Cómo las radios de 10 dólares y los mototaxis ayudan a acabar con la mutilación de las niñas
Ayodeji Bella, una activista contra la MGF del sur de Nigeria, reclutó a taxistas para que difundieran mensajes contra la MGF durante el confinamiento.

A Ayodeji Bella le exigió valor para plantear el tema de la mutilación genital femenina (MGF) en su comunidad rural en el sur de Nigeria. Sabía que los jefes locales eran la clave para cuestionar las creencias que rodean esta práctica, pero cuando Bella, que fue mutilada a los cinco años, abordó el tema con un anciano de su aldea, recibió un regaño.

“Era joven y soltera y no me tomaban en serio”.
Cuatro años después, los jefes tribales contactan directamente a Bella para pedirle consejo sobre cómo erradicar la MGF.

Bella, una de las mil activistas de base de 10 países africanos respaldadas por Global Media Campaign (GMC), ahora presenta debates en las cadenas de televisión. “Cuando comencé a aparecer en la televisión, no me pudieron callar”, comenta. “Tuvieron que escuchar y ahora los líderes tribales me contactan y me dicen ‘vamos a hablar de la MGF'”.

En los últimos tres años, la MGF prácticamente ha sido erradicada en una de las comunidades en las que trabaja Bella.

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La activista contra la MGF, Ayodeji Bella (derecha), sabía que los jefes locales eran la clave para cuestionar las creencias respecto a esta práctica nociva.

Según Maggie O’Kane, experiodista de The Guardian y cofundadora de GMC, colaborar con los medios de comunicación locales es la forma más eficaz de cambiar las opiniones.

“Fuimos pioneros en este nuevo modelo de activismo y ahora, debido a que tenemos los datos que demuestran que funciona, contamos con grandes organizaciones como el UNFPA y Plan [International] que lo apoyan.”

Desde 2016, GMC ha recaudado 6.4 millones de dólares, destinándolos directamente a pequeños grupos locales.

“Realmente creo que si les damos más dinero a estas mujeres de primera línea, podemos acabar con la MGF para el año 2030. No desperdician ni un centavo”, señala O’Kane.

Once encuestas independientes sobre el impacto en países como Sierra Leona y Nigeria mostraron el éxito de las pequeñas subvenciones, que suelen ser de entre 300 y 500 dólares.

Tres años de encuestas en la región del río Tana, en Kenia, mostraron que el apoyo para el tipo tres más grave de MGF se redujo del 89% al 5%.

En Malí, los fondos permitieron realizar 193 campañas en los medios de comunicación locales y nacionales, acumulando 468 horas de emisión que llegaron a 86 millones de personas.

Posteriormente, un estudio independiente realizado por 60 Decibels en 2021 registró un descenso del 8% en el apoyo a la MGF en los pasados seis meses.

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La comunidad de Kangaba, una de las cinco aldeas de Malí que firmaron un acuerdo local para eliminar la MGF en sus comunidades. Foto: Plan International

O’Kane comenta: “Hace 18 meses, el jefe de la televisión de Malí ni siquiera permitía que se mencionara la MGF al aire, sin embargo, ahora se muestra el impacto negativo de la mutilación de las niñas en anuncios televisivos en horario de máxima audiencia que llegan a 5 millones de personas cada noche, y las tasas de mutilación están disminuyendo”.
Actualmente, el Banco Mundial ha aportado 50 mil dólares para seguir progresando en este tema.

“Antes existía esta idea de que se podía tener una política panafricana, uniforme para todos, para hacer frente a la MGF”, explica O’Kane. ” Sin embargo, los factores que impulsan la mutilación de las niñas varían. En Sierra Leona, tenemos las sociedades secretas denominadas Bondo, dirigidas por mujeres, mientras que en Somalia todo está relacionado con la religión, y en Nigeria, los jefes tribales son los que tienen el poder”.

O’Kane comenta: “Nuestros activistas utilizan pequeñas emisoras de radio y televisiones baratas, hacen trueques con sus contactos. Tenemos toda una red no oficial experta en la negociación del tiempo al aire”.

La plataforma de mensajería WhatsApp se encuentra en el centro de las redes de activistas, vinculando a los activistas, que se ofrecen apoyo mutuo y se aseguran de que se contabilice el dinero. “Para que este modelo funcione, las cuentas tienen que ser irreprochables”, dice O’Kane.
Bella proviene de la aldea de Wanikin, en Osun, un estado que tiene los índices más altos de MGF en Nigeria.

