La demanda de reggaetón que podría sacudir al mundo del pop
De izquierda a derecha: Luis Fonsi, El Chombo y Daddy Yankee. Foto compuesta: Getty, PR

Con el lanzamiento de su canción Fish Market en 1989, el dúo jamaicano Cleveland, integrado por “Clevie” Browne y Wycliffe “Steely” Johnson, cambió inadvertidamente el curso de la música pop. La canción contenía el primer ejemplo conocido de lo que llegaría a conocerse como ritmo “dembow”, el patrón de percusión four-on-the-floor, ligeramente sincopado, que trascendió del reggae para convertirse en el ritmo característico del reggaetón, actualmente el sonido del pop latinoamericano que conquista el mundo.

Ahora, más de 30 años después del lanzamiento de Fish Market, Steely & Clevie Productions demanda a tres de los creadores de éxitos más famosos del reggaetón –El Chombo, Luis Fonsi y Daddy Yankee– por lo que califican como interpolación ilegal del ritmo (o “riddim”) de Fish Market, y reclaman el crédito –y los derechos de autor– que dicen merecer desde el principio.

La demanda interpuesta por Steely & Clevie Productions cita 56 canciones, entre ellas algunos de los mayores éxitos del reggaetón, como Despacito, la colaboración de Fonsi y Yankee con Justin Bieber, y Gasolina, de Yankee, muchas de las cuales han acumulado cientos de millones, o incluso miles de millones, de reproducciones. En la demanda también figuran numerosos artistas y coautores, entre ellos Bieber, Stefflon Don y el cantante puertorriqueño en ascenso Rauw Alejandro, así como empresas editoriales y sellos discográficos. (Los representantes de Bieber y Stefflon Don declinaron realizar comentarios; The Guardian contactó a los representantes de Alejandro).

Una sentencia a favor de Steely & Clevie podría tener enormes consecuencias no solo para el reggaetón, sino para la música pop en general, que en la última década ha buscado cada vez más inspiración en la música latinoamericana.

Se podría considerar que miles de otras canciones que utilizan un ritmo dembow infringen los derechos de autor, y esta demanda también podría sentar un precedente para futuras reclamaciones de derechos de autor basadas en ritmos fundacionales del pop.

En Jamaica y América Latina, la reutilización y el sampling de temas instrumentales sin temor a ser llevados a los tribunales es una práctica habitual. “La escena underground de San Juan (en Puerto Rico) que dio origen al reggaetón estaba inspirada en la tradición de los sound systems de Jamaica de utilizar instrumentales populares para propulsar nuevas interpretaciones locales en vivo”, explica Wayne Marshall, etnomusicólogo especializado en música de baile social del Berklee College of Music en Boston.

Cuando el reggaetón empezó a desarrollarse, tenía poco valor económico, y pocos de sus creadores tenían idea de que algún día se convertiría en una de las fuerzas más importantes del pop mundial. Ahora, el reggaetón es una industria multimillonaria: Bad Bunny, actualmente la estrella más grande del género (que también se ha diversificado en otros estilos), es el artista con más reproducciones a nivel mundial en Spotify desde hace tres años consecutivos.

“Una vez que el reggaetón se convierte en uno de los géneros más populares del mundo, produciendo parte de la música más lucrativa del siglo XXI, plantea la cuestión de si se debería aplicar la misma licencia creativa a productos básicos que valen millones de dólares”, señala Marshall.

De hecho, Browne y Anika Johnson (esta última en representación de la herencia de Wycliffe Johnson, que falleció en 2009), alegan que Fonsi, Chombo y Yankee “nunca solicitaron ni obtuvieron una licencia, autorización o consentimiento” para utilizar el ritmo originario de Fish Market, y que “siguen explotando y generando ingresos y ganancias a partir de las obras infractoras”. Browne y Johnson solicitaron un juicio con jurado para su demanda judicial.

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Justin Bieber es uno de los demandados nombrados en la acción sobre Fish Market. Foto: Mario Anzuoni/Reuters

La demanda sugiere que el éxito de Dem Bow, el éxito de Shabba Ranks de 1990 –que incluyó el uso legal del ritmo Fish Market, acreditando a Steely & Clevie como coautores– inspiró a otros artistas a copiar el ritmo. Browne y Johnson afirman que los artistas citados en la demanda habrían tenido acceso al tema Fish Market debido a su amplia disponibilidad, y que también habrían tenido acceso al tema Pounder de Bobo General y Sleepy Wonder, otra canción de 1990 cuyo ritmo, según dicen Browne y Johnson, es “sustancialmente similar, si no es que prácticamente idéntico” al de Fish Market.

Aunque los ritmos no suelen estar protegidos por la ley de derechos de autor en Estados Unidos, es posible proteger un ritmo si se puede demostrar que es sustancialmente único u original.

Los abogados de Fonsi, en respuesta a la demanda de Browne y Johnson, negaron “que toda o parte de… Fish Market sea original o susceptible de protección”, y aseguraron que “no se requiere respuesta”. Los representantes de El Chombo nos remitieron a un video de su canal de YouTube en el que habla extensamente sobre la historia del reggaetón y la composición de canciones. Los representantes de Daddy Yankee no respondieron la petición de comentarios de The Guardian.

