Gracias a los tribunales estatales, se reanudan los abortos en cuatro estados de EU. Por ahora
La clínica Hope Medical Group for Women en Shreveport, Luisiana. Foto: Francois Picard/AFP/Getty Images

Originalmente publicado en The 19th.

Las pacientes rompieron a llorar por teléfono. Por una vez, era por algo bueno.

A partir del martes, al menos durante un breve periodo de tiempo, el aborto volvería a ser legal en Texas, y Andrea Gallegos no tenía tiempo que perder. Su clínica, Alamo Women’s Reproductive Services en San Antonio, había estado cerrada desde el viernes. Se habían visto obligados a enviar a las pacientes a casa cuando se anuló el caso Roe vs Wade, cancelando 25 abortos programados. Las pacientes programadas originalmente para acudir el lunes y el martes también perdieron sus citas.

El martes, su principal pensamiento fue: ¿cuántas pacientes podría atender? ¿Cuántas podrían regresar hoy?

Comenzó a hacer llamadas, primero llamando a las personas que mandó a casa el viernes, después a las pacientes del lunes y luego a las que estaban programadas para el martes. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía que era portadora de buenas noticias.

“Se sintieron increíblemente agradecidas de que llamáramos y las contactáramos”, comentó Gallegos. “Su primera reacción era: ¿en cuánto tiempo necesitas que esté ahí?”.

Los días transcurridos desde la anulación del caso Roe vs. Wade han sido un cúmulo de caos legal sin precedentes. Los estados han comenzado a aplicar leyes de activación o gatillo, es decir, las prohibiciones del aborto redactadas específicamente para que entraran en vigor en caso de que se anularan las protecciones federales, así como estatutos como el de Texas, leyes anteriores al caso Roe que nunca han sido revocadas. Sin embargo, en Luisiana, Utah, Texas y Kentucky –cuatro estados en los que el aborto estaba prohibido hace pocos días– se puede volver a practicar la intervención. Por ahora.

Las clínicas de aborto actualmente están impugnando estas mismas prohibiciones de aborto, argumentando en demandas ante los tribunales estatales que las leyes no son compatibles con las constituciones estatales, o que son fundamentalmente imperfectas. Hasta el momento, se han bloqueado temporalmente las prohibiciones del aborto en cuatro estados: Texas, Luisiana, Utah y Kentucky.

Ahora, las clínicas ubicadas en esos estados están tratando de determinar los próximos pasos, o si pueden ofrecer de forma factible sus servicios en un período de tiempo indeterminado.

Cuando la Corte Suprema anuló el pasado viernes el caso Roe vs. Wade, las autoridades de Texas comenzaron a aplicar una ley penal que prohibía el procedimiento, una ley anterior a la histórica decisión del caso Roe. Las clínicas de todo el estado dejaron de realizar abortos.

Casi de forma inmediata, los grupos defensores del derecho al aborto impugnaron la prohibición de Texas. El martes, un juez estatal anunció que escucharía los alegatos el 12 de julio, dentro de dos semanas. Hasta entonces –suponiendo que el estado no interponga una apelación más rápida ante un tribunal superior– se podrán reanudar los abortos en virtud de la prohibición estatal a partir de las seis semanas.

Ese martes, 10 de las 25 pacientes del viernes acudieron a la clínica de Gallegos situada en San Antonio para abortar. Algunas no respondieron el teléfono. Algunas le dijeron a Gallegos que habían encontrado citas en Nuevo México, preferían esperar unas cuantas semanas y salir del estado para ser atendidas que aceptar una cita que podría ser cancelada una vez más.

Y otras que tenían derecho a abortar el viernes ya habían cumplido más de seis semanas de embarazo. Los dos días sin acceso legal al aborto las hicieron sobrepasar el límite estatal.

No todas las clínicas de Luisiana, Utah y Texas han reanudado la prestación de servicios de aborto, y algunas de las clínicas que han reabierto sus puertas lo están haciendo con personal limitado mientras intentan recuperar a los proveedores. En Texas, varios centros de Planned Parenthood aún no programan abortos. No obstante, el personal de las clínicas que sí lo ofrecen comenta que esta situación parece una última oportunidad para atender a personas que con frecuencia están desesperadas por recibir ayuda. Todos creen que la oportunidad es temporal, y probablemente efímera.