Comenta: “Con frecuencia vemos que los fondos de las grandes ONG se quedan en Abuja o Lagos”. Las subvenciones más pequeñas han apoyado la labor de cuestionar creencias muy arraigadas en comunidades de difícil acceso.

“Para algunas personas de la zona en la que vivo, la mutilación es una profesión que se transmite de generación en generación. Quieren proteger el legado de su padre continuando la práctica, así que nuestro trabajo consiste en desafiar ese sistema de creencias“.
Ifrah Ahmed utiliza las subvenciones para proyectos de radio en Somalia.

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Ifrah Ahmed utiliza las ondas de radio para difundir el mensaje. Foto: Niall Carson/PA

La fundadora de la fundación Ifrah Foundation trabaja en campamentos de desplazados por motivos de hambruna y guerra, después de escuchar sobre mujeres que murieron al dar a luz por complicaciones relacionadas con la MGF. Ahmed distribuye radios de 10 dólares y dice que ya ha notado un cambio de actitud.

“Las mujeres embarazadas a las que se les practicó el tipo tres de MGF están muriendo debido a la forma en que las cortaron. En algunos casos, nos enteramos de que tanto la madre como el bebé mueren porque la madre puja durante varios días, pero el bebé se queda atascado.

“Ahora estamos utilizando las ondas de radio para difundir el mensaje -con frecuencia a través de entrevistas con médicos y parteras- para convencer a las mujeres que tienen dificultades en el trabajo de parto de que acudan al hospital“.

La rapidez y eficacia de las respuestas locales son las que convencen a los grandes financiadores de que pueden aportar dinero de forma segura a nivel de base.

En enero de 2020 se calculó que el costo para acabar con la MGF para el año 2030 en 31 países sería de 2 mil 400 millones de dólares.

Mireille Tushiminina, coordinadora de un programa conjunto del Fondo de Población de las Naciones Unidas y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia para la eliminación de la MGF, señala que el financiamiento directo de los activistas ahora es fundamental para alcanzar el objetivo de las Naciones Unidas de poner fin a la MGF para el año 2030.

“Acabamos de terminar la tercera fase de nuestro programa y la prioridad de nuestra cuarta fase será trabajar con el movimiento feminista de base y atraer a más jóvenes al proyecto”, explica.
“No queremos limitarnos a financiar las oficinas nacionales y regionales. También estamos buscando vías de financiamiento innovadoras que lleguen a las personas a nivel local”.

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La defensora de la igualdad de género Mireille Tushiminina señala que el financiamiento debe llegar a los activistas de base. Foto: UN Women/Ryan Brown

Este mes, el programa conjunto organizó una cumbre internacional de jóvenes.

“Los jóvenes están aportando mucha innovación. Son más importantes los que no tienen miedo de alterar el sistema, yo personalmente considero el conflicto como una oportunidad para el cambio social”, dice Tushiminina. “Nuestros eventos de mesas redondas nos dan la oportunidad de pensar de forma diferente sobre el enfoque”.

La campaña contra la MGF sufrió un golpe considerable debido a la pobreza que provocó la pandemia. Se calcula que en la próxima década 2 millones de niñas más serán sometidas a esta práctica en comparación con la situación que existía antes del Covid-19.

En Kenia, por ejemplo, muchas familias complementan sus ingresos con el dinero que ganan sus parientes al trabajar en hoteles o como personal de limpieza.

Cuando se interrumpió el turismo y surgió la pobreza, las familias se quedaron con pocas opciones. O’Kane explica: “Un activista me dijo: ‘Todo el mundo es pobre y está desesperado, lo único que tienen son sus niñas‘. Puedes conseguir ocho vacas a cambio de una niña. Pero si vas a conseguir una dote, entonces tienen que mutilar a las niñas”.

Sin embargo, el Covid-19 trajo oportunidades. “Durante el confinamiento en Guinea observamos que los mototaxistas se convirtieron en los ojos y los oídos de la comunidad“, comenta Tushiminina. “Debido al aumento de la violencia de género, los grupos de hombres se movilizaron para denunciar las prácticas nocivas, entre ellas la MGF”.

“La campaña se amplió a 500 taxistas que participan en la difusión de mensajes contra la MGF. De acuerdo con nuestra oficina nacional en Guinea, la iniciativa tiene el potencial de llegar a 700 mil personas. Ver a estos jóvenes unirse a la lucha ha sido muy inspirador”.

No obstante, aquellos que conocen las comunidades en las que la mutilación es frecuente afirman que acabar con la MGF para el año 2030 es una tarea ardua. “Tenemos que duplicar nuestros sistemas. Necesitamos más fondos y más gente trabajando en el terreno”, dice Bella.
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