El denunciante de Uber: estoy exponiendo un sistema que le vendió a la gente una mentira
Mark MacGann, que en su momento fue el vocero en jefe de Uber en Europa, parece que ahora se convertirá en uno de sus más severos críticos. Foto compuesta: David Levene/Guardian Design/Alamy/Getty Images/Reuters

Mark MacGann, un cabildero de carrera que dirigió las iniciativas de Uber para ganarse a los gobiernos de Europa, Medio Oriente y África, salió a la luz para identificarse como la fuente que filtró más de 124 mil archivos de la empresa a The Guardian.

MacGann decidió denunciarlo porque cree que Uber violó de forma consciente las leyes de decenas de países y engañó a las personas sobre los beneficios para los conductores derivados del modelo de economía gig de la empresa.

El hombre de 52 años reconoce que en aquel momento formaba parte del equipo principal de Uber, y que no está exento de culpa respecto a la conducta que describe. En una entrevista exclusiva con The Guardian, comentó que en parte estaba motivado por el remordimiento.

“Soy parcialmente responsable”, señaló. “Yo fui el que habló con los gobiernos, fui el que impulsó esto con los medios de comunicación, fui el que les dijo a las personas que debían cambiar las reglas porque los conductores se iban a beneficiar y las personas iban a tener muchas oportunidades económicas”.

“Cuando resultó que no era así –en realidad le habíamos vendido a la gente una mentira–, ¿cómo puedes tener la conciencia tranquila si no das la cara y asumes tu contribución a la manera en que la gente es tratada en la actualidad?”

El alto cargo que MacGann desempeñó en Uber entre 2014 y 2016 lo situó en el centro de las decisiones tomadas en los niveles más altos de la empresa durante el periodo en el que esta forzaba su entrada en los mercados violando las leyes de concesión de licencias de taxis. Él supervisó los intentos de Uber para persuadir a los gobiernos de que cambiaran las regulaciones relativas a los taxis y crearan un entorno empresarial más favorable en más de 40 países.

Señaló que la facilidad con la que Uber entró en las altas esferas del poder en países como el Reino Unido, Francia y Rusia era “embriagadora”, aunque también “profundamente injusta” y “antidemocrática”.

El denunciante de los Archivos de Uber da la cara: ‘Le vendimos a la gente una mentira’, video
En su extensa entrevista, MacGann detalló el recorrido personal que lo llevó a filtrar los datos años después de dejar Uber.

“Me arrepiento de haber sido parte de un grupo de personas que manipuló los hechos para obtener la confianza de los conductores, de los usuarios y de las élites políticas“, expresó. “Debería haber mostrado un mayor sentido común y haber presionado más para detener la locura. Mi deber (ahora) es alzar la voz y ayudar a los gobiernos y parlamentarios a corregir algunos errores fundamentales. Moralmente, no tenía ninguna opción en el asunto”.

The Guardian dirigió una investigación a nivel mundial sobre los archivos de Uber filtrados, compartiendo los datos con organizaciones de medios de comunicación de todo el mundo a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).

Después de que MacGann se identificara como el denunciante, Uber manifestó: “Entendemos que Mark tiene remordimientos personales respecto a sus años de firme lealtad a nuestro anterior liderazgo, sin embargo, no está en posición de hablar con credibilidad sobre Uber en la actualidad”.

En respuesta a la investigación en general, Uber admitió los errores del pasado, aunque insistió en que la empresa se ha transformado desde 2017 bajo el liderazgo de su nuevo director ejecutivo, Dara Khosrowshahi. “No hemos hecho ni haremos excusas por el comportamiento pasado que claramente no coincide con nuestros valores actuales”, dijo un vocero.

Los Archivos de Uber están compuestos por datos confidenciales de la empresa a los que MacGann tuvo acceso en Uber. Incluye presentaciones de la empresa, notas informativas, informes de seguridad y decenas de miles de correos electrónicos, así como intercambios de WhatsApp, iMessage y chats entre el personal de más alto cargo de la empresa en ese momento.