“Aunque fue una pequeña hazaña de solo atender a 10 pacientes, fueron 10 personas más que accedieron a la atención médica”, señaló Gallegos. “Sigue siendo una victoria”.

Whole Woman’s Health, que gestiona cuatro clínicas en Texas, comentó al medio The 19th que, hasta el miércoles, estaba agendando pacientes. Whole Woman’s se ha especializado en la atención médica para el aborto durante dos décadas, y ha fungido como punto de acceso en cinco estados. Tienen previsto seguir ofreciendo abortos hasta que se vean obligados a cerrar, explicó Marva Sadler, directora principal de servicios clínicos.

“Siempre hemos estado a favor del aborto, eso es lo que hacemos”, comentó Sadler. “Nuestro trabajo con las mujeres de Texas no ha terminado”.

Todos los estados todavía tienen otras restricciones en sus legislaciones. En Texas, Luisiana y Kentucky, las pacientes deben esperar 24 horas después de su primera cita antes de poder abortar. En Utah, el periodo de espera es incluso mayor, de 72 horas.

Las pacientes que acudieron el martes a la clínica de Gallegos ya habían tenido la primera de las dos citas, por lo que podían abortar. No obstante, el miércoles, su personal no podría realizar ningún aborto. A las 9 de la mañana, comenzaron a atender a las pacientes para sus “pre-ingresos”. El jueves –suponiendo que las pacientes todavía estaban debajo del límite de seis semanas de embarazo y que otro tribunal no había revocado la decisión– todas esas pacientes podrían regresar para sus propios abortos.
Sin embargo, todo eso parecen grandes suposiciones. Gallegos alerta a todas las pacientes que agenda que, de un momento a otro, sus citas podrían ser canceladas de nuevo.

“Personalmente, no me parece que tengamos mucho tiempo”, comentó Gallegos. “Me sorprendería mucho si superamos esta semana”.

En Luisiana, las clínicas también se apresuran a atender al mayor número de pacientes que puedan antes del 8 de julio, fecha en la que se llevará a cabo la primera audiencia en el caso que otorgó la orden de restricción temporal que permitió reanudar los abortos el lunes.

Amy Irvin, vocera del Women’s Health Care Center ubicado en Nueva Orleans y de Delta Clinic en Baton Rouge, dos de las tres clínicas de aborto que hay en todo el estado, señaló que la semana pasada se sintió como un latigazo emocional.

El viernes, la clínica de Nueva Orleans llamó a 65 pacientes que tenían programadas consultas de orientación obligatorias antes de sus abortos para comunicarles que no podrían ser atendidas ese día. Irvin explicó que una paciente estaba tan angustiada por la noticia que amenazó con suicidarse. El personal de la clínica se esforzó por conseguirle una cita en la clínica más cercana en Colorado, situada a más de mil 600 kilómetros de distancia.

El lunes, cuando se aplicó la orden de restricción temporal que permitía la reanudación de los abortos, esa mujer ya se encontraba a muchos kilómetros de distancia, mientras que muchas otras realizaban planes para viajar a los estados vecinos, entre ellos Nuevo México e Illinois, gastando cientos de dólares más para acceder a la atención médica que de pronto volvía a ser legal en Luisiana.

En la mañana del lunes, comenzaron a llamar a las mujeres que fueron rechazadas en primer lugar, y se programaron nuevas citas mientras el procedimiento volvía a ser temporalmente legal.

El reto al que ahora se enfrentan las clínicas de Luisiana, Texas y Utah es la disponibilidad.

Las dos clínicas de Luisiana solo pudieron abrir en un horario limitado esta semana debido a que parte de su personal ya había realizado otros arreglos laborales. En estos momentos, es difícil dotar de personal a las clínicas de aborto debido a la formación especializada que se necesita, los doctores suelen desplazarse en avión para realizar los procedimientos. Women’s Health Care Center y Delta Clinic solo abrieron un día esta semana: la clínica situada en Baton Rouge el martes y la de Nueva Orleans el jueves. La tercera clínica del estado, Hope Medical Group for Women ubicada en Shreveport, reanudó los abortos el martes y seguirá ofreciendo citas durante toda la semana.

