Memphis, el distante
Alioli

Es periodista y analista de datos. Ha colaborado en medios como Reforma, Chilango y Tec Review. Fue coautor del libro Ayotzinapa, la travesía de las tortugas, publicado por la editorial Proceso. También es hincha incondicional de los Leones Negros. Twitter: @ridderstrom

Memphis, el distante Memphis, el distante
Barcelona disputó su segundo juego en la pretemporada. Foto: Twitter/@FCBarcelona_es.

Nunca ha sido fácil ser holandés en Barcelona. Si el penúltimo caso fue el del incombustible Koeman, minimizado hasta ser despedido, ahora la atención se centra en el rendimiento de Memphis Depay. Porque debe ser duro ser Memphis Depay y atravesar un periodo de sequía cuando tu equipo más necesita de tus goles. Y lo debe ser aún más cuando con tu Selección te proclamaste el mejor anotador y creador de juego en las eliminatorias para el Mundial.

Su personalidad anárquica y su futbol de firulete, a veces atrabancado y otras tan lento que corta el ritmo, lo apartan del colectivo y choca de frente con el ideario que Xavi intenta inculcar en su Barcelona. Frente al Benfica, el equipo dio señales de sintonía, voluntad y orden; pero todo se desconectaba cuando el balón caía a los pies de Memphis, que pecó de individualista y cayó en lo esteril. Las señales más claras de su falta de confianza fueron esas dos ocasiones que falló mano a mano, aunque una se diera en fuera de juego.

De un jugador con su personalidad se exige más en los partidos clave. Es en Champions y con un equipo necesitado donde se forjan los jugadores de leyenda. Pero Memphis demostró que es un jugador de segunda línea que sólo ha podido arañar la élite cuando el equipo lo tenía como máxima referencia (como en el PSV o el Olympique Lyon). No está hecho para cargar en solitario todo el peso del ataque azulgrana; aunque, después de todo, ¿quién en la historia del club lo ha estado, excepto el rosarino que recién se mudó a París?

Memphis fue el prototipo de estrella joven holandesa, como alguna vez lo fue Kluivert: habilidoso con el balón, de buen físico y encarador. En las filas del PSV, su compatriota Phillip Cocu, ex azulgrana, depositó en él unas expectativas muy altas desde el momento de su eclosión. Esa confianza que tienen los técnicos holandeses en sus compatriotas fue la que lo llevó al Manchester United de la mano de Van Gaal (que también puso demasiado peso en su espalda, hasta que lo quebró) y, en esta temporada, al Barcelona. Parecía que con la insistencia de Koeman en llevarlo al Camp Nou, por fin tendría confianza y tiempo para demostrar toda su categoría, esa que sólo los técnicos holandeses pueden percibir. Pero con la marcha del entrenador por la puerta de atrás y sin un equipo que se mueva a su ritmo, Memphis ha decidido desconectarse y brillar exclusivamente con su Selección.

Una de las grandes tareas de Xavi será recuperarlo moralmente, como ya ha intentado hacer con Dembelé, Coutinho y aun Braithwaite. La fortuna ha sonreído, de momento, y su buena condición física y ritmo de competición no han dejado que se lesione ahora que el Barcelona renquea tanto en ataque. Aún hay que esperar a que el resto de delanteros se recupere y le aligere la carga; pero Memphis parece no haber aprendido de los golpes del pasado.

¿Será que Xavi puede terminar de catapultarlo a la élite o estamos ante otra promesa incumplida? Por el bien del Barcelona, que sea la primera.

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