Trump promete intensificar ataques contra fiscal Bragg: fuentes
Se espera que la acusación de Trump incluya cargos de falsificación de registros empresariales y otros adicionales. Foto: Leah Millis/Reuters

Donald Trump comunicó en los últimos días a sus asesores y socios que está dispuesto a intensificar los ataques contra el fiscal de Manhattan que revivió el proceso penal relativo al pago de un soborno a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels en 2016, ya que un gran jurado lo acusó.

El expresidente dijo a personas cercanas a él que desea pasar a la ofensiva y –en un momento privado durante el fin de semana en su complejo Mar-a-Lago en Florida– comentó, usando un lenguaje más pintoresco, que era hora de “darles duro” políticamente.

Trump ya había dado indicios de que arremetería contra el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, semanas antes de que el gran jurado presentara el jueves una acusación en su contra, señalando en publicaciones pugilísticas en la red social Truth Social que la acusación era puramente política y acusando a Bragg de ser un psicópata.

Sin embargo, el lenguaje cargado que utilizó recientemente refleja la determinación de Trump de intensificar esos ataques a medida que retoma su tradicional y comprobada estrategia de enfrentarse a los fiscales, especialmente cuando se enfrenta a problemas legales que sabe que no puede evitar, señalaron personas cercanas a él.

Este episodio en Mar-a-Lago ocurrió al margen de las reuniones estratégicas que Trump mantuvo con sus asesores y socios en las que se discutió cómo debía responder a la acusación desde un punto de vista legal y político, sesiones que describieron dos fuentes cercanas al expresidente.

El caso se centra en los 130 mil dólares (unos dos millones de pesos) que Trump le pagó a Daniels a través de su exabogado Michael Cohen en los últimos días de la campaña presidencial de 2016.

Trump le reembolsó posteriormente el dinero a Cohen con cheques de 35 mil dólares, los cuales fueron registrados como gastos legales. Cohen se declaró culpable en 2018 de cargos federales de evasión de impuestos y violación relacionada con el financiamiento de campaña.

Dado que la acusación permanecerá sellada hasta la comparecencia programada de Trump el martes, aún no se conocían los cargos exactos el domingo, aunque se espera que incluyan la falsificación de registros empresariales y cargos adicionales que permitan convertir en delito grave lo que de otro modo sería un delito menor.

En un principio, la acusación sorprendió a Trump, quien pasó las 24 horas siguientes asimilando la noticia que le comunicaron varios de sus principales asesores. Más tarde, en un momento determinado, Trump se repitió a sí mismo casi con incredulidad que los fiscales realmente lo habían acusado.

La sorpresa desapareció el fin de semana, cuando la actitud de Trump cambió y le dijo a su equipo que deseaba combatir el caso y luchar contra los fiscales. Sostiene categóricamente que no hizo nada ilegal y que no aceptará un acuerdo de declaración de culpabilidad que lo obligaría a admitir su culpabilidad.

El tono combativo del expresidente no ha hecho más que aumentar en los últimos días tras una serie de publicaciones críticas sobre el juez del tribunal supremo del estado de Nueva York, Juan Merchan, a quien aparentemente se le asignó el caso después de que presidiera otro asunto relacionado con la Organización Trump el año pasado.

En su plataforma Truth Social, Trump comentó que Merchan “presionó” a Allen Weisselberg, el exdirector ejecutivo de la Organización Trump, que el domingo se encontraba cumpliendo una condena de 100 días en el complejo penitenciario de Rikers Island tras declararse culpable de cargos de fraude fiscal en aquel juicio.

En referencia a Merchan, Trump señaló: “El Juez ‘asignado’ a mi Caso de Cacería de Brujas, un ‘Caso’ que NUNCA HA SIDO IMPUTADO ANTES, ME ODIA”.

Desde entonces, Trump también ha reorientado su atención a analizar cómo puede beneficiarse políticamente de la acusación, indicaron las fuentes, y se sintió alentado por el hecho de que la acusación aumentó sus números en las encuestas frente a sus potenciales rivales por la candidatura republicana, quienes se vieron obligados a salir en la defensa del expresidente frente a Bragg, un demócrata.

Con una sombría obsesión por que le tomen una foto policial, Trump preguntó si su equipo podría imprimirla en playeras que podrían funcionar como motivo de reunión para sus partidarios, una idea que entusiasmó particularmente a sus asesores.

Trump también pasó el fin de semana revisando una encuesta de Yahoo news que indicaba que aventajaba al gobernador de Florida, Ron DeSantis, a quien considera su rival más cercano de cara a la candidatura presidencial republicana de 2024, con un 57% contra un 31% en un hipotético enfrentamiento entre ambos.

La encuesta también reveló que Trump atraía la mayor parte del apoyo, con un 52%, cuando se le comparaba con un grupo más amplio de 10 candidatos.

La encuesta reflejó el peligroso camino que deben recorrer DeSantis y los otros contendientes de Trump, que hasta ahora han tenido dificultades para encontrar la forma de defender al expresidente con la firmeza suficiente para obtener el apoyo de su base en el Partido Republicano sin socavar su propuesta de ser dignos sucesores de Trump.

Los asesores de Trump observaron durante el fin de semana que DeSantis tuvo dificultades en dicha prueba cuando su única respuesta a la acusación fue alinearse de nuevo con el expresidente, calificando el caso de “convertir en arma el sistema legal para promover una agenda política”.

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