Jadear, gemir y ‘ojos de orgasmo’: la pareja que tiene sexo en su podcast
Lacey Haynes, de 37 años, y Flynn Talbot, de 40, se conocieron en Berlín hace 10 años y tuvieron una conexión instantánea. Foto: Muir Vidler/The Guardian

Lacey Haynes es una “sanadora intuitiva” de mujeres, y guía a las parejas en el “sexo elevado” basado en el yoga. Cuando abre la puerta de su casa, lo primero que observo en la podcaster canadiense son sus modernas pantuflas de piel sintética y su elegante y contundente fleco. Me pregunto dónde está el uniforme occidental de los gurús del bienestar compuesto por una túnica de lino, pantalones con estampado de elefante y joyas en la cabeza culturalmente inapropiadas.

Dentro de la sala de estar, veo el sillón de color rosa intenso que el esposo australiano de Haynes, Flynn Talbot, entrenador de vida masculina y compañero de la práctica del sexo elevado, que llama “isla del amor”. Los seguidores de su podcast -Lacey and Flynn Have Sex- lo conocerán como uno de los muchos lugares de su casa en los que se toman el título de forma literal, grabándose teniendo sexo en el cuarto, en el taburete de la cocina y en otros lugares.

Sin embargo, el evento principal no es el sexo, sino la plática. En cada episodio, Haynes, de 37 años, y Talbot, de 40, hablan de técnicas y temas relacionados con el sexo y las relaciones, abarcando todos los aspectos, desde la superación del rechazo hasta los placeres del sexo oral; desde el replanteamiento del orgasmo como el objetivo final hasta cómo navegar por la intimidad con enfermedades comunes como las infecciones urinarias y la eyaculación precoz.

Su misión es ayudar a los oyentes que tienen pareja a tener un sexo más satisfactorio y a transformar las experiencias sexuales inexistentes o superficiales en algo físicamente placentero, emocionalmente fortalecedor y espiritualmente edificante. A partir de ahí, ellos consideran que el cielo es el límite: el sexo “elevado” puede llevar a una mejor salud mental y física, e incluso a una mejor carrera profesional.

Después de todo, eso fue lo que les ocurrió. Tal y como cuentan a sus oyentes, su relación comenzó “caliente y pesada”, antes de que “el sexo muriera”, dice Haynes. No obstante, en lugar de “vivir el resto de nuestros días así”, decidieron invertir en su vida sexual. Se convirtió en un proyecto en el que trabajaron juntos, tomando influencias del yoga y de libros sobre todo tipo de temas, desde dietas y anatomía hasta política y memorias.

“Se trata de un podcast que no se puede escuchar en público. Se les escucha jadear, gemir y dirigirse mutuamente hacia el orgasmo”.

El proyecto terminó transformando su relación y los llevó a crear su propio negocio, que ofrece servicios de asesoría privada, cursos en línea e incluso retiros. Haynes se centra en las mujeres -y amplía su trabajo sobre las relaciones para incluir el embarazo-, mientras que Talbot se encarga de los hombres. Todo lo llevan a cabo desde su idílica casa en Sussex, mientras compaginan la crianza de sus dos hijos educados en casa.

Su trabajo no podría haber llegado en un mejor momento. A pesar de vivir en una época de hipersexualización, en la que un mayor número de británicos sintoniza Pornhub en lugar del noticiero BBC News, las personas de todos los grupos demográficos tienen menos sexo que hace 10 años, de acuerdo con una encuesta de 2019 publicada en el British Medical Journal, que también reveló que las parejas y los mayores de 25 años son quienes experimentan el mayor descenso. Según la consultora Relate, el 29% de las parejas consideran sus relaciones como “carentes de sexo”, y la mitad de las mujeres y casi dos tercios de los hombres que participaron en la encuesta del BMJ dijeron que querían tener más. Si a esto le añadimos una pandemia en la que el 78% de las parejas que vivían juntas experimentaron un cambio en su actividad sexual (y no para mejor), probablemente no sea de extrañar que Haynes y Talbot hayan encontrado una audiencia. Pero con los devotos también vienen los críticos y, como descubriré, algunos de los puntos de vista más controversiales de la pareja han atraído críticas.