En menos de 72 horas, los doctores y el personal pensaron que se habían quedado sin trabajo, que no podrían atender a las pacientes, y después, el lunes, les avisaron que la clínica iba a reabrir“, explicó Irvin. “Les están llamando a los médicos y al personal para que regresen con muy poca antelación”.

Women’s Health Care Center y Delta Clinic esperan poder abrir más días la próxima semana.

De momento, la confusión y la incertidumbre harán que las pacientes profundicen en sus embarazos antes de que puedan tomar una decisión sobre el lugar en el que será incluso legal que accedan a la atención médica para el aborto, señaló el personal de la clínica al medio The 19th.

A más de mil kilómetros de distancia, eso es lo que le preocupa a Karrie Galloway, quien dirige la organización Planned Parenthood Association de Utah, la cual administra tres de las cuatro clínicas existentes en el estado.

El gobierno del estado certificó su prohibición de activación en la noche del viernes, permitiendo que la prohibición absoluta del aborto entrara en vigor de forma inmediata. Sin embargo, para entonces, la clínica ya estaba cerrada, con 13 pacientes agendadas para el sábado. Esa mañana, su personal se vio obligado a cancelar todos esos procedimientos. Algunas pacientes ya habían acudido a la clínica antes de que les informaran que los abortos ya no eran legales en Utah. Otras se enteraron por teléfono, en llamadas que Galloway describió como “desgarradoras”. Las pacientes estaban enojadas, explicó. Y no podía culparlas.

“Les estamos diciendo que una persona política sin rostro ha tomado la autoridad sobre su propio cuerpo”, señaló.

Ese mismo día, su organización presentó una demanda ante el tribunal estatal. El lunes, esperaban lo mejor: que las pacientes llenaran la sala de espera ante la remota posibilidad de que se levantara la prohibición del aborto ese día.

Aproximadamente a las 3:40 de aquella tarde, Galloway bajó las escaleras de su oficina y entró directamente a la clínica. Su demanda había triunfado. El juez estatal iba a firmar una orden que bloqueaba temporalmente la ley de activación de Utah. Durante dos semanas más, al menos, podrían seguir atendiendo a las pacientes.

“Simplemente se sintió muy bien, después de un montón de malas noticias tras malas noticias, poder decirles a las personas: ‘Está bien, vamos a resolverlo'”, dijo.

El personal de las tres clínicas de Planned Parenthood en Utah actuó con rapidez, incorporándose a sus turnos de forma inmediata y poniéndose a trabajar para atender a las pacientes. Esa tarde, realizaron cinco abortos. En las tres clínicas, incluyeron a 33 pacientes más en la agenda para el día siguiente.

El personal de Galloway tiene previsto trabajar a pleno rendimiento durante las próximas dos semanas, proporcionando atención hasta el límite legal estatal de 22 semanas. No obstante, hay límites respecto a lo que pueden hacer. Todos los doctores que trabajan en sus clínicas tienen otros trabajos de tiempo completo. Aun así, explicó, tienen previsto hacer todo lo posible para atender a la mayor cantidad de pacientes que puedan. Y en dos semanas volverán a presentar su caso. Todavía tiene la esperanza de poder convencer al tribunal de que, incluso sin el caso Roe, la propia constitución estatal de Utah garantiza el derecho al aborto, y que no se puede aplicar la ley de activación de Utah.

De lo contrario, señaló, no puede imaginar lo que sucederá con sus pacientes. Algunas podrían viajar fuera del estado a clínicas ubicadas en Colorado, estado que se encuentra a siete horas de Salt Lake City, o a Las Vegas, a una distancia similar. Otras podrían conducir hacia el oeste, hacia California.

Sin embargo, sabe que muchas de las personas a las que atiende no podrán realizar ese viaje. Está demasiado lejos. Es demasiado costoso.

“Eso solo está al alcance de un determinado porcentaje de la población”, comentó. “Las personas que tienen recursos económicos, recursos emocionales y apoyo que les permiten realizar un viaje de siete horas de ida y vuelta, y que tienen dinero para un boleto de avión o de autobús“.

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