión central, tendencia que parece ahora desmantelarse con la avasalladora imposición de los mercados y la cultura popular orientales) tras el horror humano que había revelado el Holocausto nazi. Efectivamente, parece genuino pensar que después de los asesinatos de niños, el hambre en tantísimos países del mundo, la pobreza extrema que nos toca tan de cerca y no para de devorar a individuos y familias, el descarnado asesinato de mujeres, los radicalismos políticos y religiosos que ocupan al mundo entero como jamás se habría soñado un par de décadas atrás; después de los enfermos muriendo sin servicios de salud dignos y accesibles, de las guerras que no cesan y que, como siempre, abanderan los intereses económicos de unos cuantos a la cabeza de gobiernos, mercados e instituciones, después de nuestro mundo, parece una atrocidad querer escribir poesía.
Pero quizá precisamente por eso hoy, más que nunca, es importante la poesía. Lo es tanto como son fundamentales las estrellas que Raúl Zurita describe, iluminando la inmensa soledad del desierto chileno, astros que el proyecto “Constelación de los caídos” ha propuesto sean nombrados en memoria de los ejecutados por la Caravana de la muerte. Ese recurso poético no traerá de vuelta a los veintiséis jóvenes asesinados en Calma, como tampoco la revelación de la verdad agrupará y reanimará los cuerpos de los cuarenta y tres estudiantes de Ayotzinapa, pero constituye una demanda que, además de justicia, ostenta un profundo carácter humanitario: a través de la palabra es posible devolverle la humanidad perdida a esta especie huérfana, bastarda, supuestamente racional y evolucionada pero, según evidencian las crueldades proferidas por unos sobre otros, realmente vil y malvada. La palabra no restaura la corporeidad, pero es muy probable que restituya la fe en el ser.
Las estrellas son motores de energía cósmica que construyen a la galaxia donde, de facto, existimos; nacen dentro de una nebulosa donde un fragmento de masa se contrae, eleva su temperatura paulatinamente y luego lleva a cabo una prolongada fusión nuclear que la mantiene irradiando energía a altísimas temperaturas, emitiendo así un brillo intensísimo. El poema, como las estrellas, surge como un fragmento de alta concentración energética que se condensa entre todas las posibilidades del lenguaje; poco a poco, esa función lingüística se cuece, en el ritmo o la armonía, hasta lograr una serie de figuras y formas potentes de las que, en afortunados casos, logra irradiar un pensamiento absolutamente conmovedor. Pura López Colomé sostiene que la poesía es un “edificio de palabras, una entidad en sí misma (…) con una música propia (…) una cadena lingüística con cierto poder.” Y es así: la poesía es palabra revelada en conmovedora desmesura, motor de lo insondable humano. Las estrellas se dejan ver cuando el cielo se despeja de nubes y éstas iluminan una bóveda que sólo así delata, aunque sea parcialmente, su profundidad y grandeza; la poesía es una composición que se devela al despejar la funcionalidad o pragmatismo del lenguaje y desenmascara, no sólo la profundidad de las palabras en tropos de pensamiento y dicción, sino también las hondonadas, a penas transitables, de la naturaleza humana.
Leo en Alejandra Pizarnik “escribes poemas porque necesitas un lugar en donde sea lo que no es”. En este mundo de atrocidades inimaginables, de cruel deshumanización, de pérdida absoluta del sentido, necesitamos andar por los caminos y los claros como aconsejaba Thoreau, y vivir esto que seguimos aferrándonos en llamar vida, siempre a tope para, entonces, escribir poesía o, mejor aún, hacer poesía caliente, palpitante, vascular y envolvente. Resulta imponderable mantener los ojos abiertos para distinguir la luz de la penumbra, las visiones de las verdaderas revelaciones pero, sobre todo, pensar y discernir para, entonces, escribir la vida. Porque sólo así sembraremos lo que no está, donde debería estar: el amor verdadero en las tierras desérticas del odio, el alimento en los territorios envenenados por el hambre del cuerpo y la mente, la comparecencia amorosa ahí donde no quedó más que separación, indiferencia y abismal distancia, infrahumana. Es necesaria la poesía, en prosa o verso, pintada o esculpida, coreografiada o puesta en marcha como acto humanitario: así se revelará el ser, al tiempo que levantará una construcción imaginaria de carácter protector, amuleto, escafandra, talismán: dique. La poesía es hoy más necesaria que nunca, así, como dique que proteja a los humanos que decidan desligarse de la violencia, el mal, el hambre voraz y maquinal, los sistemas de control, regulación y exclusión, para religarse de nuevas maneras, veraces (no verosímiles) y preclaras (no moda pasajera). Es decir, los humanos que decidan serlo, como quizá nunca se logró antes, precisarán de la poesía en todas sus formas, como estrella que sostenga al universo propio y dique que contenga las arrasadoras inundaciones del mal en todas sus facetas. Los diques poéticos multiformes no podrán ni deberán aislar a los individuos del mundo, ni mucho menos suponen volverlos apolíticos; su función será la de no permitir las turbulencias y oscuridades de las que se vale lo terrible o despiadado, al grado de enturbiar los sentidos y que éstos se vuelvan inmunes a la belleza. Los diques poéticos impedirán que la vista se aleje de lo realmente importante, del lecho donde yace la esencia de la vida: el amor en todas sus variantes. No habrá contagio, contaminación, mácula, perturbaciones o pátina, porque los diques de la poesía nos blindarán a través de ondulaciones de belleza para no perder la verdadera humanidad. Pensemos en el land art de Maya Lin con su Storm King Wavefield o en Richard Long con el BasaltSlate: sin importar el género, los diques o esclusas levantados a base de ideas y belleza, serán porosos a la información, pero contendrán, e incluso, blindarán de las invasiones, arremetidas e intrusiones de todo aquello que impida ser, soñar o crear. Hoy, más que nunca, la poesía será defensa y antídoto, creación y solución para salvaguardar la vida.