Entre ellos figuran Travis Kalanick, el combativo cofundador de Uber y después director general, David Plouffe, un exasesor de la campaña de Barack Obama que se convirtió en vicepresidente senior de Uber, y Rachel Whetstone, una ejecutiva de relaciones públicas británica que también ocupó altos cargos en Google, Facebook y ahora Netflix.

Cuando MacGann dejó Uber en 2016, Whetstone lo describió como “un líder maravilloso”. Plouffe lo calificó como un “talentoso profesional de las políticas públicas” y un “magnífico defensor de Uber”.
MacGann, que en su momento fue el vocero en jefe de Uber en Europa, parece que ahora se convertirá en uno de sus más severos críticos.

Su perfil como alto ejecutivo y político lo convierte en un denunciante inusual. También lo hace el hecho de que participó activamente en algunas de las irregularidades que pretende denunciar, y el hecho de que le tomó más de cinco años después de dejar la empresa para denunciarlo.

El proceso a través del cual comenzó a reevaluar lo que presenció en Uber fue gradual, explica. “Cuando decidí que tenía la obligación de alzar la voz, me dediqué a buscar la forma más efectiva e impactante posible de hacerlo. Hacer lo que estoy haciendo no es algo fácil, y dudé. Dicho esto, no existe ninguna prescripción para hacer lo correcto”.

Se tiene entendido que MacGann recientemente llegó a un acuerdo extrajudicial con Uber después de una disputa legal relacionada con su remuneración. Señaló que tenía prohibido hablar de su disputa legal, aunque reconoció que tuvo quejas personales con la empresa, la cual, según alega, subestimó su papel de interlocutor con el gobierno y no cumplió con su deber de diligencia hacia él.

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MacGann (derecha) y Travis Kalanick.

Acusa a Uber, bajo la dirección de Kalanick, de adoptar una estrategia de confrontación con los opositores del sector taxista, hecho que lo dejó personalmente expuesto. Como imagen pública de Uber en Europa, MacGann se llevó la peor parte de lo que se convirtió en una fuerte respuesta negativa contra la empresa en países como Francia, Bélgica, Italia y España.

En medio de las amenazas contra su vida, se le brindó protección con guardaespaldas. Su experiencia de trabajo en Uber, comenta, lo afectó mentalmente y contribuyó a un diagnóstico posterior de trastorno de estrés postraumático (TEPT).

Violando con descaro la ley

MacGann, una persona con información privilegiada en Bruselas, era una elección evidente para dirigir las relaciones gubernamentales de Uber en la región de Europa, Medio Oriente y África (EMEA) en 2014. Nacido en Irlanda, habla varios idiomas y posee una impresionante agenda de contactos forjada a lo largo de dos décadas en el ámbito de los grupos de presión y los asuntos públicos.

MacGann había trabajado en empresas de política pública consolidadas, como Weber Shandwick y Brunswick, y había dirigido DigitalEurope, una asociación comercial que defendía a empresas como Apple, Microsoft y Sony. Su trabajo más reciente había sido el de vicepresidente senior de la Bolsa de Nueva York, que tenía un sueldo de 750 mil dólares al año.

MacGann aceptó un importante recorte salarial para trabajar en Uber por 160 mil euros. Sin embargo, al igual que todos los altos ejecutivos que se incorporaron a la empresa en aquella época, la recompensa económica radicaba en la promesa de adquirir opciones sobre acciones que podrían valer millones si Uber lograba sus ambiciones mundiales.

Uber y sus inversionistas esperaban obtener grandes ganancias en caso de que la empresa tecnológica tuviera éxito en su misión de liberalizar los mercados, monopolizar las ciudades, transformar los sistemas de transporte y algún día incluso reemplazar a los conductores con vehículos autónomos. El plan, reconoce MacGann, exigía que Uber incumpliera la ley en ciudades en las que los mercados de taxis regulados precisaban licencias difíciles de conseguir para conducir un taxi.

