Escritores de Ucrania y otros países explican por qué la literatura es importante en tiempos de conflicto
'La literatura es un acto de rebelión contra el mal' ... Libros y escombros en una escuela bombardeada por el ejército ruso en Bakhmut, Ucrania, julio de 2022. Foto: Diego Herrera Carcedo/ Agencia Anadolu/Getty Images

Tetyana Ogarkova: ‘Escribimos y leemos para entender la realidad’
Académica literaria y periodista ucraniana

La guerra les arrebata a muchas personas la capacidad de hablar. Muchos escritores dicen que no pueden escribir. Numerosos lectores afirman que no pueden leer. La realidad de la guerra es algo que te puede privar de los aspectos más importantes, tu vida, tu tiempo y tu capacidad para pensar. Resulta difícil escribir, pensar y soñar cuando un misil impacta en el corazón mismo de tu realidad.

Pero la literatura sigue siendo importante. Escribimos y leemos para entender la realidad. Escribimos y leemos para inventar una realidad. Cuando hay una guerra, uno necesita desesperadamente ambas cosas.

Cuando hay una guerra y pierdes algo valioso, si no es que todo lo valioso, puedes pensar que todo carece de sentido. De alguna manera, la guerra y la violencia son la pura ausencia de sentido.

Es por ello que no existe ninguna excusa para quien inicia una guerra agresiva. Pero aquellos que se defienden tienen que buscar el sentido de su resistencia cada día.

Dicen que las guerras las ganan quienes permanecen en el campo de batalla bajo el fuego de la artillería pesada y no se retiran.

Pero nadie puede soportar esto si no entiende el significado de su resistencia. Antes de ser invencible en el campo de batalla, tienes que encontrar las palabras que justifiquen tu futura victoria.

La literatura, entre otras cosas, nos brinda la oportunidad de encontrar esas palabras.


Escritores de Ucrania y otros países explican por qué la literatura es importante en tiempos de conflicto - Yuval-Noah-Harari
Yuval Noah Harari. Foto: Antonio Olmos

Yuval Noah Harari: ‘La paz comienza en la mente de un poeta’
Profesor israelí de historia en la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor de libros como el éxito de ventas mundial Sapiens

Las guerras suelen librarse por las historias. Las personas creen que, como los lobos y los chimpancés, luchamos por el territorio. Pero eso no suele ser cierto. Las manadas de lobos y las bandas de chimpancés luchan por los terrenos de caza y los árboles frutales, sin los cuales morirían de hambre. Los seres humanos luchan por las fantasías que atribuyen a ciertos lugares. Los israelíes y los palestinos en realidad no necesitan Jerusalén para comer. Hitler no invadió Polonia porque los alemanes se quedaron sin espacio para construir casas. Si los pueblos realmente pelearan por el territorio, entonces Rusia –el país más grande del mundo– también debería haber sido el más pacífico. ¿Para qué necesitan los rusos más territorio?

La mayoría de las guerras se originan en la mente de algún poeta. Los generales aparecen mucho después, y aunque creen que obedecen las leyes de la realpolitik, en realidad siguen los sueños de un creador de mitos. Lo que llevó a Putin a invadir Ucrania son cuentos sobre amenazas imaginarias y fantasías sobre el poder y la gloria. En última instancia, es posible rastrear el origen de la guerra en los cuentos que Putin amaba cuando era niño en la década de 1950, y en los cuentos que los niños rusos siguen aprendiendo en la escuela en la actualidad.

Sin embargo, la paz también comienza en la mente de algún poeta, capaz de ver un mundo mejor a través del humo de la guerra. Cuando rugen los cañones, las musas deben hablar más fuerte que nunca, y tener más cuidado con lo que dicen. En medio de la matanza, nos sentimos tentados a sembrar las semillas del odio futuro. Pero es nuestra responsabilidad sembrar las semillas de la futura concordia.


Alim Aliev: ‘La palabra escrita es una isla de libertad en la tormenta de la represión’
Subdirector general ucraniano del Ukrainian Institute y cofundador de CrimeaSOS

La semana pasada, el tribunal ruso de ocupación de Crimea condenó a mi amigo Nariman Dzhelal a 17 años de prisión. Dzhelal fue falsamente acusado de hacer explotar el gasoducto de la península, pero el verdadero motivo por el que fue condenado, creo, es que él era la voz más poderosa y valiente de los tártaros de Crimea, el pueblo indígena de Ucrania.

Dzhelal lleva un año tras las rejas, y durante este tiempo se ha convertido en un escritor de prosa y poesía. Hay más de 140 prisioneros políticos de Crimea como él, y algunos de ellos escriben textos en ucraniano y tártaro de Crimea, los cuales mis colegas y yo hemos publicado en la antología Crimean Fig. La palabra escrita se ha convertido en una isla de libertad en la tormenta de la represión.

