¿Por qué los actores heterosexuales que interpretan papeles gay ya no son aclamados automáticamente?
Collage: The Guardian

En febrero de 1994, Hollywood pareció cambiar para siempre. Tom Hanks, el epítome del estadounidense común, se ganó un Oscar por su papel como el protagonista gay de una película de un estudio grande.

En retrospectiva, Philadelphia tiene sus cosas. Es melodramática, llena de tropos y hay demasiada catarsis por el martirio de su protagonista. Sin embargo, la marea parece haber dado la vuelta para bien. Hollywood no solo estaba contando historias queer, las estaba premiando. Los papeles de gays y lesbianas no eran desechados de inmediato por los agentes; eran el camino rápido para los aplausos y los premios.

Desde 2005 con Secreto en la montaña, 35 nominaciones para el Oscar han sido para papeles LGBTQ+. Ninguno de ellos, sin embargo, lo interpretó un artista abiertamente LGBTQ+. Parece que un papel gay es suficientemente valiente como para ganar una medalla. ¿Ser gay y hacer un papel gay? No tanto. Hasta la fecha, Ian McKellen es el único actor gay  que ha recibido una nominación por un papel gay, en Dioses y Monstruos.

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“Después de Secreto en la montaña”, dice Erik Anderson, editor en jefe del sitio de Hollywood AwardsWatch, “creo que más actores buscaron un papel queer para su canon y legado. En gran parte porque parece ser muy amigable para los premios”.

Era atractivo por razones menos ambiciosas, también. “Aumenta las habilidades, pero también desafía las percepciones de la audiencia“, dice Anderson. Pocos actores no buscan un trabajo demandante, o un poco de misterio para entretejer con su persona.

Así es que tal vez se pueda perdonar a los que predijeron que las ceremonias premiarían a dos dramas recientes. Ammonite de Francis Lee y Supernova de Harry McQuee. Ambas tuvieron buena recepción con actores heterosexuales en historias explícitas sobre amor gay. En Ammonite, Saoirse Ronan y Kate Winslet son una pareja clandestina del siglo XIX en Dorset. Supernova es un road trip trágico que realiza una pareja de años: Colin Firth y Stanley Tucci.

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Sin embargo ambas películas fueron despreciadas en los Oscar. La aclamación que recibió Firth por su papel en A Single Man de Tom Ford hace 10 años le fue negada. “Valor” no es un adjetivo que se use para describir a ninguno de los actores principales a menos que se asocien con las opciones de maquillaje de Winslet.

En algún momento, un papel gay dejó de ser el sabor del mes y ahora tiene un sabor raro. Los premios de la Academia de hace dos años nos dan una pista de lo que ha cambiado. Tres de cuatro premios de actuación se dieron a papeles queer: Rami Malek por Freddie Mercury en Bohemian Rhapsody, Olivia Colman por la reina Ana en La Favorita, y Mahershala Ali por Don Shirley en Green Book: una amistad sin fronteras. Pero como muchos señalaron en el momento, lo queer de los personajes era incidental, ofuscada o fatal.

A ojos de ese biopic, el diagnóstico de VIH de Mercury y su eventual muerte, no en pantalla, es un castigo inevitable para aquellos que transgreden la respetabilidad heterosexual. Green Book era igualmente regresiva. “La sexualidad del personaje de Ali es algo a lo que hay que tener lástima y que tiene que rescatar un protagonista blanco”, dice Anderson. “Que es la forma vieja, vieja, vieja de hacer personajes gay”.

“Creo que la idea de ser “valiente” por desempeñar un papel gay ya se está acabando”, dice el crítico Guy Lodge. “Con Rami Malek, aquellos a los que les gustaba su actuación estaban más impresionados con su imitación o con su físico. En realidad no escuché a mucha gente decir: ¡qué interesante que un hetero tenga el valor de interpretar a Freddie Mercury! Creo que en sí mismo ya resulta bastante común ahora”.

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El nuevo recato de la película, que contaminó el “valor” de la estrella, significa que hay una propuesta totalmente diferente de, digamos, Secreto en la montaña. Bohemian Rhapsody parece alejarse de la intimidad gráfica, Secreto en la montaña era más explícita, no menos en la escena de la tienda de acampar.

“Se hizo mucho ruido en ese entonces, de dos actores hetero que tuvieron el valor de hacer esa escena en pantalla”, dice Lodge. “Me pregunto si el valor de la narrativa estaba relacionado con el acto físico de representar el sexo gay, más que interpretar a un gay. Tal vez es por eso que entra el pánico gay”.

El destino de Ammonite y Supernova también sugiere que el cine independiente gay todavía necesita un empuje considerable para competir con los productos de estudio. A pesar de sus impecables credenciales indie, Nomadland fue distribuida por Disney. Títulos queer igual de importantes que consiguieron premios como Call Me by Your Name de Luca Guadagnino o Moonlight de Barry Jenkins, fueron aclamados en festivales de cine y su fama funcionó varios meses.

El Covid-19 acabó con las posibilidades de que Ammonite y Supernova pudieran seguir una trayectoria similar. “La gente no parece identificarse con la película”, sugiere Lodge. “Todos estuvieron de acuerdo en que Kate Winslet estuvo extraordinaria, y yo creo que es una de sus mejores actuaciones, pero la película nunca alcanzó el momentum de festival”. Supernova, por su parte, nunca despegó después del lanzamiento del festival el otoño pasado.

También hay un lado positivo en medio de toda esta crítica a las historias queer. La mala cara de los votantes es tal vez un testimonio de que hay un cambio en cómo se percibe a la gente queer desde que Hanks subió al podio. Incluso hace 10 años, muchos levantaban las cejas ante la vista de un actor de primera representando un papel gay en un drama engañoso. Ahora nadie parpadea.

Mientras más se normalicen las relaciones gay en la cultura popular va a ser más difícil construir una narrativa de publicidad en torno a ellas”, considera Lodge. “Supernova tuvo que venderse como un drama universal, y lo es, pero es difícil de hacer”.

Además, lejos de estar sorprendidos porque se atrevieron a representar un papel queer con su aparente persona hetero, los actores ahora son cuestionados en los medios por quitarle el trabajo a los interpretes gay.

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Aunque nombres claves como Derek Jacobi ha rechazado la comparación con Russell T Davies por representar otra sexualidad como “blacking up”, las cuatro estrellas de Ammonite y Supernova han tenido cuidado de no criticar una industria en la que, como dice Winslet, los actores LGBTQ+ todavía tienen miedo de salir del closet porque ya no les darían papeles hetero.

Firth ha dicho más, y le quita la culpa al sistema. “Representar un papel es como una presunción insufrible”, dijo. “No sabes nada sobre la experiencia de vida de esta persona y, sin embargo, presumes de adentrarte en él y de convencer a todos de que se trata de una experiencia muy profunda.

Eso es algo que siempre me ha molestado pero así es el trabajo. Solo esperas que resulte algo que suene verídico”.  

El estreno de Supernova se pospuso a causa de la pandemia y, tal vez, por la esperanza de que sus posters pudieran proclamar todos los premios que han recibido sus estrellas. El hecho de que se haya ignorado de esta forma a una película gay parece, de alguna manera, que hay progreso.

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