Hasta pronto

Sábado 23 de agosto de 2025

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“Uno debe morir con orgullo cuando ya no es posible vivir con orgullo”, Friedrich Nietzsche

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Antonio Calera-Grobet y Huemanzin Rodríguez tuvieron algunos desencuentros con quienes encabezaron el Canal 22.

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Foto: Redes

Antonio Calera-Grobet y Huemanzin Rodríguez tuvieron algunos desencuentros con quienes encabezaron el Canal 22.
Foto: Redes

La semana que recién termina ha sido una de las semanas que sacuden el alma tan abruptamente que la mente, el corazón y el cuerpo tardan en reencontrarse.

Todo comenzó con el rumor de la muerte de Antonio Calera-Grobet un hombre inabarcable que vivía con la intensidad del mundo, entregado a las letras, la música, las artes y la buena mesa, Toño tuvo muchas vidas y en ellas nos abrazo a muchos de los que tuvimos el gusto de conocerlo.

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Fundador de Mantarraya Ediciones, de La Chula, la Hostería La Bota y de una pandilla inmejorable, Antonio sumo a la vida cultural de la Ciudad de México, el país y el mundo, lo mismo editaba a jóvenes autores, se autopublicaba y acompañaba a muchas creadoras, tuve la suerte de conocer a su mamá, la gran Adriana Calera y después conocí a Toño, me tocó ver el nacimiento de Casa Vecina, de esa primera Hostería la Bota, de sus andanzas en Ferias del libro. Era un guerrero absoluto, también era un hombre de pocos matices, pero si tenías la suerte de hacer clic y créanme que no era difícil te adoptaba como familia.

Hubo grandes sesiones de poesía en primavera, de comilonas interminables, noches de baile, de paellas, no quiero dejar de compartir aquella vez que le encargue una paella para el cumpleaños Arquitecto-pastelero y justo unos días antes, le clausuran la Bota, yo estaba por ir a comprar pan de caja, jamón y queso para unos sándwiches de triangulocuando Melisa, su compañera y cómplice me escribió: “Toño esta loco y me dijo que te va a hacer la paella en su casa”, fue una de las mejores paellas que nos tocó degustar.

Impulsivo, de repente escribía o mandaba audios para decir que te quería y que ese mundo que estábamos viviendo podía ser mejor, así era Toño, quien con esa intensidad acallaba sus propias voces internas, sus demonios, fue un ser que se enfrentó a molinos de viento, que no era condescendiente, que no permitía las injusticias, ni los abusos de poder y eso de alguna manera lo mantuvo al margen, por eso era un hombre en ebullición.

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Antonio Calera-Grobet murió el sábado en el mar de Puerto Progreso, Yucatán, su muerte nos dejó helados y en mi caso me hizo pensar en el papel de los amigos, de estar más, de abrazar, acompañar y escuchar sin límite de tiempo.

Justo a la mitad de la semana, otra noticia que termino de tumbarnos, Huemanzin Rodríguez, periodista cultural de cepa daba a conocer a través de su cuenta de Facebook, bueno, en realidad lo hizo su pareja Ane, que había muerto a los 51 años de edad, tenía cáncer y en ese momento la noticia nos cayó como un balde agua helada.

Les cuento un poco quien era Huemanzin Rodríguez, era un hombre con hambre de conocimiento, desde los 9 años comenzó su historial en televisión, devorador de libros, músico, dibujante y observador como pocos, Hueman tuvo un tórrido romance con Canal 22, la televisora cultural de México, fue conductor, periodista cultural, reportero, documentalista en dicha televisora pública, una relación que tuvo grandes frutos pero también momentos difíciles, ya que considero que no se valoró lo suficiente esa capacidad única de contarnos nuestro momento a través de las distintas expresiones culturales.

Tras darse a conocer la noticia fue hermoso ver el cariño, admiración, respeto y grandes recuerdos que cada persona que conoció a Huemanzin compartió en redes sociales, en la calle, en los eventos. Alguien por ahí escribió que estaba sorprendido por las muestras de amor hacía Hueman, honestamente no me sorprendió en lo más mínimo, él era un ser que se desbordaba sin alardear de más y raro hubiera sido que su muerte no nos conmoviera como lo hizo.

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Al igual que Antonio Calera-Grobet, Huemanzin tuvo algunos desencuentros con quienes encabezaron el Canal 22, con algunas dependencias culturales, podría decirse que era una especie de desilusión a una inercia, la falta de inventiva, a no ampliar resonancias, te quedaba chico el Canal, querido Hueman y aunque ya no lo verás, estaría fenomenal que se reconociera tu inmensa labor, para que justo las nuevas generaciones te descubran y reflexionen sobre lo que era hacer televisión antes de las redes sociales.

Mucho que analizar, entender y re pensar como gremio, porque me resisto a que la impronta de dos personajes enormes se borre sin valorar que el mundo era mucho más llevadero gracias a ellos, a su capacidad de mostrarnos que es posible ser mejores personas siempre.

Buen viaje, adorados

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