Mientras tomamos el té en la cocina, los escucho discutir cariñosamente sobre cómo calentar los pastelitos y disfruto de las imitaciones que hace Haynes de sus hijos suplicando que se queden despiertos hasta tarde. No hay nada en esta conversación que sugiera sexo, pero no dudo que podría tomar ese rumbo. Al fin y al cabo, ese es uno de sus mensajes clave: que demasiadas parejas esperan a que aparezca el vago y misterioso “estado de ánimo”, cuando siempre tienen en sus manos la posibilidad de tener sexo, ya sea antes del trabajo, una vez que los niños estén en la cama, o justo después de un croissant al mediodía en un atípico y caluroso jueves de otoño.


Haynes y Talbot no tenían previsto grabarse teniendo sexo; simplemente ocurrió. “Nuestra intención era tener sexo fuera del podcast, y después venir a hablar de ello”, comenta Talbot. Pero esa primera grabación de abril de 2021 -ideada solo unos meses antes- “desarrolló su propio ímpetu”, dice Haynes, ya que la plática sobre el sexo se convirtió fácilmente en los juegos preliminares y después en el acto mismo. Su enfoque para los segmentos de sexo del podcast consiste en hablar de lo que están haciendo y de cómo se siente con todo detalle. Su elección de palabras comprende desde lo etéreo (“Veo tu luz brillar”, puede decir uno de ellos mientras se deleita con la “energía” y el “aura” del otro), hasta términos normalmente censurados: “Lacey está jalando mi pene”, podría decir Talbot; o de Haynes: “Está lamiendo el lado de mi vagina”. Se trata de un podcast que no se puede escuchar en público. El oyente los escucha jadear, gemir y dirigirse mutuamente al orgasmo.

En muchos sentidos, vivimos en la era del “overshare”, es decir, cuando el hecho de ofrecer demasiada información convierte a la gente común en estrellas virales. De hecho, un rápido vistazo a las listas de podcasts revela que los temas que antes eran muy personales (la psicoterapia, el embarazo y el sexo) están impulsando una gran interacción. Pero incluso para los estándares actuales, Lacey and Flynn Have Sex resulta impactante.

Sin embargo, no todos los episodios terminan en éxtasis. El oyente también escucha la angustia de Haynes cuando el sexo desencadena recuerdos difíciles; destellos de disgusto si uno de ellos hace algo que no le gusta al otro; y el sonido que se produce al arrastrar los pies cuando hay incomodidad física. Todo esto se comenta con detalle: un ejemplo real y auténtico de cómo hablar de (y durante) el sexo.

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Estilismo: Peter Bevan. Peinado y maquillaje: Sadaf Ahmad. Imagen principal: Lacey luce ropa interior, lesgirlslesboys.com; Flynn viste: ropa interior, cdlp.com. Imagen superior e inferior: Lacey luce un body, weekday.com; Flynn luce ropa interior, lesgirlslesboys.com. Foto: Muir Vidler/The Guardian

La pareja se conoció en Berlín hace más de 10 años, cuando Talbot, que en ese entonces trabajaba como artista de la luz, seguía sin ir a las clases en el estudio de yoga de Haynes.

“Entonces ella organizó una fiesta de Navidad y yo fui a ella”, recuerda Talbot. ¿Fue amor a primera vista? “No. Lo primero que pensé fue: ‘Vaya, es súper canadiense. Y ruidosa. Imagínate vivir con ella'”, se ríe.

No obstante, hubo una conexión instantánea. “En realidad yo tenía una relación”, dice Haynes.

“Y pude haber seguido en ella y haber ignorado el 15% de la relación en la que no era feliz, como lo hace mucha gente. Pero entonces conocí a Flynn. Simplemente quedé fascinada por él. Reconoció mi espíritu emprendedor y yo el suyo. Y era alto. Como dice Melissa McCarthy en Bridesmaids, quise subirme a él como a un árbol”.

Durante los siguientes años, fueron sexualmente insaciables y estuvieron locamente enamorados, manteniendo la pasión a través de mudanzas desde Berlín a Australia pasando por Sudáfrica, antes de casarse en Nueva Escocia y establecerse en el Reino Unido en 2014. Fue en esa época cuando su vida sexual disminuyó, empeorando después de tener su primer hijo en 2017. ¿El problema? Talbot quería más sexo que Haynes.