La literatura tártara de Crimea ha pasado a la clandestinidad, con autores escribiendo bajo seudónimos y utilizando la lengua de Esopo para escribir sobre la vida bajo la ocupación, así como sobre temas históricos. Algunos escritores se reúnen y organizan encuentros en departamentos privados donde leen poesía y prosa para un círculo limitado de “su gente”. Esto ayuda a preservar la lengua tártara de Crimea, que actualmente está en peligro, según la UNESCO, y que constituye un pilar de la identidad que la política colonial rusa está intentando destruir.


Philippe Sands: ‘La literatura nos permite imaginar a través del tiempo y el espacio’
Abogado británico y francés, autor de libros como el recientemente publicado The Last Colony

Un mes después de que comenzara la guerra contra Ucrania, un amigo me escribió para decirme que la traductora al ruso de mi libro East West Street, que trata sobre los orígenes del genocidio y los crímenes contra la humanidad en Lviv, en Ucrania, había sido detenida. Defensora de los derechos humanos durante toda su vida, fue detenida en los límites de la plaza Pushkinskaya de Moscú, rumbo al lugar asociado a los actos de protesta solitaria y pacífica. Ella quería leer un poema, escrito en un gran pedazo de papel.

La policía vio el papel enrollado que sobresalía de su mochila. La detuvieron y le pidieron que les mostrara el papel. Leyeron unos versos extraídos de un poema, “Escuchando los horrores de la guerra”. Fueron escritos en 1855 por el famoso poeta Nikolay Nekrasov, propietario y editor de la revista literaria Sovremennik, quien se había inspirado en los relatos que le había enviado León Tolstoi, que acababa de regresar de la guerra en Crimea. Nekrasov los publicó como Bocetos de Sebastopol.

La traductora fue debidamente detenida. Se le acusó de “desacreditar la operación especial actual mediante la lectura del texto que Nekrasov escribió al final de la guerra de Crimea, influenciado por los Bocetos de Sebastopol de Tolstoi”.

La literatura nos permite pensar e imaginar, a través del tiempo y del espacio. Nos ayuda a comprender, como esperaba Tolstoi con sus Bocetos, que los horrores y la inutilidad de la guerra solo admiten un héroe: la verdad.


Escritores de Ucrania y otros países explican por qué la literatura es importante en tiempos de conflicto - Raquel-Clarke
Rachel Clarke. Foto: Antonio Olmos/The Observer


Rachel Clarke: ‘Dar testimonio en tiempos de guerra es algo profundamente necesario’
Doctora británica en cuidados paliativos y autora de Dear Life

Incluso en un caótico y desbordado hospital del Servicio Nacional de Salud, cada día me sorprende nuevamente en mi trabajo la fuerza medicinal de los relatos. Hay morfina para el dolor, seda para las laceraciones, electricidad para reanimar los corazones rotos, pero con frecuencia el acto más transformador de un médico es aquel en el que se detiene a escuchar la historia de un paciente. A su vez, las palabras de un médico pueden animar, consolar, infundir esperanza, mitigar el miedo. Administradas cuidadosamente, con la dosis justa, las palabras pueden incluso llevar a un paciente moribundo desde las profundidades de la desesperanza a un lugar de esperanza o serenidad. No estoy segura de que ningún medicamento tenga mayor poder.

La guerra, en este sentido, sin duda es como una enfermedad. En medio de la fractura de la vida normal, las pérdidas y los trastornos, el nuevo e incómodo estado de incertidumbre y miedo, contar la historia de uno mismo tiene un inmenso potencial terapéutico. Dar testimonio en tiempos de guerra puede ser algo peligroso, valiente, temerario o desafiante. También es algo profundamente necesario.


Escritores de Ucrania y otros países explican por qué la literatura es importante en tiempos de conflicto - Samar-Yazbek
Samar Yazbek. Foto: Ed Alcock/MYOP Diffusion

Samar Yazbek: ‘Escribir la verdad ofrece justicia a los oprimidos’
Autora siria de novelas como La frontera y Planet of Clay

Cuando nos enfrentamos a la destrucción, nuestras armas son las palabras y nuestra libertad para utilizarlas. La literatura expone la fealdad de la guerra y su impacto en el destino humano, siempre mirando al futuro. No detendrá la guerra, pero hará frente a su fealdad con su estética y su visión imaginativa. La literatura desvela el rostro de la guerra y se adentra en los horrores de su brutal maquinaria y su impacto en el trágico destino del hombre.

En mi caso, cuando comenzó el levantamiento popular en Siria y después la guerra, no dudé ni por un momento en mi pleno compromiso con el acto de escribir –sobre la guerra y contra la guerra– a través de mis novelas, mis documentales y mi periodismo, no solo porque el hecho de escribir contra la guerra y la violencia forma parte de la invención de un futuro mejor, sino porque escribir contra la guerra y sobre la guerra constituye un intento de hacer que nuestras palabras formen parte de un acto de justicia y de un movimiento de cambio. No importa cuán mínimo sea, escribir la verdad ofrece justicia a los oprimidos.


