Confort en el frío: ¿qué podemos aprender de las culturas del Ártico para nuestra futura supervivencia?
Un visitante mira la fotografía de Brian Adams, Kaktovik, Alaska , en la exposición Arctic: Culture and Climate del Museo Británico . Fotografía: Neil Hall / EPA

Un mapa circular del Polo Norte en su centro nos da detalle de 24 grupos culturales diferentes que se mueven por el círculo ártico, alrededor de 400 mil personas. Los grupos son muy diversos. Algunos, como los nénets de Siberia, son por tradición pastores de renos mientras que los inuit viven desde hace mucho tiempo de los mamíferos marinos y obtienen mucha de su alimentación y materiales de los seres que viven bajo el hielo del mar. Ninguna otra cultura humana vive de esta manera, con los extremos de la luz de verano y la oscuridad de invierno. Ninguna otra cultura utiliza el hielo de esa manera, para transportarse, construir herramientas, conservar comida. Este mapa nos hace reconsiderar nuestra idea de que las culturas del Ártico son las que están en los lugares más remotos de Europa o América del Norte o en los estados rusos. Para los pueblos del Ártico las distancias son más cortas, conocen a sus vecinos. Desde hace milenios los grupos del Ártico mantienen relaciones comerciales y de influencia.

En el Museo Británico, y en línea, se montó una exposición muy reveladora que reúne a estas culturas y explora las diversas adaptaciones al clima de la región y su gran resiliencia, física y cultural. Para como están las cosas, la exhibición también quedó en ciclo de congelación. La pospusieron en primavera y la abrieron al público el 22 de octubre pero la tuvieron que cerrar de nuevo el 5 de noviembre. La abrieron el 3 de diciembre para las personas que habían comprado boletos pero tuvieron que cerrar cuando Londres entró a las restricciones de la fase 3. La idea es que si lo permite el confinamiento se mantenga abierta hasta el 21 de febrero.

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De cierta forma, estas interrupciones son oportunas. La exhibiciòn plantéa una pregunta legítima: ¿Cómo es una sociedad exitosa? Al ver cómo nuestras sociedades industrializadas y de consumo están provocando el colapso climático en el mundo y la pérdida de la biodiversidad, al ver la necesidad de replantear urgentemente nuestra definición de “normal”, ¿no tendríamos que buscar soluciones en los pueblos indígenas? ¿No deberíamos consultar a los pueblos del Ártico dada su extraordinaria capacidad de adaptación y su falta de rapacidad?

Eso sería una gran ironía. En los últimos 300 años la resistencia de todo el Ártico se ha puesto a prueba en extremo frente a la actividad colonial y misionera del sur. Hasta 1960, los niños inuit eran alejados de sus padres para “educarlos” y quitarles las tradiciones y conocimientos de sus padres. Los pueblos nómadas y seminómadas se veían obligados a establecerse. Se asesinaba a los shamanes y se suprimió cualquier otra expresión indígena o de cualquier religión ancestral. Fue hasta 1999 que nació Nunavut, cuando regresaron a los inuit su territorio en el norte de Canadá. Resulta extraordinario que los pueblos industrializados tengan ahora que quitarse el sombrero para preguntar por el “secreto de la resistencia humana a largo plazo”. ¿Cómo se puede vivir en climas extremos? ¿Cómo enfrentar las calamidades del clima? ¿Cómo podemos lograr que tantas especies como sea posible atraviesen una crisis que Vladimov V PItulko, en el ensayo de su catálogo, llama una “restructuración natural fundamental”?

Aunque el catálogo y los eventos en línea están disponibles para todos los que no pueden llegar a Londres, son los artefactos los que son impresionantes, los objetos de la vida diaria que uno quisiera tocar y sentir. Algunos son antiguos, otros se hicieron especialmente para esta exhibición. De todos estos, tal vez la humilde aguja sea la que más se pasa por alto. Para la vida en el Ártico, las agujas son cruciales y son llamadas la tecnología del paleolítico. En Siberia del Ártico, las agujas se han encontrado agujas con más de 30 mil años. Se utilizaron para hacer ropa. Para hacer ropa se necesita una habilidad suprema y gran conocimiento de los materiales naturales. Las costureras hacían ropa a la medida, botas, bolsas y tiendas de campaña que permitieron la expansión del hombre por todo el impresionantemente frío norte. En años más recientes, las agujas de hueso se guardan en hermosos estuches y son parte de las pertenencias esenciales de las mujeres y se mantienen a la mano.

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¡Y la ropa! Hay un traje, todo en uno, para cazar ballenas de cerca de 200 años de antigüedad. Está hecho con piel de foca y tiene un túnel de entrada en el pecho que permite al cazador ponerse el traje, sellarlo  y sumergirse en agua helada. Hay una chaqueta yupiit a prueba de agua hecha de las vísceras de las focas barbudas, está cosida con tendones y pasto de playa. Tan sólo al leer las explicaciones entiende uno la estrecha relación entre la gente del Ártico y la abundante vida animal. Un lujoso traje contemporáneo para infantes en color azul brillante está hecho de algodón con piel de rata almizclera, guepardo, castor y nutria. La piel de guepardo enmarca la cara porque sorprendentemente la piel del guepardo no conserva la humedad y no se congela.

