La diplomacia de las vacunas: Occidente va perdiendo en la carrera de la influencia
Un cargamento de vacunas rusas Sputnik V llega al aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires en enero. Foto: Agustin Marcarian/Reuters

“Hoy en día es más fácil conseguir un arma nuclear que una vacuna”, declaró en enero el presidente de Serbia, Aleksandar Vučić. El país de los Balcanes acababa de recibir su primer cargamento de casi 1 millón de vacunas contra el Covid-19 de Sinopharm, una compañía farmacéutica del estado chino.

Desde entonces, Serbia ha aumentado su arsenal con decenas de miles de dosis de la Sputnik V rusa, ha firmado un acuerdo para construir una planta embotelladora para la vacuna rusa y ahora presumen las tasas de vacunación del continente europeo.

Belgrado está tan bien surtido que ya comenzaron a practicar la diplomacia de las vacunas, pues le dieron miles de dosis a sus vecinos de Macedonia, y otros de sus colindantes como Montenegro y la Repúblika Srpska esperan recibir donativos pronto.

Conforme crece la carrera para administrar las inmunizaciones contra el Covid-19, también han crecido los intentos para utilizar las vacunas como instrumentos de influencia. India entró al juego en febrero, después de regalar miles de dosis para sus vecinos del sur de Asia, donde compiten por la ventaja diplomática con China. Beijing anunció una avalancha de vacunas gratuitas en las últimas semanas para 13 países, y dicen que planean proporcionarle más a otros 38. Moscú capitalizó con los retrasos del programa de la Unión Europea para vender su propia vacuna en Hungría, a pesar de que la fórmula rusa aún no cuenta con la aprobación del bloque.

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En un mercado de escasez extrema, y a falta de que comience la vacunación en 130 países, estados como Serbia han emergido como líderes tempranos de la carrera de inmunización, haciendo palanca con la competencia geopolítica (junto con la voluntad de superar las barreras regulatorias) para acceder a millones de dosis rápidamente.

“La procuración de vacunas es simbólica de las estrategias de políticas exteriores de Serbia”, dijo Vuk Vuksanovic, un investigador de la London School of Economics y del Centro de Políticas de Seguridad de Belgrado. “Compara a Occidente con potencias no occidentales como Rusia y China, para ver de qué lado obtendrás un mejor trato”.

Notablemente ausentes de los acuerdos en el extranjero y las donaciones están los gobiernos occidentales, que están obsesionados con vacunar a sus propias poblaciones primero y han preferido canalizar la asistencia de las vacunas hacia esquemas multilaterales como Covax, el mecanismo compartido que comenzará a suministrar la vacuna para cerca del 3% de las personas más vulnerables en países de ingresos medios y bajos durante los próximos seis meses.

Para entonces, países como el Reino Unido, Estados Unidos, y Canadá, esperan estar cerca de la inmunidad colectiva, junto con un puñado de los países ricos que han acaparado la mayor parte de la reserva de vacunas occidentales que se producirán en 2021. La división es una oportunidad diplomática, y algunas capitales extranjeras la están aprovechando.

“El nacionalismo en la vacunación de los países occidentales creó el espacio para que estos otros países practicaran la diplomacia de las vacunas”, dijo Yanzhong Huang, un miembro veterano por la salud global en el centro de estudios Council on Foreign Relations.

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Mientras que China envió a su embajador en Serbia a la ceremonia en el aeropuerto para recibir las dosis de Sinopharm, y Vladimir Putin utiliza los congresos diplomáticos para vender la Sputnik V, Washington, Londres y las capitales europeas han preferido dejar que las compañías farmacéuticas tomen el centro del escenario, y les han permitido decidir hacia dónde irán las vacunas y en qué cantidades. con la excepción de AstraZeneca, la mayoría le han otorgado una buena parte de sus dosis a los mejores postores.

Pfizer y Moderna también, ellos quieren generar ingresos”, dijo Agathe Demarais, directora de predicción global en la Economist Intelligence Unit. “Las compañías, en teoría, no practican la diplomacia. Tiene objetivos a corto plazo. Entonces es muy diferente cuando un gobierno promociona las vacunas, y no una compañía”.

Una ilustración de las diferencias es la vacuna de Oxford/AstraZeneca hecha en el Serum Institute de India que Delhi obsequió a gobiernos en el sur de Asia este mes. La fórmula se desarrolló en una universidad británica, en colaboración con una empresa del Reino Unido y Suecia, pero estaban señaladas de esta manera: “Un regalo del pueblo y el gobierno de India”.

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Cualquier compensación del apoyo de las vacunas probablemente no será de inmediato, según los analistas. “Obviamente Rusia y China no van con los países en desarrollo y les dicen que les deben algo a cambio”, dijo Demarais. “Pero a largo plazo rendirá frutos. Y los liderazgos rusos y chinos entienden que la pandemia nos acompañará por un buen rato”.

Los especialistas de China están señalando la manera en que han incluido las vacunas a su marco de iniciativas, al aprovechar los congresos en países de Medio Oriente y África para ofrecer acceso preferencial a las dosis, junto con inversiones en carreteras, puertos, redes 5G, y energías renovables. El año pasado, mientras en Washington decían “nosotros primero” en respuesta a la pandemia, Beijing cerraba acuerdos de alto perfil para probar, producir y vender vacunas en Latinoamérica, esto es dentro de la tradicional burbuja de influencia de Estados Unidos.

En un siglo donde probablemente habrá más pandemias, las vacunas contra el Covid-19 le darán una buena posición a las industrias de salud de los países. Jordania, un aliado cercano de EU en Medio Oriente, durante décadas ha obtenido sus vacunas rutinarias de compañías estadounidenses. Pero gracias a que la fórmula de Sinopharm es la columna vertebral de su programa contra el Covid-19, los expertos de salud jordanos dicen que observarán de nuevo los productos médicos chinos en general.

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“De ahora en adelante veremos bien si una empresa china viene y dice: tenemos una buena vacuna contra la difteria, o el polio, o la hepatitis”, dice Najwa Khoury-Boulos, distinguida profesora de enfermedades contagiosas, quien aconseja al gobierno sobre la pandemia. “Tal vez no cambiaremos, pero les tendremos mucho más respeto que antes”.

Las compañías rusas y chinas también se han mostrado más dispuestas que sus contrapartes occidentales a cerrar acuerdos de licencias para permitir que fábricas en lugares como Indonesia, Emiratos Árabes Unidos y Malasia, produzcan parcial o totalmente sus propias vacunas contra el Covid-19. La semana pasada, la OMS y Unicef publicaron un comunicado para solicitarle a las compañías occidentales que cierren acuerdos de este tipo, lo que puede significar menos ganancias a largo plazo, pero más vacunas más pronto para las sociedades que tanto las necesitan.

Para los activistas por la salud pública como Achal Prabhala, las maquinaciones diplomáticas de tales acuerdos son irrelevantes. Con metas de inmunización doméstica relativamente poco ambiciosas, comparadas con las de Occidente, Rusia y China tienen la capacidad de exportar vacunas que salvarán vidas en medio de una aguda pandemia, y de hecho así lo hacen.

“No sé y no necesariamente me importa cuáles son los motivos de Rusia y China para hacer esto”, dijo Prabhala, miembro de la Shuttleworth Foundation. “Si las vacunas funcionan y son asequibles y están disponibles, y las ofrecen agresivamente a los países que las aceptan con gusto, ¿a quién le importa si resalta la imagen de Rusia, o suaviza las opiniones sobre Rusia en el mundo?

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