Las personas con discapacidad son ‘sistemáticamente ignoradas’ en la crisis climática, revela un estudio
Una silla de ruedas en el exterior de un asilo de ancianos donde murieron 34 personas en la catástrofe del huracán Katrina en 2005. Foto: Carlos Barría/Reuters

Las personas con discapacidad están siendo “sistemáticamente ignoradas” por los gobiernos de todo el mundo en lo que respecta a la crisis climática, a pesar de que están especialmente en riesgo de sufrir los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos, demostró una investigación

Pocos países contemplan las necesidades de las personas con discapacidad cuando elaboran planes de adaptación a los efectos de la crisis climática, y ninguno menciona a las personas con discapacidad en sus programas de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, según indicó el primer estudio exhaustivo sobre este tema.

Sébastien Jodoin, profesor de la Universidad McGill en Canadá y coautor del informe, titulado Disability Inclusion in National Climate Commitments and Policies (Inclusión de la discapacidad en los compromisos y políticas nacionales sobre el cambio climático) que fue publicado el viernes, señaló que se estaban ignorando las necesidades de las personas con discapacidad.

“Quedé muy decepcionado por nuestras conclusiones”, comentó a The Guardian. “Los países no han considerado la forma en que las personas con discapacidad pueden ser incluidas en los planes climáticos. Han sido sistemáticamente ignoradas”.

Sin embargo, las personas con discapacidad figuraban entre las personas más vulnerables a los impactos climáticos, en parte debido a la naturaleza de sus discapacidades y también a la desventaja social que suele acompañar esta situación. “Son algunas de las personas más marginadas en nuestras sociedades”, señaló Jodoin. “Suelen ser más pobres, tener menos recursos”.

Las personas con discapacidad ya se enfrentaban al peligro de la crisis climática, indicó. Por ejemplo, cuando el huracán Katrina azotó Estados Unidos en 2005, muchas personas que utilizaban sillas de ruedas quedaron desamparadas, ya que no existía ningún plan para su evacuación y no podían utilizar vehículos no adaptados.

Sin embargo, se aprendieron pocas lecciones: cuando llegó el huracán Sandy en 2012, se repitieron los mismos problemas para muchos usuarios de sillas de ruedas. Como respuesta, las personas con discapacidad llevaron a la ciudad de Nueva York a los tribunales por esta omisión y forzaron la introducción de cambios en la política con el fin de que se proporcionen refugios públicos accesibles para las personas usuarias de sillas de ruedas.

Los investigadores de la Universidad McGill analizaron las promesas y políticas climáticas detalladas, conocidas como contribuciones determinadas a nivel nacional (CDN), que los países deben presentar en virtud del acuerdo de París de 2015, el cual incluye el requisito de que se tome en cuenta a las personas con discapacidad. También examinaron los planes nacionales de los países para adaptarse a los impactos de la crisis climática.

Los investigadores descubrieron que solo 35 de las 192 partes del Acuerdo de París mencionaban a las personas con discapacidad en sus CDN, y que únicamente 45 países hacían referencia a las personas con discapacidad en sus políticas nacionales o programas de adaptación.

Las principales economías, que incluyen a Estados Unidos, el Reino Unido, China y Japón, no incluyeron este reconocimiento en absoluto, aunque algunos –como Alemania, España y Corea del Sur– sí incluyeron una referencia en sus planes de adaptación. Solo un pequeño número de países, como Zimbabue, México y Panamá, incluyeron las incluyeron en ambas cuestiones.

La mayor parte de los países que incluyeron una referencia específica respecto a las personas con discapacidad lo hicieron “de forma superficial, sin incluir mecanismos significativos para consultar a las personas con discapacidad o garantizar que se respeten sus derechos”, reveló el informe.

Los países en vías de desarrollo solían obtener mejores resultados en comparación con los países desarrollados, indicó el informe. De los 35 países que citan a las personas con discapacidad en sus CDN, solo uno –Canadá– era un país desarrollado, y de los 45 países que mencionan a las personas con discapacidad en sus planes de adaptación, únicamente 15 eran países desarrollados, la mayoría de ellos países miembros de la Unión Europea.

Es probable que esta diferencia se deba a que los países donadores, que ayudan a los países a redactar sus CDN, al tiempo que proporcionan financiamiento en materia de cambio climático para ayudar a los países pobres a reducir sus emisiones y hacer frente a los impactos de los fenómenos meteorológicos extremos, con frecuencia estipulan que las personas con discapacidad, y otros grupos vulnerables como los niños, las mujeres y las personas mayores, reciban especial atención.

No obstante, cuando se trata de políticas nacionales, ese enfoque suele perderse. Jodoin citó al Reino Unido como ejemplo, señalando que la Oficina de Relaciones Exteriores, de la Commonwealth y de Desarrollo tenía políticas sólidas de inclusión como país donador, aunque los planes climáticos nacionales del Reino Unido no tomaban en cuenta las necesidades de las personas con discapacidad.

Las personas que utilizan sillas de ruedas se encuentran entre las más vulnerables a la crisis climática, sin embargo, algunos de los factores de riesgo para las personas con discapacidad son menos evidentes. Por ejemplo, las personas que padecen esquizofrenia suelen presentar un índice de mortalidad hasta 50 veces superior al de la población general cuando se producen olas de calor. Esto se debe a que su medicamento los vuelve más sensibles a los cambios de temperatura.

Estas personas se podrían beneficiar de una mayor concienciación sobre el problema y de medidas para refrescar sus hogares, aunque esto solo puede ocurrir si los países adoptan un enfoque más conjunto.

Los gobiernos deberían volver a redactar sus políticas para considerar las necesidades de las personas con discapacidad, señaló el informe. Por ejemplo, Jodoin comentó que se deberían probar los sistemas de alerta temprana de tormentas y fenómenos meteorológicos extremos para garantizar que las personas con dificultades auditivas o de comunicación puedan ser alertadas de forma adecuada. Muchas de estas medidas eran sencillas de aplicar, sin embargo, algunas requerirían financiamiento adicional, agregó.

Jodoin comentó a The Guardian que las conexiones entre la discapacidad y la crisis climática no eran muy conocidas, ni siquiera entre los académicos. “He hablado con expertos en el clima y les he dicho: ‘Trabajo en el campo de la discapacidad y el cambio climático’, y me miraron y preguntaron: ‘¿Qué significa eso?’”, relató. “La gente habría dicho algo así si hace 10 años hubieras dicho que trabajabas en cuestiones de género y cambio climático”.

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