Volodymyr Yermolenko: ‘La literatura durante la guerra es tanto una blasfemia como un deber’
Filósofo ucraniano, periodista y presentador del podcast Explaining Ukraine

La literatura durante la guerra es una blasfemia porque no es posible expresar la realidad de la guerra con palabras. La guerra te deja sin palabras, en silencio. Nunca podrás expresar el dolor de la pérdida de tus seres queridos. O el horror de las fosas comunes y de los vehículos quemados con gente en su interior. O el abismo de las madres que perdieron a sus hijos. Cualquier intento de romper este silencio de luto parece una blasfemia.

Aun así, la literatura durante la guerra también es un deber. Tenemos el deber de hablar, de atestiguar, de confesar, de dar testimonio. El mal que se entierra en el silencio es un mal que regresará. Los ucranianos lo saben muy bien. El intento de genocidio al que nos estamos enfrentando ahora por parte de los invasores rusos es horrible no solo porque es una personificación de la crueldad, sino también porque es una personificación de la crueldad repetida. Los crímenes anteriores cometidos en esta región fueron mantenidos en silencio durante demasiado tiempo, y las personas que intentaron contar sus historias fueron enviadas a las cárceles o asesinadas en masa. Por lo tanto, deberíamos romper este círculo vicioso de silencio. Esto hace que la literatura sea un acto de rebelión contra el mal.


Escritores de Ucrania y otros países explican por qué la literatura es importante en tiempos de conflicto - Victoria-Amelina
Victoria Amelina. Foto: May Lee/Lviv BookForum

Victoria Amelina: ‘Hay heridas que solo las historias pueden curar’
Novelista, ensayista y activista de los derechos humanos ucraniana

La guerra borra las historias: los criminales de guerra matan, después ocultan las pruebas con la esperanza de que el mundo nunca sepa siquiera los nombres de sus víctimas. Después de liberar cada pueblo, los ucranianos se esfuerzan por recuperar los nombres de los fallecidos, enterrarlos con dignidad y contarle al mundo sus historias. Muchas veces lo logramos, pero no siempre. Mientras escribo esto, de camino a Izyum para documentar los crímenes de guerra, es posible que los ocupantes estén destruyendo las pruebas del genocidio en la ciudad de Mariúpol. A pesar de todos nuestros esfuerzos, habrá demasiadas historias que nunca se conocerán. Como activista de los derechos humanos, documento los crímenes de guerra y abogo por la justicia. Sin embargo, como escritora, sé que hay heridas que solo las historias pueden curar.


Oleksandr Mykhed: ‘Sin la capacidad de escribir, yo no estaría aquí’
Académico literario ucraniano, curador de proyectos artísticos y autor de I Will Mix Your Blood with Coal

Con una invasión a gran escala, me resulta difícil concentrarme en la lectura y en entender el trasfondo moralizador de la gran literatura. Una guerra a gran escala muestra todo con absoluta claridad y añade fragilidad al estilo de vida habitual y a la propia gente.

Una biblioteca de varios miles de libros es una carga que uno no puede llevar consigo mientras es evacuado. Solo los recuerdos de los libros leídos pueden caber en una mochila de emergencia. Y con los frecuentes traslados de una persona desplazada, estos recuerdos se pierden.

Sin embargo, el miedo de los invasores rusos a nuestros libros y nuestra cultura restablece mi fe en el poder de la literatura. Cada vez, lo primero que hacen en los territorios ocupados es cambiar el nombre de los asentamientos al estilo ruso, recuperar los símbolos soviéticos y purgar las bibliotecas. Los ocupantes buscan libros “dañinos” como si fueran igual de peligrosos que los “subversivos” de carne y hueso.

La literatura no lucha, pero los escritores se han ido a la guerra y están defendiendo el país. Al mismo tiempo, los defensores que no han intentado escribir antes están tratando de expresar su experiencia a través de los libros.

Todavía me resulta difícil leer. Pero sin la capacidad de escribir y registrar los horrores de una invasión a gran escala, yo no estaría aquí.


Margaret Macmillan: ‘Los libros nos pueden ayudar a entender la guerra’
Profesora de historia canadiense en la Universidad de Oxford y autora de 1914: De la paz a la guerra

¿Es necesario preguntar? La guerra nos hace enfrentarnos a nuestra propia mortalidad, así como a lo mejor y lo peor de la naturaleza humana. Los libros nos pueden ayudar a entender. En la primera guerra mundial, los soldados franceses comunes pidieron ejemplares de Guerra y Paz de Tolstoi para intentar comprender su guerra en las trincheras. O podemos escapar, al menos en nuestra imaginación, de nuestras propias guerras. En la segunda guerra mundial, dos de los libros más populares en inglés fueron How Green Was My Valley (Qué verde era mi valle), de Richard Llewellyn, que trata sobre las vidas y las penas de un pueblo minero galés en decadencia, y Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, sobre esa gran guerra anterior. Puedes amar u odiar la fábula de Antoine de Saint-Exupéry El Principito, publicada en los oscuros días de 1943 y uno de los éxitos de ventas de todos los tiempos. Aunque termina con la muerte del príncipe errante, también promete que se puede encontrar la sabiduría y que el amor puede, al final, triunfar. La esperanza también importa.

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