“El enfoque de la empresa en estos lugares consistía básicamente en violar la ley, mostrar lo increíble que era el servicio de Uber y después cambiar la ley. Mi trabajo consistía en pasar por encima de los funcionarios municipales, establecer relaciones con las altas esferas del gobierno y negociar. También consistía en lidiar con las consecuencias”.

MacGann comenzó a trabajar para Uber aproximadamente en el verano de 2014, cuando trabajó por contrato para una consultoría de grupos de presión europeos que Uber había contratado para supervisar las relaciones gubernamentales fuera de Estados Unidos. En octubre de 2014, Uber lo incorporó a su equipo y lo dejó a cargo de las políticas públicas para la región EMEA.

En su primer día de trabajo, MacGann se encontraba en un Uber que salía del aeropuerto de la ciudad de Londres cuando tuvo su primer contacto con el enfoque de la política de no intervención de la empresa respecto a la privacidad. Después de enviar un correo electrónico a un alto ejecutivo para informarle que estaba atorado en el tráfico, MacGann recibió la respuesta: “Te estoy observando en Heaven, ya vi el tiempo estimado de llegada”.

“Heaven”, también conocido como “God View”, era el término clave que los empleados de Uber utilizaban en aquel momento para referirse a una herramienta que permitía que el personal utilizara clandestinamente la tecnología del backend de la aplicación para vigilar los movimientos en tiempo real de cualquier usuario de todo el mundo.

“Se sentía como si fueran niños jugando con una poderosa tecnología de vigilancia”, comentó MacGann. “Incluso en ese momento me di cuenta de que se trataba de una empresa deshonesta”.

En su comunicado, Uber indicó que herramientas como God View, que dejó de emplear en 2017, “nunca debieron ser utilizadas”. Una vocera de Kalanick señaló que sería falso sugerir que alguna vez él “dirigió una conducta ilegal o inapropiada”.

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Travis Kalanick en 2018. Foto: Elijah Nouvelage/Getty Images

Los Archivos de Uber incluyen algunos casos en los que MacGann se opone a las operaciones y decisiones de la empresa. No obstante, en su mayor parte, los documentos lo muestran expresando poca discrepancia sobre las tácticas de comportamiento agresivo de la empresa y, en algunas ocasiones, parece estar directamente involucrado en las infracciones.

Se describe a sí mismo como “borracho de Kool-Aid” en Uber, una empresa que, según afirma, no fomentaba la disidencia ni la crítica. Sin embargo, no refuta que estuvo en el centro de muchas de las controversias que quedaron expuestas por su filtración de datos.

“Creía en el sueño que estábamos impulsando, y tuve una sobredosis de entusiasmo”, explicó. “Trabajaba 20 horas al día, siete días a la semana, constantemente en aviones, en reuniones, en videoconferencias. No me detuve ni para dar un paso atrás”.

Su vertiginosa etapa en la empresa incluyó reuniones con primeros ministros, presidentes, ministros de transporte y economía, comisionados de la Unión Europea, alcaldes y reguladores municipales.
MacGann comentó que la mayoría de los políticos de alto nivel apoyaban de forma instintiva a Uber, ya que consideraban que la empresa tecnológica ofrecía una nueva plataforma innovadora que podría permitir el trabajo flexible y ayudar a reactivar las economías después de la crisis financiera.

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Los taxistas franceses en huelga intentan manifestarse a lo largo de un importante libramiento durante una jornada de protestas en enero de 2016. Foto: Olivier Coret/Rex/Shutterstock

Sin embargo, la historia fue más dispar en Francia, donde el servicio sin licencia de Uber suscitó disturbios entre los taxistas y dividió al gabinete del entonces presidente, François Hollande.

Por una parte, estaba Bernard Cazeneuve, el ministro del Interior, quien de acuerdo con MacGann una vez lo citó en su oficina y lo amenazó con encarcelarlo, diciendo: “Te haré responsable personal y penalmente si no lo terminas antes del fin de semana”.

