Los españoles deberían comer menos carne para limitar la crisis climática, dice el ministro
Hileras de jamón ibérico de bellota curado en la fábrica de Estrella de Castilla en Guijuelo, cerca de Salamanca, España. Foto: Denis Doyle/Getty Images

Comer menos carne será un factor clave para ayudar a España a mitigar los efectos de la emergencia climática, ralentizar el proceso de desertificación y proteger su vital industria turística, declaró el ministro de Consumo del país.

Alberto Garzón señaló que la gente en España tiene que darse cuenta del enorme impacto que tiene en el medio ambiente el consumo de carne –en particular la carne de res criada en mega granjas industriales– y cambiar sus hábitos alimenticios en consecuencia.

“La gente aquí conoce el papel que desempeñan los gases de efecto invernadero en el cambio climático, pero suelen relacionarlo con los automóviles y el transporte”, comentó Garzón a The Guardian.

“No fue hasta hace muy poco que todos comenzaron a fijarse en el impacto de la cadena de consumo animal y, particularmente, en el impacto de la carne de res. Otros países habían avanzado bastante en esto, pero en España ha sido un tabú“.

El ministro afirmó que la geografía del país lo volvía profundamente vulnerable al cambio climático, y añadió que la España que la ciudadanía conoce y ama corre el riesgo de desaparecer para siempre.

“Si no actuamos, no solo nos enfrentaremos al cambio climático, sino a la triple crisis: la pérdida de biodiversidad, la contaminación y el cambio climático”, señaló.

Sería el fin para un país como España. España es un país de la cuenca mediterránea –no es Reino Unido ni Alemania– y la desertificación es un problema muy grave para nuestro país, entre otras cosas porque depende mucho del turismo. Visitar un desierto no es tan atractivo como visitar la Costa del Sol”.

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Alberto Garzón en el Ministerio de Consumo en Madrid. Foto: Anadolu Agency/Getty Images

Garzón comenta que los españoles no tienen que dejar de comer carne, sino que sugiere que consuman una cantidad mucho menor y que se aseguren de que es de buena calidad, por el bien de su salud y del medio ambiente. Contrasta los productos económicos de producción masiva con la carne criada de forma tradicional.

“La ganadería extensiva es una forma de ganadería medioambientalmente sustentable y que tiene un gran peso en zonas de España como Asturias, partes de Castilla y León, Andalucía y Extremadura”, indicó.

“Eso es sustentable; lo que no es en absoluto sustentable son estas llamadas mega-granjas… Encuentran un pueblo en una parte despoblada de España y ponen 4 mil, o 5 mil, o 10 mil cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y después exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados”.

El ministro también mencionó un reciente informe que reveló que 20 empresas ganaderas son responsables de más emisiones de gases de efecto invernadero que Alemania, Gran Bretaña o Francia.

Garzón, un economista que es el coordinador de la alianza de Izquierda Unida en el gobierno de coalición liderado por los socialistas españoles, fue noticia cuando en julio instó a los ciudadanos a reducir su consumo de carne.

Destacó que el español promedio consume más de un kilo de carne a la semana, a pesar de que la agencia alimentaria del país recomienda que los ciudadanos consuman entre 200 y 500 gramos, y que España es el país de la Unión Europea que consume más carne, sacrificando 70 millones de cerdos, reses, ovejas, cabras, caballos y aves cada año para producir 7.6 millones de toneladas de carne.

Sus peticiones fueron objeto de burla y rechazo, incluso por parte de sus propios socios de gobierno. El ministro de Agricultura señaló que el sector agrario era objeto de “críticas profundamente injustas cuando merece respeto por el trabajo honesto que realiza tanto para nuestra alimentación como para nuestra economía”, mientras que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pareció burlarse de la sugerencia, comentando: “Hablando personalmente, es difícil superar un filete a término medio“.

Garzón atribuye las críticas amistosas a lo que denomina diplomáticamente “los diferentes programas y políticas” de los partidos de la coalición, y asegura que siempre supo que enfrentarse a la industria cárnica provocaría una respuesta furiosa.

“Sabíamos desde el principio que el tema sería polémico, pero era necesario llevarlo a cabo”, dijo. “Otros países –como Alemania, Reino Unido y Francia– están muy adelantados en esto. Fue la primera vez en España que alguien del gobierno dijo lo que los científicos han estado diciendo desde hace mucho tiempo”.

El ministro también observó que la mayoría de las críticas públicas procedían de hombres que, al parecer, “sentían que su masculinidad se vería afectada por el hecho de no poder comer un pedazo de carne o realizar una parrillada”. Las mujeres, en cambio, se mostraron mucho más receptivas al mensaje.

“Creemos que una parte de la sociedad ya estaba preparada para esto y se había mentalizado”, comentó. “Pero todavía teníamos que presionar y no había ningún partido político que nos apoyara. Ni uno. Ni siquiera dentro de la coalición de gobierno”.

No obstante, Garzón está convencido de que en España por fin se está llevando a cabo un debate público sobre la carne que se debió haber producido hace tiempo.

“Las organizaciones de la sociedad civil y las asociaciones de ecologistas, pediatras, médicos y nutriólogos salieron a defendernos hasta el final”, dijo.

“Creo que eso nos ayudó a ganar el debate porque se debatió el tema durante tres días en todos los programas de noticias y en los bares”.

El resto de las reformas del ministro –que incluyen la represión del sector de las apuestas en España, la prohibición de los anuncios publicitarios de alimentos poco saludables dirigidos a los niños y una huelga simbólica de juguetes para evidenciar los estereotipos de género– no siempre le han permitido ganarse la simpatía de algunas empresas.
También lo han convertido en el blanco favorito de la derecha española, que lo acusa de entrometerse en la vida de los ciudadanos.

Los intentos de Garzón por denunciar el sexismo inherente en muchos juguetes recibieron recientemente críticas por parte del partido de extrema derecha Vox.

“Creo que a Garzón se le olvida que nos corresponde a nosotros como padres decidir lo que compramos”, dijo su vocera en Madrid, Rocío Monasterio. “Yo iré a comprar un montón de muñecas y cunas para mis hijas y compraré carros, tractores y tanques para mis sobrinos. Y creo que en Navidad todos deberíamos atiborrarnos de carne.

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