El hecho de que una persona quiera más sexo que la otra es un problema común en las parejas que tienen largas relaciones. “Yo simplemente estaba como, todo lo que quiero es con Lacey”, dice Talbot, recordando su frustración. “Entonces, ¿por qué no podemos cultivar eso?”.

“Sentí resentimiento”, cuenta Haynes. “Lo satisfacía y decía: ‘Uf, así me libro de dos semanas’. Esto puso a Flynn en algo que llamamos el bucle del rechazo, donde se me acercaba y era rechazado”.

La transformación no fue un proceso sencillo. “Lacey lloraba a mares, tenía crisis emocionales”, recuerda Talbot. Pero todos los domingos fijaban una cita para tener sexo y comer hotcakes. Ese fue el primer paso. “El mérito es de Lacey, que se presentó”, dice.

La pareja comenta que aprendió que el sexo no es solo una experiencia placentera, sino un lugar para trabajar con las emociones y los traumas. En un episodio sobre “rage fucking”, hablan de la oportunidad de liberar sentimientos de ira a través del sexo y la masturbación. Incluso hablan del sexo como un lugar en el que tienen algunas de sus ideas empresariales más brillantes. (Haynes incluso solía ofrecer capacitación empresarial “impulsado por la vagina”, en el que utilizaba su práctica para ayudar a las mujeres a desbloquear sus objetivos profesionales).

“Quería que Lacey se sintiera segura para explorar. Estoy casado y quiero tener relaciones sexuales increíbles con ella. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario”.

Los oyentes notarán su jerga lingüística: una mezcla de lenguaje new-age, referencias a la cultura pop y, sobre todo, el tipo de “lenguaje terapéutico” que domina los contenidos de autocuidado existentes en internet. ¿Consideraron la terapia? ¿Consideraron la posibilidad de recibir terapia matrimonial? “Sinceramente, no”, responde Haynes. “No creí que alguien tuviera la profundidad de comprensión que yo quería, para llevarme a un viaje intuitivo que completara mi sanación. Se trata de algo que tenía que hacer yo misma, y con Flynn”.

Talbot comenta que una labor fundamental para los hombres en las relaciones sexuales es proporcionar seguridad emocional. “No tenía una barrera emocional que me impidiera actuar y disfrutar del sexo, aunque he aprendido que tengo otras áreas en las que puedo trabajar”, comenta. “Pero quería que Lacey se sintiera segura para explorar, porque soy un líder, soy una persona que apuesta todo o nada. Estoy casado y quiero tener relaciones sexuales increíbles con Lacey. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario”.

¿Alguna vez se preocuparon de que el otro se fuera si la situación se volvía excesiva? No, responden con seguridad. “Sabemos que algunas parejas no tienen ese nivel de seguridad”, señala Haynes. “Y nunca le aconsejamos a las personas que hagan lo que nosotros hicimos si no se encuentran en una situación segura”.

Al final, valió la pena. Mientras intentaban recuperar ese sexo estupendo, descubrieron algo aún mejor. Haynes cuenta que, cuando recuerda los principios de su vida sexual, ve que el dolor durante el coito era algo normal. Pero ahora, dice, al haber aprendido a desestresarse por completo y a liberar cualquier tensión mental, corporal y espiritual, el sexo con penetración no causa dolor.

En su clase “pussy-gazing”, que actualmente ofrece como taller en línea, Haynes les enseña a las mujeres a ponerse un espejo entre las piernas y a trabajar con cualquier sentimiento de vergüenza sobre su vulva. En un principio, la clase la llevó a festivales en todo el Reino Unido, ya que la pareja detectó la demanda insatisfecha de capacitación en temas íntimos. “Nos dijimos: si fuéramos valientes, ¿qué ayudaría de verdad a la gente?”, dice Talbot. Así nació el podcast. Desde entonces, su número de oyentes ha crecido de forma constante, encontrando oyentes en 50 países hasta alcanzar las 40 mil descargas.

Aunque no le han dicho a su vecino jubilado lo que hacen en casa (“Creo que le daría un infarto”, comenta Talbot), sus amigos y familiares los han apoyado rotundamente, incluso en su pequeño y unido pueblo. Además, tanto Haynes como Talbot señalan que el hecho de trabajar en su proyecto ha reforzado su relación. “Tenemos conversaciones para las que normalmente no tendríamos espacio a través de este podcast”, dice Haynes.


