Phil Spector, el hechicero que encantaba con la promesa de fama y fortuna musical
Foto: EFE

La lista de abusos de Phil Spector hacia su exesposa Ronnie Spector es horrible. La amenazó con exhibir su cadáver en un ataúd de oro con cubierta de cristal si alguna vez lo dejaba. No la dejaba usar zapatos en la casa para que no se escapara y colocó alambre de púas y perros guardianes alrededor de la mansión para asegurarse de que no podría hacerlo. Una vez la dejó salir sola y tenía que manejar con un dummy de Spector, con cigarro en la boca. Gracias a la suerte y no a la misericordia, se escapó descalza por una ventana rota.

Igualmente horrible es la lista de artistas que siguieron buscando la magia de Spector a pesar de que era de conocimiento público este comportamiento amenazador. Lo hicieron Los Beatles, John Lennon, Dion, Leonard Cohen, los Ramones. Después de un período de aislamiento, regresó a principios de milenio pero duró poco. Celine Dion y Starsailor lo despidieron. En una entrevista con The Guardian de 2003, poco después de que Phil Spector fuera arrestado por el asesinato de Lana Carckson, James Walsh, el vocalista de WIgan, expresó su preocupación porque en caso de ser inocente, Spector se traumaría con el arresto. “No fue lindo verlo así”, dijo de una fotografía de Spector cuando se lo llevaba la policía. Uno esperaría que nunca viera una foto de la escena del crimen, los dientes de Clarkson regados por toda la alfombra después de que Spector le disparara en la boca. También dijo en un comunicado después del arresto de Spector: “Es difícil para mí pensar en el hecho de que sea culpable o inocente”.

Spector es famoso porque es el innovador de la técnica de grabación  “wall of sound” y por otros muchos e incontables momentos sublimes del pop. No se entienden desde su barbarismo cotidiano. Pasearse con pistolas por todos lados y apuntarlas a la cabeza de los músicos para cumplir sus caprichos. La combinación creó una fama perniciosa: si las canciones son tan majestuosas, entonces el comportamiento se justifica. El famoso sonido de los tambores de Spector, “boom-cha-boom-cha” de Be My Baby, que toca Hal Blaine, inmediatamente remite a un momento prístino de la historia del pop. El legado viviente de Spector es la del abuso de la industria de la música que nadie regula por la percepción de que el arte lo vale, o peor, que se considera “prueba” de un genio salvaje e indomable.

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Spector no sólo creó un sonido sino también un paradigma duradero del svengali de la música cuyo trabajo es tan lucrativo que no se le hace responsable y sus víctimas son apenas un efecto colateral desafortunado. Kim Fowley, el svengali de la banda de rock Runaways, hacía alarde de la explotación sexual que hacía de menores de edad. Puso un anuncio en LA zine  solicitando “rubia de ojos azules, perra sexual” novia de 18 años o menos y en 1975 supuestamente violó a una niña de 14 años alcoholizada y miembro de Runaways, Jackie Fuchs, e invitó a otros hombres a unirse. Lou Pearlman, el empresario que creó a los Backstreet Boys y a ‘NSync era conocido por tener poco tacto y por ser invasivo. El CEO de Sony Music, Tony Mottola, dijo que “era totalmente inapropiado” involucrarse con su joven artista Mariah Carey, pero lo hizo. Cuando se casaron, Carey dijo que la tenía prisionera en su casa y que controlaba cada detalle de su vida. En sus memorias de 2013, Motolla escribió: “Si parecía que estaba controlando, me disculpo nuevamente. ¿Era obsesivo? Sí. Pero esa fue una de las razones de su éxito”.

