Aunque durante varios años recibí recomendaciones de distintas personas para ver Breaking bad, la exitosa serie creada por Vince Gilligan, producida por Sony Pictures y emitida por AMC entre enero de 2008 y septiembre de 2013, nunca me llamó la atención.
Pero en diciembre pasado consideré verla cuando la Presidenta Claudia Sheinbaum se refirió a la serie en una de sus conferencias matutinas. La mandataria acusó al prestigiado diario estadounidense The New York Times de haberse inspirado en Breaking bad para publicar un reportaje en el que revelaba que estudiantes mexicanos de la carrera de química eran reclutados por el crimen organizado para cocinar fentanilo.
“Pregunte en el gabinete y no hay información sobre esto. Hay una serie muy conocida que recibió muchos premios, de un profesor de química, en Estados Unidos, que hace apología de esto, vi algunos capítulos, no la vi completa, pero a lo mejor de ahí lo sacaron. No tenemos información y en todo caso (decirle) a los y las estudiantes de química que no se metan ahí”, dijo la presidenta Sheinbaum Pardo en su conferencia de prensa del lunes 2 de diciembre.
Un día después Paulina Villegas, reportera de The New York Times, detalló que la información sobre el reclutamiento de estudiantes de química con el narco fue obtenida a través de un informe publicado por la Sedena y nueve miembros del Cártel de Sinaloa.
Días más tarde leí que Netflix retiraría Breaking bad de su plataforma en febrero y consideré verla por fin, pero se me atravesaron las dos primeras e interminables temporadas de Prison Break y postergué el encuentro, que se concretó en enero. Fueron cuatro semanas que me dejaron exhausto de Walter White (o Eissenberg), Jesse Pinkman, Skyler White, Hank Schrader y en menor medida de Mike Ehrmantraut, mi personaje favorito de la serie.
¿Apología de la fabricación drogas? Puede ser, pero también de un castigo implacable para algunos malportados. Más allá de consideraciones morales, me queda la duda si Breaking bad puede estar entre las cinco mejores series de televisión de la historia. Lo que sí me ha pasado, es que después de verla he experimentado ese fenómeno conocido como Baader-Meinhof (o ilusión de frecuencia), que sucede cuando conoces la existencia de algo y encuentras referencias de ello en cortos periodos de tiempo.
El fenómeno Baader-Meinhof ocurre porque el cerebro humano tiene una predilección por los patrones y cuando detecta que un elemento o una información aparecen más de una vez, utiliza las repeticiones para formar una secuencia posible.
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Terminé de ver Breaking bad una semana antes del Super Bowl y cuando Kendrick Lamar apareció al medio tiempo en un Montecarlo negro, de inmediato pensé en el auto que Jesse Pinkman usa en la primera temporada de la serie. Un día después de ver El camino: a Breaking bad movie (2019), una película que cierra la historia del propio Pinkman, detrás de mí, en la fila para el cajero automático, había un hombre mayor con una chamarra de mezclilla y el parche de “Eissenberg” en el hombro derecho, que le toqué al salir de retirar dinero. El abuelo me miró espantado, pero le hice unos comentarios sobre la serie y se calmó. ¿Casualidades?
La semana pasada me cruce en diversos rumbos de la Ciudad de México con tres camionetas Pontiac Aztek, como la que Walter White maneja en la serie. Ese espantoso vehículo fue fabricado por General Motors entre 2001 y 2005, y recordé que un viejo amigo me presumió alguna vez que le compró uno a su mujer.
Al contrario de lo que me sucede con otras series, no le presté atención al soundtrack de Breaking bad, pero desde hace una semanas me aparecen en la computadora notas del tipo: “Las 25 cosas que no sabías de Breaking bad”, “¿Qué fue de los actores de Breaking bad?”, “El creador de Breaking bad alerta sobre la proliferación de los villanos protagonistas en el Hollywood actual”… Como lo comenté con mi primo Abraham, por unos meses no quiero saber nada relacionado con la serie, aunque el “Eissenberg” coyoacanense me dijo: “Ahora tienes que ver Better call Saul, es mejor que Breaking bad”.
La foto de la camiseta de “Los Pollos Hermanos” que me mandó Abraham y ver la tabla periódica de elementos pintada sobre una pared de la Facultad de Química de la UNAM completaron el numerito.
De ‘Los años maravillosos’ a ‘Undercover’
Después de terminar de ver Breaking bad, traté de recordar cuáles han sido las series de televisión que más me han gustado a lo largo de mi vida. La nostalgia siempre me gana, por eso podría decir que “Los años maravillosos” y “El precio del deber (Hill Street Blues)”, son mis favoritas. Transmitidas en los años 80, la segunda ocupa el lugar 38 y la primera el 90 en un muy discutible listado llamado The 100 Greatest TV Shows of All Time, publicado por la revista Rolling Stone. En ella, Breaking bad ocupa la tercera posición, sólo por detrás de “Los Simpson” y “Los Soprano”. Aunque vi más de alguna temporada, no soy fan de ninguna de las dos.
De las populares series que no vi ni un capítulo, Seinfeld ocupa el sexto sitio; Friends el 49; X Files el 51 y South Park el 63. El puesto número 78 en el artículo de Rolling Stone es para Sex & the city, una serie que le arruinó la vida a más de una cincuentona aspiracionista de mi generación y acabó, dolorosamente, con una de mis relaciones más sólidas.
Para cerrar con ese listado, The Shield y Oz, dos series que veía con mi papá a inicios de siglo quedaron en los lugares 48 y 99, respectivamente. Dejo un lugar aparte para The Wire, cuarto lugar de esa revisión. Aunque he visto un par de temporadas completas, es uno de mis grandes pendientes terminarla.
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Como habrán leído, las series que veo son de tipo policiaco, por eso me sorprendió no ver en la lista a clásicos como Law and Order: Special Victims Unit y CSI Las Vegas. El artículo fue publicado en septiembre de 2022 y dejó fuera también a la magnífica Ozark, a todas las temporadas de Bosch y de El abogado del Lincoln.
La pandemia de 2020 trajo para mí una nueva costumbre: “maratonear series”. Antes no pasaba frente a la televisión, para algo que no fuera un partido de futbol americano, más de tres horas. Con esas costumbres adquiridas pude ver Breaking bad en apenas cuatro semanas. ¡No imagino la angustia de esperar un capítulo nuevo cada ocho días!
En plataformas como Netflix y Prime he encontrado verdaderas joyas del otro lado del charco, como toda la serie de Undercover (Bélgica), Four blocks (Alemania), Fauda (Israel) y Entrevías (España), que terminé de ver esta semana. ¡Buen viaje, Tirso Abantos, te voy a extrañar!