La “isla del amor” no es más que uno de los varios lugares en los que Haynes y Talbot se graban. En el estudio de grabación que ocupa el cuarto que les sobra, me pregunto si el colchón individual en el suelo con el descarado edredón con estampado de senos es otro. Resulta que ahí es donde duerme Talbot cuando trabaja hasta muy tarde o si Haynes está en la cama principal con sus hijos. Para la grabación de hoy, los niños se encuentran con su niñera, y el plan es crear un episodio en el que solo haya plática.

Haynes y Talbot se sientan uno frente al otro, casi rodilla con rodilla. Me doy cuenta de que mi presencia, escribiendo notas mientras ellos hablan, es un poco perturbadora (lo dicen en su podcast, refiriéndose amablemente a mí por el nombre falso que elegí, Esmeralda), pero son capaces de olvidarlo, y en pocos minutos sus ojos solo son para ellos. Al ver cómo trabajan entre ellos, resulta evidente que no solo toman con seriedad su trabajo, sino también la energía que se desprenden el uno del otro. ¿La grabación implica algo sexy? “No, no tenemos un extraño fetiche en el que queramos exponernos, sino solo a través del sonido”, ríe Talbot.

Parecen tranquilos, mucho más en comparación con los nerviosos pero excitados presentadores que escuché en el primer episodio. Pero incluso entonces se mostraban cautelosos respecto a su actuación para la audiencia. (“Se sentía auténtico y verdadero, y ahora se siente performativo”, dice Talbot en medio del sexo del primer episodio, antes de retomar la sesión).

Haynes comenta que la interpretación del sexo es algo que ha estado “desentrañando” durante algún tiempo. “Hay que jugar con el voyerismo, querer ser visto y llevar una máscara, con frecuencia para satisfacer la mirada del otro. Y eso es diferente a ser testigo de tu vulnerabilidad y tu verdad. Nunca quiero que me enmascaren en mi relación, en mi vida o en este podcast”, dice Haynes.

Esta es la mayor enseñanza que obtengo al escuchar su podcast: la cantidad de trabajo y autoconciencia que se necesita para alejar la actuación de los encuentros sexuales, incluso entre parejas, incluso en privado. Esto hace que nos preguntemos: ¿qué roles estamos interpretando y dónde los aprendimos?

Me recuerda una conversación que tuve con la académica feminista Gail Dines hace algunos años. Ella argumentaba que el sexo es como comer, en el sentido de que tenemos una necesidad biológica de hacerlo. Pero la forma en que comemos -ya sea con palillos o con cubiertos, sentados en el piso o en una mesa- depende de las influencias culturales. Entonces, ¿qué nos ha enseñado la cultura sobre cómo tener sexo? ¿Aprendimos de las películas de Hollywood? ¿El mundo irreal y frecuentemente degradante de la pornografía en línea? ¿Las clases de educación sexual centradas en evitar el embarazo? ¿Los cuentitos de los chicos de la preparatoria o los murmullos que se escuchan a través de la pared de un cuarto universitario? Es posible que Lacey and Flynn Have Sex no sea para todas las personas, pero al menos su oferta de un origen diferente es útil.

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Haynes y Talbot consideran que el sexo ‘elevado’ puede llevar a una mejor salud mental y física, e incluso a una mejor carrera profesional. Foto: Muir Vidler/The Guardian

Sin duda, algunas personas se sentirán desanimadas por sus pomposos términos -se refieren a sí mismos como visionarios- o por su lenguaje no censurado. Su respuesta en el podcast consiste en pedir a los oyentes que no ignoren todo su mensaje a causa de unas pocas palabras desagradables. Personalmente, diría que esa misma lógica es válida para otras partes de su trabajo, en las que se vuelve demasiado new age, o simplemente demasiado. Por ejemplo, puedo apreciar las similitudes anatómicas entre las cuerdas vocales y la vagina. Sin embargo, cuando lo mencionan en el podcast con relación a la expresividad vocal de las mujeres durante el sexo, suena mi alarma.

