Cómo Israel utiliza el agua para controlar Cisjordania
Un asentamiento visible desde el techo de la casa de Mahmoud Haj Mohammed en el pueblo ocupado de Jalud, Cisjordania. Foto: Ofir Berman/The Guardian

Mahmoud Haj Mohammed está parado en el techo de la casa de su familia en el pueblo ocupado de Jalud, en Cisjordania, y señala hacia un grupo de árboles de ciprés en el lado opuesto del valle.

Mohammed acaba de regresar de su trabajo en una fábrica de concreto en la cercana ciudad de Nablus, con calor y cansado en la última semana del Ramadán, con los pantalones de mezclilla cubiertos de manchas grises de cemento. Este hombre de 32 años comenzó a trabajar ahí hace dos años, después de que los colonos israelíes tomaran una parte importante de los terrenos de su familia y terminaran por hacer que ya no fuera viable explotarlos.

“Es fácil ver dónde están los colonos. Mira la plantación de olivos debajo del ciprés”, comentó Haj Mohammed, mientras pasaba un rebaño de cabras. “Esa es nuestra tierra, pero no la estamos cultivando. ¿Ves cómo los árboles están muy juntos? Eso se debe a que los colonos tienen acceso al suministro de agua y a un riego adecuado. Compárenlo con nuestros árboles, los que están más separados y no en hileras ordenadas”.

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Los colonos israelíes tomaron una parte del terreno que pertenecía a la familia de Mahmoud Haj Mohammed. Foto: Ofir Berman/The Guardian

El agua es uno de los recursos más preciados en Israel y en los territorios palestinos. Este hermoso paisaje –la histórica media luna fértil– puede ser duro e implacable. Sin embargo, con agua suficiente, como dice el Libro de Isaías, “El desierto y la tierra seca se alegrarán; el yermo se regocijará y florecerá”.

Israel es el líder mundial en gestión y tecnología del agua: el año pasado, un proyecto único en su género comenzó a bombear agua de mar desalinizada desde el Mediterráneo hacia el norte, para reabastecer el cada vez menos extenso Mar de Galilea. Sin embargo, los grupos de defensa de los derechos sostienen que estos éxitos se logran en detrimento de los palestinos; Israel controla aproximadamente el 80% de las reservas de agua de Cisjordania, sin embargo, tanto Cisjordania como la Franja de Gaza se enfrentan a una grave escasez de agua y a la sequía.

En teoría, nadie que viva o trabaje en el Área C, el 60% de Cisjordania que controla totalmente Israel, se puede conectar a las tuberías de la compañía nacional de agua que pertenece a Israel sin demostrar que es propietario de sus terrenos u obtener un permiso de la administración civil israelí en los territorios, conocida como COGAT. No obstante, en la práctica, el acceso a los recursos hídricos es una potente arma controlada por el Estado para el movimiento de asentamientos, que permite el florecimiento de viñedos, plantaciones de olivos, ganaderías y plantaciones de dátiles de propiedad israelí.

Los israelíes, incluidos aquellos que viven en asentamientos, utilizan tres veces más agua al día que los palestinos que viven en Cisjordania, según indica un nuevo informe de la ONG israelí de defensa de los derechos humanos B’Tselem. En muchos lugares, a los agricultores palestinos les resulta difícil cultivar incluso cosechas de bajo rendimiento, como trigo, lentejas y garbanzos. La disminución del acceso a la tierra y al agua a causa de la expansión de los asentamientos significa que la agricultura aporta actualmente solo el 2.6% del PIB del territorio.

Alrededor de 450 mil israelíes se han asentado en lo que ahora es el Área C desde que comenzó la ocupación en 1967 y lo hacen por diferentes motivos: algunos consideran que la recuperación de la tierra bíblica de Israel es una misión religiosa o nacionalista, mientras que otros se sienten atraídos por el menor costo de la vida o las oportunidades comerciales. En general, la comunidad internacional considera que su presencia es ilegal y un importante obstáculo para la paz: está aumentando el fenómeno de la violencia de los colonos contra los palestinos.

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Niños palestinos muestran sus productos. Foto: Ofir Berman/The Guardian

Unos cuantos de ellos se han vuelto ricos cultivando miles de acres de tierras en disputa, estableciendo lucrativas bodegas boutique y marcas de aceite de oliva y dátiles medjool de calidad superior para la exportación. Una de las más grandes empresas agrícolas radicadas en los asentamientos en la actualidad es Meshek Achiya, fundada en 2003 cerca del asentamiento de importancia bíblica de Shilo, una zona particularmente infame por las apropiaciones de tierras y la violencia de los colonos.

Las familias de la localidad señalan que Meshek Achiya creció tras apoderarse de amplias zonas de sus tierras durante la segunda intifada (levantamiento palestino) que tuvo lugar en la década de 2000, cuando el acceso de los palestinos a la zona, incluida la familia de Haj Mohammed, estaba bloqueado por los puestos de control del ejército.

