Trump considera que la prohibición federal del aborto le costará votos y es poco probable que la apoye
El expresidente Donald Trump habla en la manifestación contra el aborto March for Life (Marcha por la Vida) el 24 de enero de 2020. Foto: Roberto Schmidt/AFP/Getty Images

Donald Trump considera que la prohibición federal del aborto es una propuesta que puede resultar perjudicial para los republicanos, ahora que el partido se prepara para afrontar las primeras elecciones presidenciales desde la decisión de la Corte Suprema de anular el caso Roe vs. Wade, y es poco probable que apoye una política de este tipo, según comentan personas cercanas a él.

El expresidente comentó a sus aliados en los últimos días que su instinto le sigue diciendo que debe delegar la cuestión de los derechos reproductivos a los estados, siguiendo el razonamiento de la Corte en el caso Dobbs contra Jackson Women’s Health Organization, que puso fin a 50 años de protección federal del aborto.

Sin embargo, la materialización de la postura de Trump parece ser, básicamente, el reconocimiento de que una prohibición federal del aborto podría perjudicarlo en las elecciones de 2024 en caso de que se convirtiera en el candidato republicano, principalmente porque la mayoría de los estadounidenses simplemente no apoyan que el aborto sea ilegal en la mayoría de los casos o en su totalidad.

Esta opinión está basada, en parte, en las derrotas que sufrieron los republicanos en las elecciones de mitad de mandato que supuestamente iban a dominar y que, según revelaron las entrevistas, estuvieron relacionadas con la sentencia de la Corte Suprema. Además, en los seis estados en los que se plantearon cuestiones relacionadas con el aborto en las votaciones de 2022, los votantes eligieron rechazar nuevas restricciones.

El tema se ha convertido en una prueba de fuego para los candidatos republicanos a la presidencia, y la renuencia de Trump a respaldar las restricciones nacionales lo enemistaría directamente con destacados líderes del movimiento antiaborto que exigen medidas federales.

No obstante, su negativa a adoptar la postura más radical de los activistas del partido brinda una oportunidad para que posibles rivales como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y su exvicepresidente, Mike Pence, compitan a su derecha en el tema.

Preocupados por los riesgos políticos de ser considerado una persona represiva en materia de aborto, los aliados de Trump le dijeron que les sorprendió la semana pasada ver a DeSantis, su previsto rival en la contienda para 2024, promulgar una ley y convertirse en la imagen de la prohibición del aborto después de las seis semanas en el estado.

La retroalimentación que recibió Trump –que está moldeando su postura– fue que a pesar de todas las afirmaciones de DeSantis de que supuestamente era una alternativa elegible a Trump para la candidatura del Partido Republicano, el gobernador de Florida socavaría sus posibilidades en una elección general por convertirse en la imagen de la prohibición del aborto después de las seis semanas.

Trump ha hablado sobre encontrar un equilibrio, explicaron personas cercanas a él: delegar la cuestión del aborto a los estados, apoyando al mismo tiempo las excepciones por violación, incesto y en casos de peligro para la madre, así como el nombramiento de jueces conservadores para la magistratura federal y la supresión de los fondos federales destinados a Planned Parenthood, algo que ya hizo como presidente.

La postura menos extremista de Trump sobre el aborto destaca la perdurable importancia de una de las cuestiones con mayor carga política de Estados Unidos. Sin embargo, su postura podría resultar arriesgada en las elecciones primarias republicanas, en las que los conservadores sociales tienen una gran influencia en los primeros estados en votar, especialmente en Iowa.

El sábado, está previsto que Trump pronuncie un discurso en un evento de la Faith and Freedom Coalition de Iowa –una de las conferencias más conservadoras del país–, donde es posible que lo presionen respecto a su postura sobre el aborto.

Cuando se le preguntó por la postura de Trump sobre el aborto de cara a las elecciones de 2024, la campaña reiteró sus políticas adoptadas en la Casa Blanca: “El presidente Trump cree que la Corte Suprema, liderada por los tres jueces que él apoyó, acertó cuando determinó que esta es una cuestión que debe decidirse a nivel estatal”.

Y añadió: “Los republicanos han intentado conseguirlo desde hace 50 años, pero fuimos incapaces de hacerlo. El presidente Trump, que es considerado el presidente más provida de la historia, lo logró. Continuará con estas políticas cuando sea reelegido para la Casa Blanca”.

El pensamiento político de Trump también se hizo evidente el año pasado, cuando se filtró el borrador de la decisión de la Corte Suprema de anular el caso Roe vs. Wade, dijeron algunas personas, cuando se dirigió a sus amigos y les comentó que eso enojaría a las mujeres de los suburbios y provocaría una reacción adversa contra los republicanos en las elecciones de mitad de mandato.

Al principio se negó a atribuirse el mérito de la sentencia –algo inusual en alguien normalmente tan dispuesto a reivindicar cualquier mérito– y guardó silencio incluso cuando Pence y otros conservadores de su gobierno declararon la victoria del movimiento antiaborto.

Posteriormente, Trump se aseguró de emitir un comunicado en el que se felicitó a sí mismo por haber respaldado a sus tres nominados a la Corte Suprema, que al final se sumaron a la opinión mayoritaria de 6-3 que revocó el caso Roe vs. Wade. “La decisión de hoy … (fue) posible solo porque cumplí con todo lo prometido”, señaló.

Trump se ha descrito a sí mismo como el “presidente más provida” de la historia, aunque es un exdemócrata de Nueva York que en su momento apoyó el derecho al aborto hasta más o menos el momento en que se postuló a la presidencia en 2016.

En el cargo, Trump sentó las bases para el panorama jurídico post-Roe, designando también para la magistratura federal en Texas al juez del tribunal estadounidense de distrito Matthew Kacsmaryk, cuya reciente sentencia revocó la aprobación por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) del medicamento abortivo mifepristona, aprobado hace 23 años. La sentencia quedó suspendida temporalmente.

Los comentarios de Trump sobre el aborto como inconveniente político para los republicanos indignaron a sus exaliados. Cuando Trump atribuyó a “la cuestión del aborto” las pérdidas que sufrió el partido en las elecciones de mitad de mandato, importantes grupos antiaborto respondieron con una advertencia mordaz de que el expresidente aún tenía que ganarse su apoyo.

Marjorie Dannenfelser, presidenta del grupo Susan B Anthony Pro-Life America, comentó a la prensa antes de la “March For Life” (Marcha por la Vida) realizada en enero que cualquier candidato que no apoyara las restricciones nacionales en materia de aborto se había “descalificado a sí mismo o a sí misma como candidato o candidata presidencial a nuestros ojos”.

Jon Schweppe, director político de la organización conservadora American Principles Project, comentó que Trump no se equivocaba al señalar que el aborto había perjudicado a los republicanos en las últimas elecciones. Schweppe dijo, sin embargo, que la solución no era abandonar la lucha por lograr una prohibición a nivel nacional, sino construir un consenso dentro del partido en torno a una norma federal, como la prohibición del procedimiento después de las 15 semanas de embarazo.

“Creo que (Trump) considera que el aborto es la razón por la que perdimos las elecciones de mitad de mandato, y no está completamente equivocado”, señaló Schweppe. “Pero la solución no es: ‘No hay ninguna función federal. Ya no vamos a hacer nada, cumplí con el caso Dobbs’. Tiene que ser: ‘Este es el siguiente paso’.

“El movimiento provida todavía tiene mucha influencia, y va a tener una influencia importante en las elecciones primarias presidenciales”.

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