El Wodge: ¿el rascacielos más alto de Londres sobrevivirá a la era del Covid?
Hulk glacial… 22 Bishopsgate se eleva sobre los rascacielos de la City de Londres. Fotografía: Ray Wise / Getty Images

Con la ciudad de Londres desierta una vez más, sus calles solo habitadas por el ocasional repartidor de Deliveroo o por el fotógrafo de plantas rodadoras, parece un momento extraño para completar el edificio de oficinas más grande que la capital haya visto, no en menor parte porque el futuro del lugar de trabajo ahora está en duda. 

Pero, elevándose más allá del Cheesegrater (rayador de queso) y el Walkie Talkie, achicando al Gherkin (conocido por algunos como el Pepsilindro) y abarcando la superficie de casi los tres juntos, Bishopsgate 22 se levanta como la madre de todas las torres de oficinas. Es el amenazante villano final, un pedazo glacial que llena su lote hasta las orillas y se eleva hasta que se topa con el camino de los aviones que pasan. El edificio se mete con fuerza en cada panorama de Londres, su amplio perímetro domina el centro del paisaje urbano y une las siluetas individuales de Square Mile en un gran bulto gris.  

Es la conclusión absurdista de tres décadas de crecimiento en esteroides, el producto final de valores de tierra supercalentados que llevan a las flojas reglas de planificación al punto de quiebre. Y, justo cuando el edificio se entrega a sus primeros inquilinos para que lo llenen, se siente como un monumento para otra época. ¿Recuerdas cuando teníamos que ir a la oficina?

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“Bishopsgate veintidós me recuerda a una frase de la comedia de la década de los 60, The Rag Trade”, dice Peter Rees, el exdirector de planificación de la Ciudad de Londres. “¡No importa la calidad, siente el ancho!” Rees supervisó la transformación de la ciudad desde mediados de los ochenta hasta 2014, invocó a cada enorme estructura que se construyó, pero dejó su puesto poco antes de que le dieran permiso a esta torre. “Yo no soy responsable de esa”, dice. “Afortunadamente, creo que marca el final de una era de edificios de esa intensidad, de la idea de que más es mejor”. Ciertamente, después del Covid, la pregunta parece que será: ¿la gente querrá ir a un megaedificio y pelearse con otros 12,000 por los elevadores?

La bestia de Bishopsgate, apodada el Wodge (el pedazo, o la rebanadota) por un crítico, parece ser el último aliento de esta generación de tótems inflados, pero de ninguna manera está solo. Presagia una avalancha de oficinas nuevas en el momento que parecen menos necesarias. En todo Londres, algunas de las sedes corporativas más grandes que se han construido en el Reino Unido están bajo construcción, desde el expansivo Goliath de Google en King’s Cross, a la nueva casa colosal de Apple dentro del cadáver zombi de Battersea Power Station. Y esos solo son los gigantes. De acuerdo a un reporte reciente de Deloitte, más de 15 millones de pies cuadrados de oficinas están en proceso en el centro de Londres. Ese es equivalente de 30 Gherkins, el último pico de actividad fue en 2008, justo cuando la burbuja estalló. 

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El cuartel general de Google UK en King’s Cross. Foto: kingscross.co.uk

La ciudad se recuperó de la crisis financiera, pero esta ola viene mientras el país se enfrenta a la peor recesión económica en 300 años, junto con la especulación de que la naturaleza del trabajo podría cambiar para siempre. El mismo Google extendió el trabajo en casa hasta al menos julio, mientras que el banco Morgan Stanley predice que el número de personas que trabajen desde casa aumentará al menos 30% en 2030

La investigación de Deloitte también encontró que, a comparación de otros países europeos, los empleados del Reino Unido son los que están menos dispuestos a regresar a sus oficinas, con el 72% que dice que trabajarán remotamente más seguido en el futuro. El mercado refleja esta incertidumbre, la ocupación de oficinas en el centro de Londres cayó en los seis meses anteriores a septiembre, con el último cuarto como el más bajo registrado. Así como las fábricas y talleres se convirtieron en lofts de lujo, y las oficinas de la postguerra en estudios sombríos, ¿las torres de cristal de las oficinas de hoy podrían ser las casas de altura de mañana?

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“Las oficinas en los centros de las ciudades son el producto de una tendencia de 10,000 años”, dice Harry Badham de AXA IM Real Assets, la firma detrás de Bishopsgate 22, que ya está 60% en prealquiler. “Somos un inversor a largo plazo, miramos el camino largo. La gente trabaja mejor junta. Así es como se crearon las ciudades y no creemos que eso cambie de la noche a la mañana. Veinte millones de personas pueden llegar a nuestro edificio en una hora, y muchos quieren regresar a la oficina”. 

Con 120,000 metros cuadrados de espacio y 60 elevadores, los primeros inquilinos de la torre al menos tendrán suficiente espacio para practicar distanciamiento social, ya sea en la barra de manicure en el piso 41 o trepando la “ventana escalable” en el piso 25. Pero la posibilidad de estar atrapado dentro de este “pueblo vertical”, con restaurantes, bares, gimnasio y hasta un cirujano general, podría no ser tan atractivo como antes. ¿Quieres que tu vida en el trabajo este permanentemente “entrenada y curada”? Todas estas facilidades comunales como la alberca de Google, salas de masaje, canchas de basquetbol y espacios para siestas, ¿son realmente el futuro?

