¿Hemos alcanzado el pico de China? Cómo la floreciente clase media chocó contra un muro de ladrillos
La clase media de China enfrenta desafíos sin precedentes a medida que la economía del país se tambalea. Compuesto: Andy Wong/AP/Getty Images

Ante a la economía en desaceleración y su mercado laboral menos seguro, la élite educada de China debe negociar un nuevo acuerdo central con el gobierno. Lynne, de 33 años, sostiene a su hija recién nacida y se siente aprensiva sobre el futuro. Su hijo mayor, aunque adorable, ya está agotando las arcas familiares y ni siquiera ha empezado a ir a la escuela todavía. Su jardín de niños privado en Beijing cuesta 80 mil yuanes (aproximadamente 190 mil 145 pesos mexicanos) al año. Las clases extracurriculares, que incluyen 10 horas semanales de inglés, deportes, pintura y tutorías en línea, cuestan otros 60 mil yuanes (143 mil 473 pesos mexicanos). Ella ya sabe que su hermana de cinco meses no recibirá los mismos recursos.

“No tengo energía para volver a hacer jiwa”, dice, usando un término mandarín para referirse a la crianza helicóptero. Añora su ciudad natal, Xingtai, una pequeña ciudad en la provincia de Hebei, donde las tasas escolares son una fracción de lo que son en Beijing, y donde la vida es “pacífica, relajada y feliz”.

“Es realmente difícil en Beijing”, dice.

Al igual que decenas de millones de otros habitantes urbanos ricos de China, Lynne se ha subido a la ola de un auge económico que ha transformado a China de un país pobre, mayoritariamente rural, a la segunda economía más grande del mundo.

Cuando Lynne nació en 1990, casi el 70% de la población de China vivía en la pobreza extrema, según el Banco Mundial. Ahora esa proporción es prácticamente nula (aunque muchas personas siguen siendo muy pobres).

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Gráfico de The Guardian. Fuente: Banco Mundial. Nota: La pobreza extrema se define como vivir con menos de 37 pesos mexicanos por día según los precios de 2017 (paridad de poder adquisitivo).

Cuando China se unió a la Organización Mundial del Comercio en 2001, los expertos occidentales predijeron que un mayor compromiso económico con Occidente conduciría a la liberalización política, mientras que, en China, los líderes prometieron lo contrario: mientras los chinos comunes y corrientes se mantuvieran al margen de la política, el Estado generaría riquezas.

Ninguna de esas predicciones se ha cumplido.

Una economía golpeada por el Covid, contaminada por una desaceleración de la demanda y una crisis inmobiliaria cada vez más profunda, junto con el envejecimiento de la población, un entorno empresarial cada vez más tenso y tensiones crecientes con Occidente, han dejado a muchos expertos preguntándose si el imparable ascenso de China ya se está agotando.

El pacto central

Desde que Xi Jinping llegó al poder en 2012, Beijing ha reprimido la disidencia interna y ha adoptado una postura al alza en el escenario mundial. Ahora la negociación central entre el Estado y la clase media se ha desplazado hacia una oferta basada en la seguridad más que en la prosperidad.

Sin embargo, eso no es necesariamente lo que la clase media china, que se ha disparado en el siglo XXI, ha aceptado.

Las definiciones de lo que constituye la clase media varían, pero según el Centro de Investigación Pew, la proporción de la población china en el grupo de ingresos medios creció del 3.1% en 2000 a poco más del 50% en 2018. A finales de esta década, otros 80 millones de personas se unirán a sus filas, predice Boston Consulting Group.

Pero, aunque los niveles de vida están mejorando para muchas personas, la movilidad social se está estancando. Según un estudio de 2019, los niños nacidos en el 20% más bajo de la sociedad en la década de 1980 tienen menos probabilidades que los nacidos en la década de 1970 de pasar al 20% de mayores ingresos. En medio de una creciente desigualdad, ascender en la escala social es competitivo y cada vez más solo una opción para familias que ya son ricas. Un estudio, publicado en 2020, encontró que mientras los hijos de campesinos habían aumentado su acceso a la educación superior en 11 puntos porcentuales entre 1945 y 1980 en adelante, para los hijos de profesionales el aumento fue de 34 puntos porcentuales.

Xi está alerta ante estas frustraciones. En 2021, empezó a hablar de la necesidad de una “prosperidad común”, reviviendo una frase de la era Mao que también fue invocada por Deng Xiaoping, el líder que supervisó la reforma y apertura de China, quien dijo que al permitir que “algunas personas se enriquecieran primero”, llegaría la prosperidad común.

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Una afanadora pasa junto a una tienda vacía en un centro comercial al aire libre en Beijing. Fotografía: Andy Wong/AP

La campaña de prosperidad común de Xi en China provocó importantes medidas represivas contra las empresas y los ultrarricos. También incluía medidas para enfriar la competencia entre padres jiwa como Lynne, prohibiendo las clases particulares con fines de lucro y estableciendo límites a las tareas escolares.

Los medios de comunicación estatales dijeron que las políticas reducirían la carga para los estudiantes, pero los padres se quejan de que simplemente transfirieron la responsabilidad de las escuelas a las familias. Los exámenes siguen siendo despiadadamente competitivos y la industria de las clases particulares simplemente ha sido empujada a la clandestinidad. El año pasado, el Ministerio de Educación del gobierno cerró más de 450 empresas de clases particulares que seguían ofreciendo lecciones a pesar de la prohibición. “No creo que sea bueno”, dice Lynne sobre la prohibición de las tareas escolares. “Es más complicado ahora”.

El repentino fin de una industria de clases particulares, con un valor estimado de 2 billones 74 mil 176 millones de pesos mexicanos, a expensas de millones de empleos para jóvenes graduados, es un microcosmos de los desafíos que enfrentan los líderes de China.

El auge de la clase media prometía un estilo de vida urbano más cercano al de los jóvenes graduados en las metrópolis de Europa occidental y Estados Unidos. Las generaciones más jóvenes educadas de China están sobrecalificadas para empleos en fábricas, que alguna vez fueron la base de la economía china, pero tienen dificultades para encontrar trabajos significativos que ocupen ese lugar. En 2021, más del 70% de los habitantes urbanos chinos desempleados de entre 16 y 24 años tenían un título universitario.

Muchas élites educadas de China ya no confían en que ellos o sus hijos puedan mejorar sus vidas como lo hicieron sus padres. En cambio, el gobierno está ofreciendo una visión nacionalista, basada en la seguridad de la estabilidad, con la economía pagando el precio si es necesario.

Goldman Sachs todavía predice que China superará a Estados Unidos y se convertirá en la mayor economía del mundo para 2035. Pero otros economistas piensan que China nunca llegará a ser la número uno y que su economía pronto alcanzará su punto máximo.

Este es el primero de una serie de artículos que examinarán los desafíos que enfrentan el gobierno y la población de China, en un momento de agitación para la economía del país.

Traducción: Ligia M. Oliver

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