Esta ropa, hecha de manera exquisita con la piel y el cuero de los animales que cazan indica que hay una sociedad doméstica saludable. Esta relación de dar y tomar se extiende a todo el mundo. Si el animal era tan bueno como para ofrecerse al cazador o al pescador, entonces nada tiene que desperdiciarse porque sería faltarle al respeto. Una vez que se termina la carne del salmón, las pieles tratadas pueden coserse para hacer una bolsa bordada con diseños en pelo de caribú. La carga de trabajo tiene género pero la costurera no trabaja con lo que puede traer el cazador, ella le da una lista con lo que quiere para trabajar. Al cazador le piden diferentes animales de diferentes sexos y en diferentes estaciones del año para poder cumplir con los requerimientos. No sólo animales, y no sólo para hacer ropa. También se hacen canastas de corteza de abedul y raíz de sauce. Los calcetines se pueden hacer con pasto.

Las plantas crecen y los animales se mueven de acuerdo al clima y a la estación del año, lo cual se entiende muy bien. Se necesita cierta humedad para preparar el pasto antes de tejerlo. La exposición a la helada se necesita para suavizar y blanquear el cuero de foca para hacer las kamiit, las botas suaves de lo inuit.

Muchas cosas son tradicionales, pero la exhibiciòn nos recuerda también que los pueblos del Ártico se están convirtiendo en participantes de tiempo completo en el mundo globalizado, de manera política y en sus culturas materiales. En la actualidad los inuit cazan con rifles, pero los llevan en estuches de foca. Los pueblos son ruidosos y tienen vehículos de doble tracción  y en invierno tienen motos para la nieve que se adaptan para los climas más fríos. En la exhibición se muestra una motonieve con el asiento hecho con piel de foca para que el conductor mantenga el calor. Hay una canasta moderna hecha con red de pesca de nylon. La exhibición se curó en colaboración con la gente del Ártico y la acompañan varios eventos en línea. Uno de estos es una conversación con la activista inuit Silla Watt-Cloutier que recibe el título de “El derecho de ser frío”,  un buen nombre para los sureños que piensan que el frío sólo es para aguantarse.

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Lo cual nos remite a la crisis del clima. La vida de los pueblos del Ártico se lleva a cabo en un clima que aunque extremo es relativamente estable. Ha habido tiempos de escasez, incluso de hambre en su larga y cambiante historia. Pero era un clima que se conocía, se entendía y podía predecirse,  incluso la suave brisa de la costa en otoño que se necesita para secar la pesca veraniega. Durante las últimas décadas, sin embargo, ha habido muchos cambios. El Ártico se está calentando más rápido que cualquier otro lugar del planeta. En Alaska, el hielo que se formaba siempre en otoño ha dejado de llegar.

Este hielo, lejos de ser problemático, tiene un efecto protector. Protegía a los habitantes de la costa de las peores olas. Sin eso, la costa se está desbaratando. El hielo permanente se está derritiendo. La tierra congelada se está cayendo al mar de forma tan rápida que comunidades enteras tienen que reubicarse. En Siberia, las muertes masivas de renos se relacionan por la liberación de una bacteria antigua que surge del deshielo de la tierra. Se predice que en unas décadas el Ártico ya no tendrá hielo. Los cruceros están llegando y eso abruma a la población de los pueblos más pequeños.

En el Ártico, la supervivencia se entiende como un término espiritual o moral más que de resistencia. Han sobrevivido a pesar de las exigencias del medio ambiente, o tal vez por eso, y a pesar de lo que las culturas colonizantes les han hecho. Se enfrentan a problemas como el abuso del alcohol, la violencia y el suicidio, pero también existe la regeneración cultural. Las mujeres sami están usando de nuevo su ládjogahpir, unos sombreros rojos en forma de cuernos que los misioneros consideraban demoniacos. Los pueblos yupiit celebran de nuevo con danzas ceremoniales utilizando máscaras talladas y abanicos de danza hechos con la piel de la garganta del caribú.

Estas formas de vida y expresiones culturales que podría decirse empezaron con una aguja todavía no se acaban. La exhibición también presenta obras de arte contemporáneo, algunas de las cuales fueron comisionadas especialmente.  En el último medio siglo, la pintura y la escultura inuit han obtenido gran reconocimiento. El arte es el medio de comunicación que escogen y para crearlo se necesita la misma ironía y la observación precisa de los animales y de los humanos que los inuit siempre han practicado y por eso se conserva su capacidad de atención. Una hermosa litografía reciente llamada Nunavut Qajanartuk (Nuestra hermosa tierra) de Kenojuak Ashevak, de la Isla Baffin, es circular. Es un sol con rayos de tinta oscura, y una luna y estrellas forman el centro. La mitad de la imagen presenta una escena de verano en aguas abiertas cuando se viaja en kayak. La mitad del invierno presenta un mundo congelado que se recorre en trineos jalados por perros. Se observa una abundancia de animales. Hay igloos. Estas imágenes pueden ser las que uno espera pero no el tono de confianza y amor.

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La exhibición también presenta grandes fotografías del fotógrafo contemporáneo inupiaq Brian Adams, que nos transportan a sus paisajes y dan muestra de las actividades diarias: fuera en la nieve. Una mujer envuelta en una parka está picando carne de ballena. En la vasta blancura, un hombre se sienta en una silla de escuela, pescando en un hoyo en el hielo. Las salas están bañadas de luz cambiante que nos hace pensar en la extremidad de los veranos y los inviernos. Un símbolo de esperanza de tamaño natural es Mensajero silencioso, un inukshuk que construyó en Londres, en piedra caliza, Piita Irniq. Un inukshuk es una estructura que se reconoce y se crea en todo el mundo. Un símbolo del paisaje ártico y un marcador cultural, un símbolo para conmemorar y orientar. Un inukshuk tiene una hendidura, como una ventana, a través de la cual podemos mirar hacia adelante.

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