En Davos, la élite global debería asegurarse de que todo el mundo reciba vacunas
Foto: Fernando Zhiminaicela/Pixabay.com

En otros tiempos, el presidente de Sudáfrica sería uno de los líderes mundiales en la reunión anual de la élite global en Davos que se realiza esta semana. Pero la fiesta de discursos de enero esta vez se realiza sólo en línea y los medios no están tan interesados.

Esto es una pena en el caso de Cyril Ramaphosa por lo que dijo acerca de los peligros del nacionalismo de las vacunas. Los líderes de los países más ricos del mundo insisten en que el Covid-19 es un virus global que no respeta fronteras pero mientras están acaparando las vacunas para uso propio.

Lo peor es que no han tomado medidas para darle a los países más pobres una oportunidad de lidiar mejor con la pandemia. Un reporte de Economist Intelligence Unit demostró que la gente de los países de Occidente espera recibir una vacuna en 2021, muchas de las naciones más pobres no tendrán acceso a las medicinas para el Covid-19 sino hasta 2023, cuando muy temprano.

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El prospecto es terrible. África se escapó de la peor parte de la primera ola de la pandemia el año pasado, pero la segunda ola se está esparciendo con velocidad por el continente y los sistemas de salud están al borde del colapso.

De cierta forma, Ramaphosa fue demasiado amable porque esto no es nacionalismo. Se trata de apartheid de vacunas, como lo pone la economista Jayati Ghosh . Las implicaciones son evidentes porque hay mucho menos oportunidad de conseguir la inmunidad de rebaño, las oportunidades de mutación aumentan, y los controles fronterizos se vuelven astringentes durante mayor tiempo para prevenir la reinfección.

Está también la dimensión geopolítica. Si las democracias occidentales prefieren darle la espalda a los países pobres, entonces no debería sorprender que Rusia y China exporten sus vacuna de forma tal que sirva a sus intereses. Xi Jinping dijo en su discurso en línea en Davos que Beijing ayudaría a los países y regiones menos preparadas para enfrentar la pandemia y que se aseguraría de que las vacunas para Covid-19 estuvieran disponibles y al alcance de los países en vías de desarrollo. Los países occidentales están preocupados por solucionar sus problemas domésticos inmediatos mientras China juega a distancia.

No debería ser tan difícil organizar un paquete de ayuda. Los países ricos que recortaron sus presupuestos de ayuda, como Gran Bretaña, o que están planeando hacerlo, deberían reflexionar. Reino Unido está en vías de solicitar un préstamo por 549,000 millones de dólares este año y los 4 o 5.5 mil millones de dólares que se ahorra el Tesoro por recortar la ayuda al desarrollo es economía falsa.

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Necesitan tomarse medidas urgentes para atacar una crisis de deuda que ya estaba fuera de control antes de la pandemia. El Grupo de los 20 ya llegó a un acuerdo para el alivio de deuda pero eso no es suficiente, en parte porque los prestamistas del sector privado no están incluidos. Los países pobres están gastando 91.97 millones de dólares diarios para pagar su deuda, dinero que podría usarse en salud pública. La Jubilee Debt Campaign indica que la mayor parte de los contratos de deuda están regidos por la ley inglesa, y el gobierno de Reino Unido debería proveer nuevas protecciones legales para evitar que los países pobres sean demandados por los prestamistas privados que se rehúsan a ofrecer alivio de deuda.

Además, el FMI y el Banco Mundial deberían utilizar su poder para aumentar el apoyo financiero. Los países desarrollados pudieron aumentar el flujo de efectivo a sus economías mediante el proceso de creación monetaria conocido como flexibilización cuantitativa, y el FMI podría hacer lo mismo en los países más pobres emitiendo derechos especiales de giro, que fomentan las reservas de moneda extranjera de todos los países miembros.

Incluso con más ayuda, el alivio de deuda y el mayor apoyo del FMI y del Banco Mundial, va a pasar tiempo antes de que los países más pobres puedan comprar vacunas de patente, pero tampoco se les permite producir alternativas genéricas más baratas a causa de las reglas de protección intelectual que resguardan ferozmente. Las compañías farmacéuticas dicen que son necesarias porque el costo de desarrollar vacunas es enorme, pero hay grandes porciones de dinero público involucradas en estas empresas. Así es que si los países ricos fueran en verdad serios en su propósito de atacar colectivamente la pandemia, deberían suspender la propiedad intelectual de los tratamientos terapéuticos y preventivos de Covid-19.

Ghosh dice que esto es como dejar la fruta al alcance de todos, y tiene razón. El alivio de la deuda es posible. Un mejor sistema financiero global es posible. Las licencias  compulsorias para los medicamentos que salvan vidas son posibles. Cerrar los refugios para impuestos y asegurarse de que los multimillonarios paguen su parte justa de impuestos es posible.

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Todo esto tiene que ver con la voluntad política. Pero hay algo cierto, si no se muestra la voluntad política, sólo se prolongará la pelea global en contra del Covid-19. El avance del convoy depende de que todos los barcos avancen al mismo tiempo.

*Larry Elliott es el editor de economía de The Guardian.

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