Milei y la criptoestafa

Jueves 27 de febrero de 2025

Marco Antonio Zeind Chávez
Marco Antonio Zeind Chávez

Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

X: @antoniozeind

Milei y la criptoestafa

Con la irrupción de una gran variedad de criptomonedas diversas personas han encontrado una oportunidad para defraudar a otras.

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Milei, presidente de Argentina.

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Foto: EFE.

En la actualidad, es prácticamente imposible encontrar estrategias de comunicación que no incluyan como parte muy importante de las mismas a aquella que es realizada a través de las redes sociales. Desde luego, cuando se habla de comunicación política esto se confirma y, más allá, en ese terreno el manejo de las redes sociales se ha convertido en imprescindible y muy intensivo.

Factores como la inmediatez, la eficiencia y la indudable penetración que las redes sociales han tenido en la vida cotidiana de buena parte de la población mundial, hacen que en esa arena la lucha sea cada vez más encarnizada y que las personas que se dedican a la política destinen cada vez más recursos a hacer llegar su mensaje por ese medio. Este es el caso de personajes como Barack Obama, Narendra Modi, Donald Trump, Emmanuel Macron, Giorgia Meloni y, en la región latinoamericana, Lula da Silva, Nayib Bukele o Javier Milei, por ejemplo.

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Como parte de la estrategia central de diversas personas dedicadas a la política, “el contacto directo con la gente” es una de las razones por las cuales llevan a cabo diversas actividades que buscan generar ese vínculo. En el caso del presidente de Argentina, Javier Milei, esa es una de las razones por las que dedica buena parte del día a interactuar en las redes sociales y a caracterizarse por su forma de enfrentar a la crítica y de atacar a quienes asumen posiciones distintas a las que él mismo toma. El presidente argentino es un personaje peculiar que con base en un estilo agresivo ha tenido un crecimiento exponencial en el impacto de lo que expresa desde antes incluso de ser candidato a ese cargo y aún ahora.

Si bien su situación actual es en muchos sentidos diferente a la que tenía antes de ser presidente, al parecer Milei no ha querido darse cuenta de ello. A su parecer, la libertad como eje rector de su conducta lo ha llevado a expresarse prácticamente de manera ilimitada desde una posición de poder que hace que todo aquello que diga tenga un eco extraordinario.

En otra página de una historia que ya ha tenido distintos momentos que rayan muchos límites hasta hace algún tiempo impensables, a Javier Milei le pareció una buena idea subir una publicación en su perfil en la red social X en la que promovió una criptomoneda llamada $LIBRA en aras del “desarrollo productivo del país”, pues supuestamente con los recursos obtenidos se financiarían proyectos de empresas argentinas. Esto tuvo como efecto inmediato la participación de aproximadamente 40000 inversionistas y que esta criptomoneda subiera un 1300% en unas horas para luego ver hundido su valor, lo que de acuerdo con diversas estimaciones hizo que un grupo muy pequeño de personas obtuviera alrededor de 100 millones de dólares de manera ilegítima. Esto ha despertado muchas suspicacias respecto del papel que en ello jugó Milei.

Con la irrupción de una gran variedad de criptomonedas diversas personas han encontrado una oportunidad para defraudar a otras, siendo que la participación (traducida como respaldo) de personas destacadas en distintos ámbitos produce que éstas ganen valor. La promoción por parte del presidente Milei de la criptomoneda $LIBRA produjo grandes ganancias para personas con acceso a información privilegiada y grandes pérdidas para las personas que depositaron su confianza en ella y en la opinión del presidente.

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No obstante, además de borrar la publicación, el presidente argentino se ha limitado a apelar por su libertad y a deslindarse de un proyecto a todas luces fraudulento. Esto nos lleva a cuestionarnos una vez más sobre los límites que, como personas, deben tener todas aquellas dedicadas al servicio público.

Al parecer, para muchos de estos personajes disfrutar de lo mejor de dos mundos (el de una persona particular y el de una persona servidora pública) ya se ha convertido en una costumbre que la lleva a ponerse por encima de todas las demás.

Aun cuando sostengan lo contrario, las líneas entre ser una persona gobernante y una persona gobernada son tan claras y robustas como lo es la capacidad de ellas de ejercer el poder en beneficio propio o de personas cercanas y en detrimento de las demás.