Incertidumbre laboral: el reto de ser profesor de asignatura en la UNAM
A pesar de que tiene décadas trabajando en la universidad, profesores de asignatura relatan a La-Lista que no tienen certeza sobre ser contratados cada que inicia un semestre.
A pesar de que tiene décadas trabajando en la universidad, profesores de asignatura relatan a La-Lista que no tienen certeza sobre ser contratados cada que inicia un semestre.
Desde hace 35 años, Facundo Pérez es profesor de asignatura en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de Naucalpan. Aunque ya cumple con los requisitos para jubilarse, ha decidido no hacerlo. El motivo: la pensión que recibiría sería la mitad del sueldo que tiene actualmente. “Tengo 30 horas (de clase), pero como soy definitivo en 16 no me conviene. Me iría (pensionado) con 16 horas y no con las 30 horas”.
Pérez forma parte del movimiento de docentes y ayudantes académicos que le exige mejores condiciones laborales a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El 16 de marzo, la Facultad de Ciencias fue la primera instancia que detuvo sus actividades para exigir a la autoridad educativa que pague a los docentes los adeudos en sueldos y genere programas de basificación democráticos. Hasta el momento, hay 19 escuelas de educación superior de la UNAM están en paro de labores.
Durante las más de tres décadas que Pérez ha trabajado en el CCH, todos los semestres ha tenido que firmar un contrato para recibir horas de clase. Es como empezar de nuevo cada seis meses. “Buscan darles contrato por cinco meses y medio, descansarlos una quincena para que la continuidad no se dé y así no están dentro de las plazas de la dependencia”, explica el abogado laboral Diego Avilés. En las entidades de gobierno es usual ver este tipo de contratos de interinato, porque después de estar contratado por más de seis meses y un día se adquiere la inamovilidad, que es cuando el empleador no puede despedirlo.
Si el trabajador no adquiere la inamovilidad por superar el semestre continuo, el patrón puede dejar de contratarlo aunque lleve varios años laborando. De acuerdo con Avilés, el empleado puede demandar, aunque advierte: hacerlo lleva tiempo y la resolución dependerá de cómo la defensa presente el caso ante la autoridad.
Pérez no es el único bajo este esquema en la UNAM, hay 26,887 profesores de asignatura que se enfrentan a una situación similar. Son casi el 65% de la plantilla de académicos de esa institución educativa, de acuerdo con datos al 15 de febrero del 2021 del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM.
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Si a esta cifra se le suman los ayudantes docentes, estas dos figuras abarcan el 74% de los trabajadores educativos. Sólo el 11.4% son profesores de carrera, el 5.4% investigadores, el 4.7% técnicos académicos en docencia y el 4.7% técnicos académicos de investigación.
Luz Arely Carrillo tiene 26 años como profesora en la Facultad de Ciencias. Estudió una licenciatura y una maestría en matemáticas en esa misma escuela. También cuenta con un posgrado en ciencias de la educación y en pedagogía. Además realizó cursos de formación docente en la Universidad Europea de Madrid. Su salario base como profesora ronda los 800 pesos a la quincena, pero más los estímulos y bonos por antigüedad sube a los casi 4,500 pesos.
“Doy clases en una preparatoria pública, con el sueldo de la UNAM no es suficiente. Me gustaría tener una plaza de tiempo completo, pero no es así. Tenemos otros trabajos porque de la UNAM no podríamos sostener una casa”, enfatiza en entrevista para La-Lista.
El Reporte de investigación especial 135 de la CAM indica que de 2001 a 2019 ha caído 47.27% el poder adquisitivo de los salarios de los profesores ordinarios de asignatura tipo A y de los ayudante de profesor tipo B. “Otra forma de entenderlo es que por cada peso que se pagaba en 2001, en 2019 solo se pagarían 53 centavos equivalentes de 2001”.
Rocío García lleva 17 años firmando su contrato cada semestre en la Facultad de Economía. Este procedimiento ocurre casi a la mitad del periodo. “Nunca se da una copia ni física ni electrónica, a reserva de que lo pidan por una situación externa y ya nos lo dan, pero metiendo cartas al consejo técnico y a administrativos”.
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Recuerda que en 2004, cuando comenzó como profesora de asignatura, recibió durante cuatro semestres un pago único. No hubo quincenas para ella. Solo se emitió un cheque con el total de su salario hasta el final de cada periodo, ya con el tiempo se fue normalizando la entrega de su pago.
Trece años después, en el año 2017, le ocurrió una situación similar a Lena Brena. En ese entonces inició su carrera como profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Entregó sus papeles correspondientes y dio su primera clase, fue hasta que acabó el periodo de seis meses cuando recibió el cheque por todas las horas trabajadas.
Desde hace tres años, José María Hernández es profesor de psicología en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. Acusa que el semestre pasado fue obligado a impartir una materia, como único pago recibiría una constancia. “A mí en particular, la estrategia que usaron fue de amenaza: que si no daba clases a una serie de alumnos me iban a quitar 15 de las 30 horas que yo tenía”. Hasta el momento, asegura, no ha recibido retribuciones económicas por esa labor.
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Es tal la incertidumbre de no saber si el próximo periodo vas a ser contratado que muchos profesores buscan otro trabajo para complementar los gastos. “Tengo el miedo de que si me corren ¿de dónde saco para los medicamentos (de su familiar enfermo)? He trabajado con una persona que se dedica a extraer agua potable de los pozos, también en los cárcamos de aguas negras. Tiene medio año que he estado por allá”, cuenta Hernández.
Para atender parte de estas problemáticas, el pliego de la Asamblea General Interuniversitaria pide un incremento del 175% a los salarios de profesores de asignatura, según la inflación. También un programa de basificación incluyente y democrático con perspectiva de género. Además de poner fin a la discrecionalidad en los concursos de oposición y la asignación de materias.
A pesar de que el colectivo de docentes entregó el 11 de mayo pasado dicho documento a las autoridades universitarias en el edificio de Rectoría, hasta el momento la UNAM no se ha pronunciado al respecto.
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De marzo a la fecha, los paristas aseguran que no han visto voluntad de la universidad para resolver el tema. “(No) han tratado de resolver el asunto de fondo, que no es solo la falta de pagos, sino un rezago, una deuda histórica que tiene la universidad para con el personal de asignatura”, señala Carlos Prieto, docente de la Facultad de Ciencias.