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Phil Spector retratado en los años 60. Fotografía: David Magnus / Rex / Shutterstock

Estas historias surgen tras la muerte o el fin del apogeo de los acusados. Existen ejemplos más recientes de la complicidad entre los fans y los medios. Era por todos sabido que R Kelly se casó con Aaliyah cuando era menor de edad, él le produjo su álbum debut, Age Ain’t Nothing But a Number. También había  rumores de que era depredador de jóvenes afroamericanas en Chicago. Se hablaba de esto como si fuera la trivia de un cómic, una actitud que la estrella de R&B explotaba con su absurda personalidad, hasta que la persistencia de un reportero, Jim DeRogatis, hizo que estas acusaciones ya no pudieran eludirse. Kelly se encuentra en la cárcel en espera de un juicio y se ha declarado no culpable en más de 20 acusaciones por abuso sexual. Ryan Adams, “dejaba oportunidades de carrera pendiendo en el aire mientras perseguía sexualmente a las artistas”, según un reporte del New York Times de 2019. Aún así, The Telegraph escribió cuando surgieron las acusaciones, que sí “esperamos que nuestros artistas sean paragones no sólo vamos a estar decepcionados, también vamos a tener un arte muy mediocre”. El fin justifica los medios.

Adams es una de las pocas figuras en la industria de la música que fueron acusadas públicamente y que resultan afectados después del #MeToo. Veinte mujeres acusaron al cofundador de Def Jam, Russell Simmons, de asalto sexual, pero lo niega. El ganador del Grammy, el productor Detail, quien coescribió Drunk in Love de Beyoncé y Jay-Z’s, tuvo que pagar 15 millones de dólares a una modelo y aspirante a cantante que ganó un juicio en el que lo acusaba de violación y abuso sexual y emocional en 2019. El pasado agosto lo arrestaron por 17 cargos de abuso sexual, y después se declaró no culpable.

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La industria de la música no está diversificando el mundo de la producción dominado por los hombres desde hace años. Un estudio de las 700 mejores canciones de pop de EU que se realizaron entre los años 2012 y 2018 indica que sólo el 2% de las canciones fueron producidas por mujeres. Tal vez una representación más amplia ayudaría a derrumbar la actual dinámica de poder que deja tan vulnerables a las mujeres jóvenes. “Siempre está la sugerencia de algo”, dijo Ellie Goulding a The Guardian en relación a sus experiencias con los productores, ya sea intoxicación o manipulación sexual. Pero para conseguir el cambio se tendría que dar vuelta a la concepción que tiene la industria de los mitos del pop.

No todos los productores son depredadores violentos, pero el rol ofrece una amplia cobertura para cualquiera que decida explotarlo. El mito de la escasez, según el cual los productores con recursos son como polvo de oro y pocos son tan buenos como para que puedan unirse a sus filas, fomenta el concepto de el genio intocable y hace que sea un riesgo comercial el prospecto de abrir el campo ya que con una mujer o persona binaria que fracase se confirmaría que con todos pasaría lo mismo.  El genio masculino en las juntas confiere un aura de gravedad y solidez en contraste con los jóvenes de pies ligeros que interpretan las canciones. Él puede cultivar el sonido hecho por el rey entre un sin fin de artistas, lo que es redituable y es una fuente confiable de ingresos ya que los artistas se ponen de moda o dejan de estarlo. El mal comportamiento que se realiza detrás de escenas no es tan tóxico comercialmente como las infracciones que se vuelven públicas. Se trata de un bien protegido.

Las estrellas pop, especialmente las mujeres, reciben críticas por hacer música que necesita de la participación de muchas personas y eso minimiza su capacidad como artistas. (Tan sólo lean los comentarios bajo cualquier reseña positiva del Guardian de música pop.) Los productores son fetiches y se les  considera autores, pero tampoco son nada sin un artista talentoso o una buena canción, que generalmente escribe el mismo artista, sin músicos, ingenieros o mezcladores. El cuento del  “genio solitario” creado por el publicista Derek Taylor para Brian Wilson cuando tomó el camino de la producción  a mediados de los 60 fue muy destructivo para el espíritu y la creatividad de Wilson, y sin embargo prevalece 55 años después.

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Una visión más colectivista es necesaria para acabar con este culto para no poner el potencial comercial de alguien por encima del bienestar de los demás. “Nos ven como empleados, no como artistas”, dijo Ronnie Spector al Telegraph en 2014. “No puedo hablar por todas las chicas pero yo siempre me consideré una artista. Por eso creo que todavía estoy viva para decir que las chicas nos tenemos que cuidar solas”. Mientras la industria no las apoye, siempre va a haber más hombres que se cubran bajo el manto de Spector.

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