La maternidad subrogada no es un derecho 

Periodista especializada en perspectiva de género, miembro de Frontline Freelance. Es titular de la Unidad de Investigaciones Especiales en Once Noticias Digital y hace consultoría en comunicación y gestión de crisis. Con ellas y por ellas.

Twitter: @anagupin

La maternidad subrogada no es un derecho  La maternidad subrogada no es un derecho 
Foto: Pixabay

Desde adolescente, pero sobre todo en mis 20, decidí que no quería embarazarme ni ser madre. Años después conocí a mi pareja y ahora sé que sólo quiero ser madre con él. Desde 2018 utilizo un paliacate verde porque quiero hacer visible, sobre todo para otras mujeres que necesiten asistencia, que apoyo el derecho a la mujer a decidir sobre su maternidad y sobre su cuerpo.

Hoy que las circunstancias en mi vida han cambiado, sé que la maternidad deseada es una opción en mi vida, pero con 32 años y sin haber sido madre antes, es imposible no pensar en la posibilidad de que el proceso fisiológico suceda o tenga complicaciones para mí o el bebé. Tanto así que un conocido me sugirió pensar en la maternidad subrogada (un contrato a través del cual una mujer acepta gestar para una persona o pareja que tiene la intención de fungir como padres del bebé nacido de dicho embarazo a través de la reproducción asistida) para “sentirme más tranquila” y desde entonces he pensado al respecto. Sin embargo, cada vez me queda más claro que ésa no es una opción para mí, ni digna para nadie, y por supuesto tampoco un derecho. 

Y justo hace días coincidió una noticia relacionada: en Italia se considerará la gestación subrogada como un “delito universal”, luego del Parlamento aprobó la ley Varchi: “La maternidad es única, insustituible y no subrogable”, además de que “no puede darse a cambio de una tarifa, un hijo no es comercializable”, defendieron legisladoras y legisladores que consideran sanciones que van desde los tres meses y dos años de cárcel y multas que podrían llegar al millón de euros.

¿El problema? Esa ley fue impulsada por Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia (ultraderecha) y respaldada por La Liga de Matteo Salvini (ultras igualmente), y Forza Italia (la formación de derecha clásica de Silvio Berlusconi). Creo firmemente que no quiero a nadie de la extrema derecha decidiendo qué sí puede hacer o no una mujer, el problema es que, desde la izquierda, en México, no se está hablando, ni regulando, suficiente al respecto. De hecho, en los últimos 10 años se han presentado ocho propuestas en el Congreso y ninguna ha avanzado de comisiones.

Es importante considerar que entre algunas de las razones que personas optan por la maternidad subrogada es por la infertilidad, por tratarse de parejas homoparentales, hogares monoparentales. Pero también que es padre o madre quien se hace cargo del cuidado de las infancias, no sólo quien los trae al mundo. 

Mucho se defiende que a favor de la pluralidad en los tipos de familias en México (53.8% de las familias son biparentales (mamá y papá); 18% son monoparentales y 28.1% responde a “otro” tipos de familia, según cifras de Inegi). Sin embargo, se necesita una legislación, feminista y cercana a derechos humanos, para no incurrir a violencias o violaciones de derechos humano en contra de las mujeres responsables de la gestación o del personal médico involucrado. 

Un informe que elaborado por la organización GIRE, que vela por los derechos reproductivos de las mujeres, señalan otro problema de la falta de regulación de la maternidad subrogada en México: irregularidades en el registro de la identidad de las infancias. 

Ahora, actualmente existen propuestas en México que han sido retomadas por su implementación en otros países en los que avanza la legislación de este asunto particular los cuales como que se prohíba el pago a mujeres gestantes, porque a cambio de un pago, ¿qué mujeres sí accederían a una práctica como ésta que les exige una transformación y proceso físico extenuante? Probablemente pocas, y seguro no serían aquellas que más vulneradas o precarizadas. Pero sí se contempla una compensación por gastos médicos y otros derivados para la mujer gestante. En el país, por ejemplo, los procedimientos alcanzan un costo de 90 mil dólares, pero la mujer que pone su cuerpo sólo recibiría de 9 a 10 mil, de acuerdo con la investigadora de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, Eleanne Proo Méndez.

Asimismo, se consideran razones válidas únicamente aquellas relacionadas con infertilidad o por indicación médica, y no, por ejemplo, “por el miedo de transformar mi cuerpo”, como dijo Kim Kardashian de sus embarazos subrogados. 

Se acota también a un máximo de dos embarazos para la mujer gestante, también a personas de nacionalidad mexicana. Y entre otros requisitos, se habla de un consentimiento informado. Pero sigo pensando que el consentimiento, aunque informado, seguirá siendo parcialmente voluntario (más bien orillado) siempre y cuando la pobreza en México siga feminizada y mientras se siga pensando del poder adquisitivo como un dador de derechos.

De hecho, es común que a las mujeres que “deciden” aceptar un contrato de maternidad subrogada se les pida ir a países en donde esta práctica es legal, como Estados Unidos, para llevar a cabo el embarazo. Esta situación es un escenario de vulnerabilidad para ellas en tanto que dependen económicamente de quien las contrata y de que permanecen aisladas de su entorno familiar y social.

Tener y hacer una familia es un derecho de cualquier persona, pagar para que una mujer se embarace y tenga a un bebé que tú quieres sólo porque tienes los recursos para pagarlo no lo debería ser. Y siendo realistas, aunque no esté de acuerdo en la existencia de la maternidad subrogada, sí es necesario regularla para proteger a las mujeres más vulnerables y las infancias que son resultado de esos procedimientos.

Más de la autora: Las preguntas que no deberíamos hacer a mujeres trabajadoras

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