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Wycliffe “Steely” Johnson (izquierda) y Cleveland “Clevie” Browne (derecha). Foto: Steely & Clevie Productions Ltd

Para Katelina Eccleston, historiadora del reggaetón y creadora de la plataforma Reggaetón Con La Gata, la tradición de reutilizar que existe en la cultura riddim no debería excluir a los artistas de obtener créditos como compositores. “Esto lleva mucho tiempo gestándose”, señala. “No hace falta ser un científico para ver cómo (Fish Market) ha sido utilizado, empleado como sample e intercambiado en el reggaetón”.

Eccleston considera que el caso tiene su origen en una arraigada jerarquía racial que se extiende por todo el continente americano, en la que las personas de tez más clara –la mayoría de las grandes estrellas del reggaetón– suelen gozar de mayores privilegios. Desde el punto de vista de Eccleston, esto se aplica también en Jamaica, donde gran parte de la población tiene una tez más oscura que la población de los países vecinos de Latinoamérica. Géneros de Jamaica como el dancehall y el reggae, explica Eccleston, son populares a nivel mundial, pero carecen de paridad económica con el reggaetón.

“Las personas que ganan millones con esta música viven a un nivel diferente del de las personas que escribieron esa música originalmente”, señala. “Todos quieren la música y la cultura de Jamaica, pero no quieren asegurarse de que los jamaiquinos puedan comer”.

El abogado neoyorquino especializado en derechos de autor Paul Fakler, que no está implicado en el caso, explica que Browne y Johnson actuaron de forma estratégica en su solicitud de un juicio con jurado. “Una de las claves de la ley de derechos de autor es que las ideas no están protegidas, pero sí las expresiones únicas de las ideas”, señala. “Así que muchas veces, cuando estos casos de derechos de autor van a los jurados, se pueden obtener resultados estrafalarios”.

Fakler señala que cuando un juez y un jurado se enfrentan a las complejidades de la teoría musical, el veredicto muchas veces se centra en menor medida en la música y más en la historia que hay detrás de ella. Cita el caso Blurred Lines de 2015, en el que un jurado declaró a Robin Thicke y Pharrell Williams culpables de infringir los derechos de autor de una canción de Marvin Gaye de 1977, como un momento decisivo en las reclamaciones de derechos de autor del pop.

“El resultado no necesariamente estuvo relacionado con algo relevante, sino con los elementos obscenos de la historia”, explica Fakler. “Eso puede llegar a poner a un jurado en tu contra cuando después tiene que sentarse en el palco y decidir quién tiene la razón y quién no, y quién es digno de credibilidad y quién no”.

Gregor Pryor, abogado especializado en entretenimiento y medios de comunicación, señala que Browne y Johnson podrían enfrentarse a una ardua batalla, en parte porque los demandados probablemente “dispondrán de una gran cantidad de defensas contra la infracción de derechos de autor, lo cual hará que sea más difícil demostrar el argumento de los demandantes … Los demandantes tendrán que demostrar que el demandado realmente escuchó alguna vez, o se podría presumir razonablemente que escuchó, la canción de los demandantes antes de crear la canción supuestamente infractora”, explica.

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Beyoncé dio crédito a Animal Collective en una de sus canciones porque ‘encarna partes’ de su canción de 2009 My Girls. Foto: Mario Anzuoni/Reuters

Pryor afirma que es difícil demostrar que alguien tenía conocimiento previo de una canción, lo que significa que los tribunales tendrán que tomar en consideración la popularidad de una canción. “El uso de términos como ‘fundacional’ e ‘icónico’ que se utilizan (en la demanda) para describir la música instrumental constituyen intentos tempranos de indicar su popularidad y demostrar que probablemente se habría tenido acceso a ella”, señala. “El éxito o no de este punto dependerá de la capacidad de los demandantes para demostrar que la obra era tan popular como sugieren, algo que puede resultar difícil”.

Las grandes compañías discográficas, en un intento de evitar preventivamente demandas por derechos de autor, empezaron a acreditar a artistas que no participaron en la creación de una canción cuando un tema nuevo se parece a otro anterior. Recientemente, Olivia Rodrigo dio retroactivamente créditos de composición a integrantes de la banda Paramore y a Taylor Swift por dos canciones de su álbum debut; en 2016, Beyoncé dio notoriamente crédito a Animal Collective en una de sus canciones debido a un ligero parecido lírico con su canción de 2009 My Girls.

Es poco probable que a Fonsi, Chombo y Yankee se les ocurriera semejante estrategia cuando empezaron a acuñar éxitos. Es posible que pronto un juez y un jurado tengan que decidir si están obligados a pagar lo que muchos consideran una deuda pendiente desde hace mucho tiempo.

“Este ha sido el mayor problema desde la creación de la música”, comenta Eccleston. “Una vez que el dinero llegó a la mesa, ahí fue cuando cambiaron las cosas”.

Información adicional de Shaad D’Souza.

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