Académico de la Facultad de Derecho de la UNAM, socio de la firma Zeind & Zeind y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Trump reloaded
Los nombramientos que ya ha anticipado como parte del grupo de personas que colaborará con él, empiezan a despertar inquietudes, no solamente en aquel país sino alrededor del mundo.
Los nombramientos que ya ha anticipado como parte del grupo de personas que colaborará con él, empiezan a despertar inquietudes, no solamente en aquel país sino alrededor del mundo.
En una nueva página de la ya larga historia de Donald Trump y la política, el reciente triunfo del candidato republicano sin duda significará un desafío para la democracia estadounidense, pues para nadie es un secreto el desprecio que por muchas de sus normas, instituciones y procedimientos ha expresado el hoy presidente electo de manera sistemática.
A falta de que Trump rinda protesta el próximo año, actualmente ya se pueden vislumbrar diversas señales que además de ser preocupantes confirman lo anteriormente sostenido, esto con el aditivo de que en esta ocasión ya no podrá optar por la reelección y seguramente actuará con el margen de libertad suficiente para que sus posiciones y las de su equipo tiendan a radicalizarse.
Además de sus acostumbradas declaraciones, los nombramientos que ya ha anticipado como parte del grupo de personas que colaborará con él empiezan a despertar inquietudes no solamente en aquel país sino alrededor del mundo. Nombres como Marco Rubio, Elon Musk, Pete Hegseth, John Ratcliffe, Tulsi Gabbard o Matt Gaetz, han generado esceptisismo o, incluso, un rechazo expreso en las filas de los demócratas y de los republicanos.
Como puede verse, los perfiles elegidos por Trump además de caracterizarse por compartir posiciones que a menudo han sido calificadas de radicales, también lo hacen por la poca o nula experiencia que algunos de ellos tienen en el ejercicio de la función pública e, inclusive, en algunos casos se les ha investigado por la presunta comisión de actos ilícitos. De igual manera, la nominación como secretario de Salud de Robert F. Kennedy Jr. ha generado extrañeza no solo por ser parte de una familia de tradición demócrata, sino también por su abierta oposición a las vacunas. Sin embargo, esto parece no haberle importado a Trump y al parecer buscará que dichos nombramientos se formalicen.
Si bien esencialmente el Poder Ejecutivo se caracteriza por ser el único de tipo unipersonal (encabezado por una sola persona a diferencia de los poderes Legislativo y Judicial), ésta persona que se encuentra en la cúspide del mismo tiene la necesidad de rodearse de personas que, de manera ideal, sean expertas en las carteras de las que se hacen cargo en aras de que el medio instrumental que es la administración pública responda satisfactoriamente a la sociedad a la que se debe.
A pesar de que el desarrollo de las democracias alrededor del mundo ha conllevado la búsqueda de la profesionalización de sus administraciones públicas, los criterios de designación de sus integrantes han estado permanentemente sujetas a la carga subjetiva de quien lo hace, produciendo así estructuras en las que algunos lugares han sido ocupados por personasque no son expertas en lo que han sido contratadas.
Lo anterior puede verse en buena parte de las propuestas del presidente Trump, mismas que han sido cuestionadas desde distintos lugares y estando varias de ellas sujetas a la aprobación del Senado estadounidense, órgano legislativo que idealmente deberá de ejercer de contrapeso ante algunas de ellas o, como ya sucede en otros países, podría no responder a las expectativas y a su esencia misma aprobando todo lo que le envíe el presidente Trump y permitiendo la llegada a puestos clave de personas consideradas leales para éste último pero cuyas capacidades no los convierten en los mejores cuadros para ocuparlos.