En el lado opuesto del debate se encontraba Emmanuel Macron, el ministro de Economía partidario de las tecnologías y las empresas que, según revela la filtración, se convirtió en una especie de arma secreta para Uber.

Los datos incluyen intercambios de mensajes de texto entre MacGann y Macron, quien trabajaba entre bastidores para prestar ayuda a la empresa tecnológica estadounidense. En un intercambio, MacGann pide la ayuda de Macron en medio de una redada efectuada en las oficinas de la empresa. En otro mensaje se queja de una aparente prohibición de sus servicios en Marsella.

Macron le respondió a MacGann que investigaría “personalmente” el asunto. “En este momento, mantengamos la calma”, dijo el ministro.

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MacGann con Emmanuel Macron.

MacGann recuerda a Macron como “la única persona que nos brindó su atención… Así que fue un enorme respiro de aire fresco”.

Macron no respondió las preguntas detalladas sobre su relación con Uber. Un vocero indicó que sus funciones ministeriales en ese momento “lo llevaron naturalmente a reunirse e interactuar con muchas empresas” involucradas en el sector de los servicios.

Después de dejar Uber, MacGann mantuvo sus relaciones con Macron y ayudó a recaudar fondos para su partido La République En Marche en 2016. Comenta que su apoyo político hacia el presidente francés fue una decisión personal y no tuvo “absolutamente nada que ver con Uber”. Siguieron intercambiando mensajes de texto hasta abril de este año.

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MacGann (centro) con Peter Mandelson (izquierda) y el exprimer ministro británico Tony Blair.
‘Citas rápidas para las élites’

El presidente francés no es la única figura política que conoce a MacGann. MacGann también conoce a dos excomisionados de la Unión Europea, Neelie Kroes y Peter Mandelson. Después de dejar Uber, MacGann mantuvo una relación comercial con Lord Mandelson, exministro del gabinete laborista.
MacGann también es un rostro conocido entre las personalidades más importantes que asisten al Foro Económico Mundial de Davos, el cual describe como “citas rápidas para las élites”. Recuerda haber convencido a un Kalanick inicialmente renuente a asistir al encuentro celebrado en los Alpes suizos en 2016.

“Para un cabildero, Davos es una maravillosa ventaja competitiva que solo el dinero puede comprar”, explicó. “Los políticos no tienen un séquito de asesores y funcionarios rondando para tomar notas”.

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Mark MacGann en el Foro Económico Mundial junto con Kristalina Georgieva, la excomisionada de la Unión Europea que ahora es directora gerente del FMI.

Los directivos de Uber se reunieron con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, el taoiseach irlandés, Enda Kenny, y el canciller del Reino Unido, George Osborne. Garantizar esas reuniones, explicó MacGann, fue “pan comido”. “Uber era considerado una propiedad atractiva”. Tanto así que cuando Kalanick se reunió con Joe Biden en el complejo turístico suizo fue a solicitud del vicepresidente estadounidense.

Los Archivos de Uber revelan que Kalanick se enojó cuando Biden lo hizo esperar, enviando mensajes de texto a otros ejecutivos de Uber: “Le hice saber a mi gente que cada minuto que llegue tarde, es un minuto menos que tendrá conmigo”.

Travis Kalanick

-En el intercontinental esperando a Biden
11:37 horas


-… a quien se le hizo tarde
11:38 horas


-Le hice saber a mi gente que cada minuto que llegue tarde, es un minuto menos que tendrá conmigo
11:38 horas

No obstante, fue otro de los textos de Kalanick que aparecen en la filtración –en el que el exCEO parece abogar por la idea de enviar a los conductores de Uber a una protesta en Francia, a pesar del riesgo de violencia– el hecho que ha generado titulares en todo el mundo.

Cuando MacGann y Whetstone le advirtieron que alentar a los conductores de Uber a protestar en medio de las violentas huelgas de taxistas en París suponía un riesgo para ellos, Kalanick respondió: “Creo que vale la pena. La violencia garantiza el éxito”.