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La primera ventana ‘escalable’ del mundo está en el Wodge. Foto: Cortesía de PLP Architecture/Lipton Rogers Developments

“Los edificios gigantes que tratan de internalizar el lugar cometen un gran error”, dice Rees, que ahora es profesor de planificación en la University College London. “Los lugares más importantes de la ciudad están afuera y la pandemia ciertamente nos enseñó eso. La gente necesita salir de la oficina para obtener el chisme y regresarlo a la colmena. Esa proximidad, y esos encuentros cara a cara, son la base de hacer negocios aquí desde tiempos medievales”. Rees piensa que, después de sobrevivir la Muerte Negra, el Gran Incendio, el Blitz y el colapso de la banca, la Square Mile pronto regresará más fuerte del impacto del Covid-19. “Esta ciudad siempre se adapta y se reforma”, él dice. “Su única constante es el cambio”. 

Ziona Strelitz, una antropóloga social y consultora veterana sobre los lugares de trabajo, piensa que la pandemia proveerá un llamado de atención para los negocios, forzandolos a reconsiderar cómo usan sus costosas premisas. Este puede ser la bienvenida del final de las modas derrochadoras de interiores. “La última década”, ella dice, “vio una explosión de las llamadas ‘nuevas formas de trabajar’, con oficinas equipadas con espacios informales para juntas, salas para relajarse, librerías y barras de café. Estos escenarios fueron una gran liberación para diseñadores de interiores, dejaron de hacer filas seriadas de escritorios para introducir un poco de funk fotogénico. Pero no hubo reducción correlativa en los números de escritorios en otros lados. Como resultado, las oficinas están muy desocupadas casi todo el tiempo, con 50% de ocupación o menos, antes de la pandemia. Ahora es menos”. 

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Ella menciona a un gran proveedor de telecomunicaciones con quien trabajó, cuyo personal se movió de un enorme edificio premiado a una serie de espacios adaptados más pequeños, y como resultado fueron más felices. “Ellos conocían a todos en su piso y ya no merodeaban por el Mary Celeste”, ella dice. “Ellos podían caminar y hablarle a alguien”. 

Strelitz piensa que el impacto más grande del Covid-19 sería que más compañías contraigan sus activos y usen el espacio de manera más eficiente, una perspectiva respaldada por la predicción de Deloitte de un 15% de reducción en la demanda. “No es la muerte de la oficina”, ella dice, “pero tal vez es el fin de las oficinas que crecen exponencialmente”. ¿Y el destino del lounge colaborativo con cervezas, ping pong y sillones de semillas? “Todo eso no tiene mucho sentido. Esos espacios no se parecen al lugar que la gente realmente elige para trabajar. La colaboración pasa en la inmediación de una superficie horizontal y dos asientos”. 

Ella está de acuerdo que probablemente emergerá un nuevo espacio híbrido, algo entre la casa y la oficina, donde puedas escapar de tener que usar la laptop en la cocina, sin tener que aguantar el desplazamiento diario. Probablemente veremos un aumento de oficinas compartidas en los vecindarios, que ocupen los espacios que dejaron algunas tiendas grandes o tiendas departamentales, lo que no sería algo malo. “La gente quiere el ajetreo del trabajo alrededor de ellos”, dice Rees, “la oportunidad de conectar con individuos que hacen algo muy diferente. Por eso hasta las corporaciones grandes comenzaron a usar espacios en edificios de coworking como WeWork. Se dieron cuenta que podían escuchar las ideas creativas de otras personas”. 

En Londres, muchos de los grandes propietarios siguen los pasos de WeWork, le alquilan espacio a compañías más pequeñas en un régimen más flexible, en lugar de buscar inquilinos más grandes. A pesar de acechar a la oficina más grande de la capital, Harry Badham admite que el futuro de la oficina está en inquilinos pequeños que rentan espacios pequeños. “Siempre dijimos que queríamos ser el único arrendador en Londres que te rente menos espacio”, él dice. “Proveemos las facilidades comunales para el edificio para que tú no tengas que”. 

La pandemia puso a prueba seriamente al modelo de negocio del coworking, aunque, dado a lo apretados que suelen estar los escritorios, pero la caída de la demanda también se compensó por los negocios que buscan un lugar temporal como resultado de la incertidumbre. A pesar de sus problemas financieros, WeWork se mantiene como el ocupante de oficinas más grande en Londres y Nueva York. 

A pesar de toda la charla sobre un futuro con trabajo remoto, la muerte de la oficina, la libertad de mudarse al campo, o hasta trabajar desde una casa rodante, persiste una enorme división generacional en la experiencia de trabajar desde casa. Un estudio reciente de ISG encontró que los millenials y la generación Z son los más infelices y sufren más, con un tercio de productividad que cayó y malas condiciones de trabajo en casa. 

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Mientras tanto, en la ciudad, la confianza regresa. En noviembre, la Corporación de la Ciudad de Londres recibió más aplicaciones de planificación que el mismo mes del año pasado, lo que significa que las propuestas entrantes exceden los niveles pre pandémicos. “Desde que empecé a dirigir la planificación de la ciudad en la década de los ochenta”, dice Rees, “los periodistas me decían que la mayoría de la gente trabajaría desde casa en 10 años, gracias al teléfono, el fax y luego el internet. Pero entre que más tecnología invadía los trabajos de la gente, más querían verse frente a frente para rebotar ideas, o para aprender si podían confiar el uno en el otro”. Como la pandemia demostró, realmente no puedes chismear por Zoom. 

Parece que esos que predijeron la implosión de la oficina tendrán que cancelar sus planes de ocupar la ciudad, acaparar Canary Wharf, y convertir todas esas resplandecientes torres de cristal en invernaderos altos. Una vez que se dispense la vacuna, estarán de regreso, y para quedarse.

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