Hoy, 5 de junio, conmemoramos el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que nos invita a reflexionar y actuar de manera colectiva para proteger el planeta y fomentar la educación ambiental en busca de un estilo de vida más sostenible.
Si bien esta fecha conlleva una celebración simbólica, también funciona como un recordatorio crucial del compromiso que tenemos las empresas con las comunidades, nuestros colaboradores y, claro, con el planeta tierra, la casa que le vamos a dejar a las futuras generaciones.
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Hoy las compañías juegan un papel fundamental para la preservación del medio ambiente y el desarrollo de las comunidades. Sus acciones son clave para convertir la sostenibilidad en una parte estratégica del negocio, donde siempre se relacione con generar valor desde la conceptualización de casos de negocio, tanto tangible como intangible, así como su inclusión en el diseño para asegurar la permanencia del negocio en el largo plazo.
En este contexto, y hablando del cuidado del planeta, el consumo de energía y la emisión de gases de efecto invernadero son temas vitales que se deben abordar desde la estrategia de cada empresa para garantizar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Estas metas ameritan acción colectiva entre diferentes sectores que aseguren la correcta implementación de medidas de eficiencia energética, el consumo de energías renovables y la reducción de gases contaminantes, siempre visto desde la totalidad de las cadenas de valor.
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En este sentido, para seguir mejorando es crucial retarnos con metas claras, alcanzables, pero a la vez desafiantes y reales. Por ejemplo, en la empresa donde laboro, ya logramos 50% de utilización de energía proveniente de fuentes renovables y para 2030 buscamos llegar a 85%.
Dentro del grupo, debido a los diferentes mercados y enfoques comerciales de cada negocio, nos hemos enfrentado a múltiples retos, como diversas regulaciones energéticas, falta de una sólida infraestructura en el entorno que facilite una economía circular, necesidad de desarrollo y profesionalización de proveedores y servicios, y los usos y costumbres de las diferentes entidades en donde tenemos presencia.
A pesar de ello, hemos avanzado con acciones concretas que generan un impacto positivo en nuestro planeta. Ejemplos de esto, son la instalación de paneles fotovoltaicos, adquisición de certificados de energía renovable (iRECs) y proyectos de net billing —como en el caso de los negocios en Chile—, que nos suman y ayudan a seguir impulsando nuestro compromiso medioambiental.
Para lograr un impacto real, sabemos que consumir energías renovables no es suficiente; es indispensable reducir el consumo total y tener una mentalidad de una operación eficiente en el uso de recursos.
En nuestro caso, gracias a la implementación de iluminación LED, renovación de equipos, sistemas de refrigeración optimizados y otras medidas más, hoy en día, nuestras tiendas de conveniencia en México consumen 40% menos de energía que en 2009.
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Es así como los profesionales de la sostenibilidad debemos fortalecer nuestro compromiso de mejorar y avanzar en este reto compartido. Una buena forma de hacerlo es compartir nuestras mejores prácticas y aprendizajes en beneficio colectivo, para ayudar a que más empresas se sumen a estas iniciativas y permitirnos avanzar y aprender juntos.
Sabemos que cada paso cuenta porque el camino hacia la sostenibilidad se construye día a día, con decisiones estratégicas, diálogos continuos y mucha generosidad porque planeta hay uno, y debemos asegurar que todos juntos podamos habitarlo.