MacGann calificó la indicación de Kalanick de organizar un acto de desobediencia civil con los conductores franceses de Uber, a pesar de los riesgos, como una táctica “peligrosa” y “egoísta”. “Él no era el hombre en la calle que estaba siendo amenazado, que estaba siendo atacado, a quien lo estaban golpeando”.

La vocera de Kalanick indicó que él “nunca sugirió que Uber debería aprovecharse de la violencia a expensas de la seguridad de los conductores” y que cualquier sugerencia de que estuvo involucrado en esa actividad sería completamente falsa. Uber reconoció haber cometido errores en el pasado, no obstante, señaló que nadie en la empresa, incluido Kalanick, deseaba la violencia contra los conductores de Uber.

MacGann insiste en que los conductores de Uber eran percibidos por algunos miembros de la empresa como peones que podían ser utilizados para presionar a los gobiernos. “Y si eso significaba que los conductores de Uber fueran a la huelga, que los conductores de Uber hicieran una manifestación en las calles, que los conductores de Uber bloquearan Barcelona, Berlín o París, entonces ese era el camino que se debía seguir”, explicó. “En cierto sentido, fue considerado beneficioso el hecho de convertir en armas a los conductores de Uber de esta manera”.

Los archivos muestran las huellas de MacGann en esta estrategia, también. Por ejemplo, en un correo electrónico elogió a los empleados de Ámsterdam que filtraron información a la prensa sobre los ataques contra los conductores para “mantener la narrativa de la violencia” y presionar al gobierno holandés.
Recordando el pasado, MacGann comentó: “Estoy asqueado y avergonzado por haber sido parte de la minimización de dicha violencia”.

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Taxistas con carteles de búsqueda colgados en los costados de sus vehículos en Bruselas, en septiembre de 2015, durante una protesta contra Uber. Foto: Dursun Aydemir/Anadolu Agency/Getty Images

Separación de caminos

Uno de los puntos más críticos en Europa se produjo en la estación de tren de Bruselas Midi, donde los conductores de Uber se quedaron para recoger a los pasajeros que, de lo contrario, se formarían en la fila de los taxis regulados. MacGann fue reconocido ahí por primera vez el 27 de abril de 2015.

“Me vio un grupo de taxistas en la estación de tren al llegar de Londres”, le envió un correo electrónico a un colega ese día. “Siete de ellos me siguieron cuando fui a buscar mi Uber, lanzándome insultos y escupiendo… Uno de ellos corrió detrás de mí durante un rato, con intención de herir a mi conductor”.
El colega respondió: “Gracias a Dios que saliste ileso… Este fin de semana un conductor de Uber y un taxista se pelearon a golpes. Se está poniendo intenso en Bruselas”.

Las amenazas se intensificaron durante las semanas siguientes. Los correos electrónicos muestran la preocupación existente en la empresa después de que un taxista siguiera el rastro de la limusina de MacGann hasta su departamento en Bruselas y publicara la dirección de su casa en un grupo de Facebook “stop Uber” en Bélgica. Los taxistas tomaron fotos de vigilancia de MacGann fuera de un hotel con sus amigos y las subieron a internet.

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Fotos de vigilancia publicadas en internet de MacGann afuera de un hotel en Bruselas.

En agosto de ese año, un informe de seguridad encomendado por Uber mencionó los rumores de que MacGann y otro ejecutivo de Uber iban a ser “retirados de las calles por un grupo central de taxistas”.
Uber le proporcionó a MacGann un equipo personal de guardaespaldas. Un correo electrónico afirma que, entre septiembre y noviembre de 2015, el equipo de seguridad pasó 619 horas custodiándolo solo en Bélgica, al tiempo que Uber también reforzaba su seguridad para los viajes al extranjero.

Durante una protesta llevada a cabo en Bruselas, aproximadamente 100 taxistas se reunieron afuera de la oficina de MacGann en la ciudad y bloquearon la calle. Un informe de seguridad de Uber describió cómo un ambiente inicialmente relajado se convirtió en algo “más sombrío”. Lanzaron fuegos artificiales y la policía antidisturbios arremetió contra los manifestantes.

