Los seres humanos ‘pueden necesitar dormir más en invierno’, revela estudio
Aunque los investigadores reconocen que sería necesario validar los resultados en personas que no tengan dificultades para dormir, los cambios estacionales podrían ser incluso mayores en una población sana. Foto: WebSubstance/Getty Images/iStockphoto

Para aquellos de nosotros a los que nos cuesta salir de nuestras camas en invierno, las burlas de “flojos” bien podrían estar fuera de lugar. Una nueva investigación sugiere que, aunque los humanos no hibernamos, es posible que necesitemos dormir más durante los meses más fríos, es decir, en invierno.

Un análisis de personas que participaron en estudios del sueño reveló que la gente duerme más en la etapa REM (movimientos oculares rápidos) en invierno.

Aunque el tiempo total de sueño parecía ser aproximadamente una hora más largo en invierno que en verano, este resultado no fue considerado estadísticamente significativo.

No obstante, el sueño REM –conocido por estar directamente relacionado con el ritmo circadiano, que se ve afectado por los cambios de luz– era 30 minutos más largo en invierno que en verano.

La investigación sugiere que, incluso en una población urbana que experimenta trastornos del sueño, los seres humanos experimentan un sueño REM más prolongado en invierno que en verano y un sueño menos profundo en otoño.

Los investigadores señalan que, si se consigue replicar los resultados del estudio en personas que tengan un sueño sano, esto constituiría la primera prueba de la necesidad de ajustar los hábitos de sueño a cada estación, tal vez acostándose antes en los meses más oscuros y fríos.

El Dr. Dieter Kunz, autor de contacto de este estudio, que trabaja en la Clínica del Sueño y Cronomedicina del hospital St Hedwig, en Alemania, señaló: “Los cambios estacionales son generales en cualquier ser vivo de este planeta”.

“Aunque en invierno sigamos trabajando igual, la fisiología humana experimenta una regulación descendente, generando una sensación de ‘agotamiento’ en febrero o marzo“.

“En general, las sociedades necesitan ajustar los hábitos de sueño, incluida la duración y el horario, a la estación del año, o ajustar los horarios de escuela y trabajo a las necesidades estacionales de sueño”.

Durante el sueño REM, la actividad cerebral aumenta y las personas pueden soñar. El sueño normal comienza con tres etapas de sueño no REM, seguidas de un breve periodo de sueño REM.

Si bien los investigadores reconocen que sería necesario validar los resultados en personas que no tengan dificultades para dormir, los cambios estacionales pueden ser aún mayores en una población sana.

En el estudio, un equipo de científicos reclutó a 292 pacientes que anteriormente participaron en estudios del sueño denominados polisomnografías. Estos estudios regularmente se llevan a cabo en pacientes que experimentan dificultades relacionadas con el sueño. Se les pide que duerman de forma natural en un laboratorio especial, sin despertador, y se puede monitorear la calidad y el tipo de sueño, así como su duración.

Tras excluir a las personas que tomaban medicamentos que afectaban su sueño, los errores técnicos y aquellos que podían haberse saltado la primera etapa REM, quedaron 188 pacientes en el nuevo estudio.

Los resultados aparecen publicados en la revista Frontiers in Neuroscience.

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