Los intentos de The Guardian de contactar a varios propietarios y directores de la empresa no obtuvieron respuesta. Meshek Achiya alega en documentos legales que compró las tierras que explota a otros colonos.

“Si tuviéramos más agua, el pueblo cultivaría algo más que frijoles y za’atar. Pero a veces, en verano, ni siquiera tenemos agua potable”, explicó Jamal Deeb, residente de Qaryut, el pueblo vecino de Jalud, donde Meshek Achiya también se ha apropiado de tierras reclamadas por varias familias de la zona.

“Mi familia se encuentra en una buena posición porque tenemos escrituras y podemos demostrar que somos los propietarios, pero seguimos luchando desde hace varias décadas. Alargar las batallas judiciales es parte de la estrategia”, comentó este hombre de 55 años. “Creo que nunca volveré a ver nuestros árboles en ese lado del valle otra vez”.

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Jamal Deeb, residente de Qaryut, donde la empresa agrícola Meshek Achiya se ha apropiado de las tierras reclamadas por varias familias de la zona. Foto: Ofir Berman/The Guardian

El éxito de Meshek Achiya –y el de muchas otras empresas radicadas en los asentamientos israelíes– sería imposible sin el acceso a las cantidades cada vez mayores de agua que necesitan los agricultores de la zona, propensa a la sequía. No obstante, aunque existen cinco órdenes de desalojo pendientes sobre algunas partes de las tierras controladas por la empresa, confirmadas por el Tribunal Supremo de Israel, al parecer toda la operación sigue conectada al suministro de la agencia israelí del agua.

En 2017, el último año antes de que la autoridad de agua dejara de publicar datos detallados sobre la distribución de agua para uso agrícola en Cisjordania, Meshek Achiya recibió aproximadamente 100 mil metros cúbicos de agua, es decir, 274 metros cúbicos al día (un metro cúbico equivale a mil litros). Los palestinos que viven en el Área C consumen alrededor de 20 litros de agua al día, solo una quinta parte de los 100 litros diarios mínimos que establece la Organización Mundial de la Salud.

La historia se repetía en toda Cisjordania, comentó Dror Etkes, un experto en construcción e infraestructuras de asentamientos israelíes y fundador de la ONG Kerem Navot.

La investigación de la ONG revela que ese mismo año, la autoridad de agua concedió 17 mil metros cúbicos a la familia que dirige la popular bodega Psagot, ubicada cerca de la ciudad de Ramala, donde existe una orden de demolición contra la villa y la alberca del director ejecutivo. Psagot negó cualquier actividad ilegal en una respuesta enviada por correo electrónico. Se destinaron otros 12 mil metros cúbicos a un empleado de Meshek Achiya que abrió su propio viñedo.

Un gran puesto de avanzada de pastoreo de ovejas –considerado ilegal tanto por la legislación israelí como por la internacional– recibió 9 mil metros cúbicos. La esposa del propietario de la granja de huevos orgánicos Giv’ot Olam, otro puesto de avanzada conocido por su violencia, fue el destinatario de 111 mil metros cúbicos.

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Qaryut. Meshek Achiya alega en documentos legales que compró las tierras que cultiva a otros colonos. Foto: Ofir Berman/The Guardian

Mientras tanto, la ONU señala que en los últimos cinco años se han demolido más de 270 instalaciones de agua y aguas negras utilizadas por los palestinos que viven en el Área C, con el argumento de que se trata de infraestructuras ilegales.

COGAT, la sección del ejército israelí responsable de los asuntos civiles en los territorios palestinos, indicó en unos comentarios enviados por correo electrónico que “la distribución de agua a la agricultura israelí (en Cisjordania) solo se lleva a cabo tras un análisis exhaustivo de los diversos aspectos relacionados con los derechos de propiedad de la tierra. Cuando se desvía agua ilegalmente, las autoridades actúan en la zona como les corresponde legalmente”. La autoridad israelí de agua remitió las solicitudes de información a COGAT.

Etkes comentó: “Es fácil volverse rico cuando no tienes que pagar por la tierra y estás conectado a un suministro de agua que no tienen tus vecinos”.

Tras 15 años de litigios, la familia Haj Mohammed logró recuperar 7 hectáreas –aproximadamente una quinta parte de la tierra que reclaman– mediante una sentencia del Tribunal Supremo en 2021. En febrero de este año, desenterraron y trasladaron los olivos de Meshek Achiya, y Mahmoud y sus hermanos plantaron trigo por primera vez en décadas, en honor a su padre. Haj Mohammed padre murió en 2017; no llegó a ver la devolución de ninguna de las tierras de la familia.

“Los colonos siguen bajando de sus casas que están en la colina. La semana pasada amenazaron con matarme”, comentó, de pie en medio de la tierra recién arada. En un montículo sobre el campo, tres colonos observaban sentados, con una bandera israelí azul y blanca ondeando sobre sus cabezas.

“Mucha gente de nuestro pueblo decidió irse. Estoy haciendo esto por mi padre, pero también por mis hijos”, dijo.

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