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Un cartel de “se busca” que muestra a Mark MacGann y a ejecutivos de Uber.

Los taxistas presentes en la protesta colocaron carteles de “se busca” en los costados de sus vehículos. En ellos se mostraban fotos de MacGann y otros dos ejecutivos de Uber. En el cartel se podía leer: “Criminales internacionales”.

En octubre de 2015, MacGann envió un correo electrónico a un colega: “Llevo cinco meses con guardaespaldas de tiempo completo y se está convirtiendo en algo muy estresante”. Una semana después, comentó a Plouffe y Whetstone su intención de renunciar. Dejó su puesto oficialmente cuatro meses después, el 12 de febrero de 2016.

Parecía una separación amistosa. Públicamente, no expresó ningún arrepentimiento y aprovechó su página de Facebook para deshacerse en elogios hacia Kalanick.

“El jefe más fuerte que he tenido y soy un líder más fuerte gracias a ello”, expresó, añadiendo que no había “nada” que cambiaría de su época en Uber. “Olviden la exageración de los medios de comunicación; olviden la intriga; piensen en cómo apretar una tecla y conseguir un viaje mejora su vida”.

En su correo electrónico de salida enviado a sus colegas, MacGann se describió a sí mismo como “un firme creyente de la misión de Uber”.

Uber elogió públicamente el trabajo de MacGann y le pidió que se quedara como asesor.

Le asignaron un nuevo título de trabajo –asesor principal de la junta directiva– y conservó sus correos electrónicos, laptops y teléfonos proporcionados por Uber.

Ese cargo terminó en agosto de 2016, después del cual MacGann asumió un nuevo trabajo en una empresa de telecomunicaciones y comenzó su propia incursión empresarial. Después de todo un año tras su salida de Uber, MacGann explica que vivió su experiencia más “aterradora” como supuesto representante de la empresa de taxis.

‘MacGann, te atraparemos’

El incidente ocurrido en el exterior de la estación de Bruselas Midi quedó registrado en un acta policial, en correos electrónicos de Uber y en informes de los medios de comunicación. El incidente se produjo entre las 11:45 y las 12:15 horas del 19 de septiembre de 2017, poco después de que MacGann llegara a la estación.

Cuando se dirigía a su Uber que lo esperaba, varios taxistas se le acercaron y le ordenaron que no subiera al vehículo. Uno de ellos lo sujetó de los brazos para impedir que metiera sus maletas. Preocupado por su seguridad, MacGann le pidió al conductor del Uber que cerrara con seguro las puertas cuando estuviera en el automóvil.

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Imagen publicada en las redes sociales del vehículo que seguía a MacGann.

Varios taxistas más se unieron a la riña, rodeando el vehículo. MacGann llamó a la policía. Un informe de seguridad encargado por Uber cuestionó el hecho de que los taxistas lo hubieran reconocido. Sin embargo, él recuerda que los conductores le gritaron: “MacGann, te atraparemos, sabemos dónde vives”.

Recuerda que golpearon las ventanas y balancearon el auto de lado a lado. Tres taxistas fueron llevados a la estación de policía, aunque no se tomaron más medidas.

MacGann comentó que se quedó temiendo por su vida, y por la de su conductor de Uber, quien “estaba temblando y llorando, temiendo por su vida”. “Estos taxistas tenían su número de licencia, podían perseguirlo de nuevo. Me pareció que Uber consideraba a este hombre como un suministro prescindible, no como un empleado con derechos”.

Poco tiempo después, MacGann recibió una amenaza anónima en Twitter: “Un día la policía no estará ahí y tú estarás solo. Y veremos si el dinero te ayudará”.

MacGann responsabilizó a su exempleador. “Sentí que Uber había causado esto, debido a su ‘enfoque de éxito a cualquier precio’ que fomentaba los enfrentamientos entre Uber y los taxistas… Comencé a sentir que era un indicio de la relación más general de Uber con los conductores, poniéndolos en peligro para sus propios intereses financieros”.

