Detectan altos niveles de sustancias químicas tóxicas en mascotas que viven cerca de una fábrica de EU
Los PFAS son un grupo de unos 15 mil compuestos que suelen ser utilizados para fabricar productos resistentes al agua, las manchas y el calor en decenas de sectores. Foto: Jake May/AP

Las mascotas que viven cerca de una fábrica de PFAS en la ciudad de Fayetteville, Carolina del Norte, presentan niveles preocupantes de estas sustancias químicas tóxicas en su sangre, y muestran indicios de sufrir efectos en su salud relacionados con la exposición, revela una nueva investigación.

Los PFAS estaban presentes en las 32 muestras de sangre de perros, así como en las 31 muestras de sangre de caballos analizadas, y los resultados proporcionan pruebas de que la exposición de humanos y animales a estas sustancias químicas repercute en sus organismos, señaló Scott Belcher, investigador de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y coautor del estudio.

“Simplemente concuerda con lo que hemos observado una y otra vez, y deja claro que se trata de compuestos tóxicos”, indicó.

Los PFAS son un grupo de aproximadamente 15 mil compuestos que suelen ser utilizados para fabricar productos resistentes al agua, las manchas y el calor en decenas de sectores. Se les denomina “sustancias químicas eternas” porque no se descomponen de forma natural, y se les asocia con el cáncer, las enfermedades renales, las enfermedades del hígado, los trastornos inmunitarios, las malformaciones congénitas y otros problemas de salud graves.

La contaminación por PFAS procedente de una fábrica de Chemours en Carolina del Norte ha contaminado extensamente el suelo, el agua y el aire a lo largo de cientos de kilómetros cuadrados alrededor de la planta Fayetteville Works de la empresa, y los residentes señalan que su exposición a estas sustancias químicas es la causa de las elevadas tasas de cáncer y otros graves problemas de salud.

El año pasado, un equipo dirigido por Belcher descubrió que los caimanes de la región que estuvieron expuestos a altos niveles de PFAS en el río Cape Fear mostraban signos de una enfermedad parecida al lupus.

Los residentes también han comentado que sospechan que sus mascotas se han enfermado a causa de la exposición a las sustancias químicas. Entre ellos se encuentra Adrian Stokes, que el año pasado explicó a The Guardian que observaba con impotencia cómo él, sus gatos y sus perros parecían sufrir enfermedades similares.

Un gato constantemente se caía de bruces sobre su comida, contó, y otro se tambaleaba al caminar, algo que un veterinario atribuyó a inexplicables trastornos renales y neurológicos. Dos de sus perros tenían que arrastrarse después de haber perdido la movilidad de sus patas traseras, y Stokes los sacrificó.

A pocos kilómetros de distancia, los tres huskies de Mike Watters, residente de Fayetteville, murieron de cáncer de páncreas, mientras que los ganaderos de la zona han señalado que no pueden encontrar otra explicación del motivo por el que sus caballos han desarrollado problemas respiratorios similares y por qué el ganado nacía con deformaciones.

Los residentes de la zona, preocupados, organizaron en parte el estudio, financiado por el Estado. El estudio se centró en perros y caballos que vivían en propiedades cuyos pozos de agua estaban contaminados con niveles de PFAS lo suficientemente altos como para que Chemours tuviera que suministrar agua embotellada.

Los análisis de sangre de las mascotas revelaron biomarcadores que indican “efectos adversos en los riñones y el hígado”, explicó Belcher, aunque destacó que esto no necesariamente significaba que los animales padecieran alguna enfermedad, y que es prácticamente imposible demostrar la causalidad. No obstante, indicó que desde hace décadas se ha relacionado seriamente el grupo de los PFAS con enfermedades del hígado y renales.

“Todas las relaciones son iguales”, comentó Belcher.

El estudio también mostró que existían diferencias en el tipo de compuestos PFAS hallados en la sangre de cada animal, que dependían de si vivían principalmente en interiores o en el exterior, y de si bebían agua embotellada o de pozo.

Las mascotas que vivían en el exterior, como los caballos, y las que bebían agua de pozo mostraban niveles más elevados de los compuestos PFAS producidos en la cercana fábrica de Chemours, como el HFPO-DA, también llamado GenX. Las mascotas que vivían en interiores y bebían principalmente agua embotellada presentaban niveles más altos de PFOS, que es uno de los compuestos PFAS más tóxicos. Los PFOS probablemente procedían de la exposición a fuentes de contaminación en interiores, como pinturas, protectores antimanchas u otros productos que contienen PFAS.

Los resultados también destacan la forma en que aquellos que pueden permitirse beber agua embotellada se pueden proteger mejor, comentó Belcher. En algunos casos, los dueños de las mascotas bebían agua de pozo altamente contaminada y les daban a sus mascotas el agua embotellada que Chemours estaba obligada a suministrar.

“Las mascotas significan mucho para las personas”, señaló Belcher. “El impacto emocional que esta contaminación está causando en la comunidad es mucho más masivo de lo que yo he apreciado”.

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