Les pregunto a Haynes y Talbot por qué hablan de lo masculino y lo femenino como si fueran prototipos. “En realidad, hablo de energías”, responde Haynes, moviendo sus dedos índice y corazón uno contra otro, para transmitir mitades conectadas pero diferentes. “Así como el día y la noche, el sol y la luna. Si te identificas más con lo femenino o lo masculino, tienes diferentes estilos de comunicación y de resolución de problemas”. No obstante, explica, eso no significa que debas tener un aspecto determinado para relacionarte con esa energía, ni siquiera que se te asigne biológicamente.

En cuanto a la inclusividad, la pareja comenta que se resignó a no ser capaz de cumplir plenamente con este aspecto, y que está aceptando que su trabajo se limita a las parejas heterosexuales -o al menos es más adecuado para ellas-. Recuerdan que una persona no binaria asistió a uno de sus talleres presenciales, y cuando el grupo se separó en espacios masculinos y femeninos para trabajar con Haynes y Talbot por separado, esta persona no sabía a dónde ir. “Hablé con la persona después de que nos dijo que no siempre se sentía segura en el curso”, cuenta Haynes. “Nos ayudó mucho a entender que existe un límite en cuanto al grado de inclusión que podemos tener”, dice Talbot.

“Recibo mensajes de personas que me dicen que soy una Terf [feminista radical trans-excluyente] porque hablo de ‘poder’ y ‘femenino’, y después recibiré un mensaje de una mujer trans diciendo que mi taller de ‘pussy-gazing’ la ayudó por completo a sentirse conectada después de conseguir su nueva vagina”, comenta Haynes, con tono exasperado. “Quiero vivir en un mundo en el que pueda decir: ‘Esta clase ayudará a este tipo de personas, y si no eres tú, te queremos, pero esta clase no te ayudará’. Eso no significa que esté intentando apartar a otras personas y que las quiera menos. No creo que su experiencia y lo que son sean menos válidos”.

De los dos, es evidente que Haynes se ha llevado la peor parte de las críticas. No cabe duda de que tiene opiniones poco convencionales: después de que concedió una entrevista a The Guardian sobre el parto sin asistencia médica, los usuarios argumentaron que era peligroso, irresponsable y que sonaba a privilegio de clase media el rechazar la ayuda que las mujeres de todo el mundo necesitan desesperadamente.

En fechas más recientes, Haynes anunció en sus redes sociales que no se había vacunado contra el Covid-19. No lo sabía cuando nos reunimos, pero cuando volví a hablar con la pareja por videochat, se mostraron incómodos, preocupados de que todo su trabajo se redujera a esta postura. Más tarde me envían un correo electrónico: “La misma característica que nos permite tener sexo en un podcast y dar a luz libremente a nuestros dos hijos es la que nos hace desafiar el statu quo en otros ámbitos. Esto podría provocar que nuestras decisiones sean mal vistas o difíciles de entender para los demás, pero en última instancia, lo que más nos preocupa es ser fieles a nosotros mismos y a lo que creemos que es correcto. Nuestro podcast trata sobre cómo gobernar tu propio cuerpo y vivir tu propia vida. Y adoptamos esa postura en todas las facetas de la vida”.

“La mayoría de los hombres están perdidos en la cama. Saben cómo penetrar pero no saben cómo conectar”.

Me gustaría preguntarle a la pareja sobre el dinero. Desde hace muchos años me inquieta el espacio de la autoayuda y el bienestar, y si es moralmente correcto sugerir que las personas pueden transformar sus vidas si simplemente hacen esto, comen aquello o piensan esto o lo otro. ¿Acaso no es cobrarle a la gente una falsa promesa? ¿Y no implica que los problemas y traumas que experimentan las personas -que con frecuencia están relacionados con la injusticia y la falta de equidad de la sociedad- son de alguna manera culpa del individuo por no tomar las decisiones correctas, no ser lo suficientemente firme o no aprovechar su “poder”? ¿No sería más honesto decir: la autoayuda es un curita que te puede ayudar a sobrellevar un mundo desastroso, pero que no puede curar la enfermedad?

Espero que se pongan a la defensiva, pero en cambio me escuchan con atención antes de que Talbot reflexione en voz alta: “En ese sentido, tal vez nuestro trabajo es un curita…”.