A mediados de 2018, explicó MacGann, la muerte de un amigo cercano contribuyó al deterioro de su salud mental. Un informe médico con fecha de marzo de 2019 señaló que un diagnóstico posterior de trastorno de estrés postraumático estaba “evidentemente vinculado e influenciado por el estrés profesional que tuvo que soportar” durante su tiempo en Uber.

MacGann comentó que los meses de tratamiento y terapia entre 2018 y 2019 –y un periodo forzoso de reflexión personal– lo llevaron a revaluar su época en Uber. “Me aparté de la rutina corporativa por primera vez en décadas. Emergí con una nueva sensación de claridad respecto a todo en Uber”.

Al dejar de vivir la vida acelerada de un ejecutivo de empresa, MacGann tuvo tiempo para escuchar con mayor atención las historias de los conductores de Uber que lo trasladaban de un lado a otro. Y atribuye a esas conversaciones el hecho de haber cambiado su comprensión sobre lo que la empresa solía denominar “economía de los conductores”.

En su comunicado, el vocero de Uber indicó que “las ganancias de los conductores a nivel global se encuentran actualmente en o cerca de sus máximos históricos” y que los intereses de Uber estaban “alineados con los conductores, asegurando que ellos tengan una experiencia positiva ganando en la plataforma”. Si los conductores no estaban satisfechos con su plataforma, añadió, “pueden elegir, y de hecho lo hacen, ganar dinero en otro lugar”.

En el comunicado publicado después de que MacGann se identificara como el denunciante, Uber indicó que su litigio contra la empresa era “un intento, entre otras cosas, de obtener el pago de un bono que, según él, se le debía por su trabajo en Uber”. Dicho litigio terminó recientemente con el pago de 550 mil euros. Cabe destacar que Mark se sintió obligado a ‘hacer pública la información’ solo después de que cobrara su cheque“.

MacGann contactó por primera vez a The Guardian cinco meses antes de que se resolviera su disputa legal con Uber y no impuso ninguna restricción sobre el momento en que los periodistas podían utilizar los datos filtrados. MacGann rechaza la afirmación de Uber de que le pagaron 550 mil euros, y señaló que todavía estaba esperando el pago completo del acuerdo.

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Un teléfono muestra la aplicación Uber frente a una parada de taxis en la estación de Waterloo, en Londres. Foto: Chris J Ratcliffe/Getty Images

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En febrero de 2020, MacGann, cada vez más enojado por lo que consideraba como un maltrato hacia los conductores, intentó tomar medidas. Uber apelaba a la decisión de Transport for London (TfL) de negarle a la empresa una licencia en la capital, con el argumento de que no cumplía con la prueba de “aptitud y honorabilidad”.

Al enviar un correo electrónico a la oficina del alcalde, MacGann explicó que era un exejecutivo de Uber que tenía información para compartir de manera “privada y no sensacionalista, en vista de mi íntimo conocimiento de la empresa”. MacGann señaló que se sintió “frustrado” cuando su intento de plantear formalmente sus preocupaciones sobre Uber no recibió respuesta.

En febrero de 2021, MacGann dio un paso más. Después de leer sobre un abogado francés que iba a presentar una demanda colectiva contra Uber en nombre de los conductores, MacGann lo contactó y se ofreció a proporcionar información para ayudar en su caso. El abogado lo visitó en su casa y MacGann le permitió tomar fotografías de una pequeña muestra de documentos de Uber que había guardado en su antigua computadora.

Su relación con el abogado francés resultó ser efímera. No obstante, la presa se había roto. MacGann se dio cuenta de cuántos secretos de Uber tenía guardados.

En enero de 2022, el exprincipal cabildero de Uber viajó a Ginebra y se reunió con periodistas de The Guardian.

Abrió dos maletas y sacó laptops, discos duros, iPhones y paquetes de papel. Advirtió que, en el mejor de los casos, tardaría varios días en explicar todo lo que sabía. “He visto cosas muy turbias, por usar una de las expresiones de Silicon Valley”.

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