Occidente falló la prueba del Covid-19; hay  que aprender de Asia
Calle de Taipéi. En los últimos meses, los únicos contagios de Covid-19 en Taiwan han provenido del exterior. Foto: Punnatorn Thepsuwanworn/Pixabay.com

Will Hutton*/The Guardian

¿Será el Covid-19 el virus que mató no sólo a millones de personas sino también la supremacía de las economías occidentales, los valores liberales y la convicción de que la democracia es la mejor forma de gobierno? Francia y Bélgica fueron los primeros países europeos en regresar al confinamiento nacional y Gran Bretaña se prepara para hacerlo y ningún país europeo, sin importar el récord que lleve, puede pensar en salvarse del resurgimiento de infecciones. Es muy probable que en Estados Unidos la experiencia con el coronavirus le cueste a Donald Trump la presidencia. Por su parte, las autocracias y las sociedades comunitarias de Asia la están pasando mucho mejor. China y una serie de países asiáticos están controlando el virus y logrando que sus economías crezcan. Taiwan no ha tenido un solo caso de contagio local desde hace más de seis meses.

Los miembros de mayor rango del Partido Comunista chino, que se reunieron la semana pasada para decidir sus planes para los próximos no sólo cinco sino quince años, ya se dieron cuenta de esto. Concluyeron que el desarrollo colectivo que encabeza el partido se encuentra en el corazón de todos estos logros, lo cual se promoverá con mayor vigor en su estrategia diplomática, que es una referencia a su iniciativa de la Franja y la Ruta. Esta asombrosa versión china del Plan Marshall de la posguerra, sólo que muchas veces más grande, invita a participar a cerca de 100 países y ofrece una ayuda de miles de millones para construir infraestructura si aceptan y emulan la estrategia colectiva china para el desarrollo económico y social. No hay lugar para tregua.

Derechos humanos y confinamiento

Además, los derechos humanos tienen que ser los adecuados, hablando en términos colectivos, para que se pueda propiciar el avance económico y social, por lo que se enfatiza que no se trata de libertades individuales para votar, actuar y pensar con independencia del gobierno. El hecho de que China siga estos principios ha dado lugar a que la contención del Covid-19 sea mejor que en occidente ya que se aplica el orwelliano sistema nacional de supervisión para insistir en el distanciamiento social, la cuarentena y los toques de queda. Por otra parte, su capitalismo leninista ha creado 60 millones de nuevos empleos durante los últimos cinco años, incluso en 2020 a pesar del Covid-19. Un comunicado del partido señala que en el futuro, la innovación será la “posición medular” de China para un crecimiento de “calidad” y para 2025 se tiene que lograr la “autosuficiencia científica y tecnológica”. Las enormes sumas que se han invertido en tecnologías para el futuro van a aumentar todavía más.

Mientras tanto, las sociedades occidentales y sus economías están estancadas y la extrema derecha se manifiesta con violencia en las calles en contra de las restricciones. EU tiene sus milicias armadas, Italia sus protestas al estilo mafia y en España se han dado fuertes levantamientos de la derecha. El gobierno democrático está fallando, se encuentra debilitado y tiene que prepararse para una segunda ola de Covid-19: es mejor contar con libertad para todos, que cada quien decida que aplicar restricciones que no son efectivas, es el grito de batalla de la derecha.

Los mercados de valores del mundo vivieron su peor semana desde marzo cuando se hizo evidente que la resiliencia económica de Asia no existe en EU ni en Europa, en donde se está cayendo en una recesión prolongada. ¿Nuestra mejor opción será seguir los pasos de China o caer en un mundo distópico como de película de Mad Max?

Existen otras opciones: una recreación en el siglo 21 del espíritu del New Deal, el gobierno de Attlee y Jean Monnet y los fundadores de EU. En momentos como estos, los líderes progresistas pueden arrebatar el argumento dominante de la derecha, ganar elecciones y utilizar su mandato para establecer poderosos programas económicos y sociales que funcionen. El escenario de la posguerra que crearon nuestros predecesores, nacional e internacional y con la idea de justicia en el corazón, dio lugar a 3 años de prosperidad y a legitimar la democracia. El desarrollo subsecuente de la derecha anglosajona y la indiferencia ante el crecimiento de la desigualdad crearon el desastre que hoy vivimos. Los Donald Trump y los Boris Johnson, y la filosofía que representan, tienen que desaparecer.

La policía antimotines utiliza garrotes para dispersar a los manifestantes en contra de las restricciones por Covid.

EU en la encrucijada

Todo apunta a que el electorado de EU hará eso el martes. Yo confío en que Joe Biden ganará y establecerá un mandato extraordinario para su centrismo competente y progresista que dará lugar a la construcción de un país más justo y equitativo. La incompetencia, las oscilaciones de políticas salvajes, las genuflexiones ante el liberalismo, las aseveraciones extravagantes y, sobre todo, la indulgencia ante la desigualdad se acabaron. El reto será hacer funcionar su administración y al mismo tiempo derrotar al virus, establecer los fundamentos de un capitalismo más inclusivo, lanzar un “New Deal verde”, revivir las instituciones internacionales y promover visiblemente la igualdad. En los próximos 12 meses se creará una vacuna que lo ayudará, pero para contener el virus se necesita, más que nada, un sistema de apoyo para los ingresos que permita que los que se encuentran en desventaja puedan retirarse de la circulación económica y social cuando sea necesario.

La gran lección de Asia es que las sociedades comunitarias y con mayor equidad cuentan con el capital social y el apoyo mutuo que permita los toques de queda, el aislamiento, la cuarentena y el distanciamiento social en el trabajo, incluso entre los más pobres. Se podría hacer lo mismo en occidente pero con diferentes herramientas entre las que se requiere de un pago generoso por enfermedad, apoyo al ingreso y permisos. Lo mejor sería sentir que existe el apoyo para el que sufre. Es por esta razón que todo el mundo tendría que respetar otro confinamiento nacional.

En Gran Bretaña existe un movimiento paralelo. Una victoria de Biden dejaría en evidencia que el gobierno de Johnson es un caso aislado de idiosincrasia, lo cual se refleja en su intransigencia por el Brexit, la jerarquización de la intensidad de las respuestas frente al Covid, la avaricia  en el apoyo social, la desconfianza en el estado, la incapacidad para dar credibilidad a cualquier visión futura de la economía y de la sociedad, y sobre todo, la falta de disposición para hablar de justicia e igualdad. Y todo esto está fuera de lugar y de tiempo. Si tenemos que pasar por otro difícil confinamiento nacional, Gran Bretaña necesita convertirse en un lugar más justo. Tiene que establecerse un plan realista para construir instituciones y compañías que creen una economía inclusiva. Y tenemos que trabajar con  Europa.

La opresión y la corrupción de China, el lado oscuro de su éxito, terminarán por sobrepasarla. Podemos vencer y mantener nuestros valores pero sólo con un tipo de gobierno muy diferente.

Will Hutton es columnista de The Observer

Síguenos en

Google News
Flipboard