“No”, interviene Haynes. “Somos un cincel. Te damos un pequeño martillo y un clavo para que empieces a desarmar todo. No quiero que la gente lo tape. Quiero que profundicen”.
Tengo curiosidad acerca de los problemas que tienen los hombres heterosexuales con el sexo.

“La mayoría de los hombres están perdidos en la cama. Saben cómo penetrar, pero no saben cómo conectar”, comenta Talbot. “Durante generaciones, los hombres han sido condicionados para reprimir sus emociones. Y sin embargo, las emociones verdaderamente expresadas y la vulnerabilidad son el camino hacia una conexión profunda con las mujeres”.

“El hecho de no saber emplear el poder de la expresión pone a los hombres en gran desventaja, dentro y fuera del cuarto. Es la razón por la que muchos hombres viven con una profunda frustración y enojo que está a flor de piel todos los días”.

Y ¿qué hay de la pornografía? ¿Seguro es un factor? En un episodio reciente, Talbot describe que lleva seis meses libre de su hábito semireglamentario de las cam girls. ¿Renunciar a la pornografía es algo que él recomendaría a los demás? “Sí, porque no hace más que perpetuar el ciclo de necesitar estimulación visual cuando deberías estar creando una comprensión más profunda de tu propio placer. Y entonces, cuando llegues a tener placer con otra persona, será mucho mejor”.

Mientras terminamos, Talbot me cuenta una historia sobre uno de sus clientes. “Suelo dejarle a la gente la tarea de explorarse a sí misma, no solo masturbarse, sino sentirse a sí mismo, frotar su cuerpo, aprender su propio placer”. Como parte de este trabajo, el cliente aprendió técnicas sobre cómo no llegar al clímax, sino acercarse a él. Disfrutaba tener su control y la sensación. “Y hace dos semanas me dijo que tuvo un orgasmo, y que fue el mejor de su vida. Desde entonces, dejó de consumir pornografía”.

Sin pensarlo, solté un agudo “¡Sí!”. “¡Bien por él!” grito, aplaudiendo. Es extraño sentirse tan genuinamente feliz por la vida sexual de un hombre que no conozco.
“¿No es agradable cambiar la narrativa sobre los hombres que se disfrutan a sí mismos?”, pregunta Haynes.

En mi camino a casa, me siento extrañamente ligera. No estoy de acuerdo con todo lo que dicen Haynes y Talbot, pero resulta difícil negar su valentía al exponerse semana tras semana, y el valor de ofrecer un modelo diferente de sexo satisfactorio. Y es un modelo que, en el fondo, lucha por algo bastante tradicional: el compromiso de la monogamia, las familias felices, el amor.

“Qué típico”, pienso, sorprendida de lo sexy que puede resultar ser una persona típica.

Consejos para un gran sexo

La comunicación es la clave

Antes de lograr tener relaciones sexuales con alma y sin preocupaciones que impliquen la comunicación con señales no verbales, es necesario que te sientas cómodo para decir si algo te excita, no te excita, te provoca o te duele.

No te lo tomes como algo personal…

…si estás jugando con tu pareja y no lo disfruta, di: “Lo siento, otra persona lo encontró agradable. ¿Qué es lo que a ti te resulta agradable?” comenta Haynes. Talbot señala que los hombres deben saber que “hablar de sexo no te convierte en un mal amante”.

Habla de tu pasado sexual

A menudo, los problemas sexuales actuales son el resultado de experiencias, traumas o narrativas pasadas.

Utiliza más tu cuerpo

En lugar de limitarse a penetrar, con todo el movimiento procedente de las caderas, Talbot sugiere conectar los torsos y los corazones. “Sean como dos serpientes que se retuercen juntas”. Utiliza la respiración controlada para ralentizar las sensaciones y prolongar la experiencia, trasladando la atención a otras partes del cuerpo.

Reescribe tu guion de poder

Haynes comenta que la narrativa en la que el hombre tiene todo el poder puede contribuir a la insatisfacción de las mujeres respecto al sexo con penetración. Pero existe poder en dejarse llevar y permitir que alguien entre, emocional y físicamente. En eso consiste el sexo con alma.
Escucha el podcast de Lacey y Flynn aquí.

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