Los mineros de bitcoins resucitaron una planta de carbón moribunda, y las emisiones de CO2 aumentaron Los mineros de bitcoins resucitaron una planta de carbón moribunda, y las emisiones de CO2 aumentaron
La planta de carbón Hardin, en el sur de Montana, estaba a punto de cerrar cuando una empresa de 'minería' de bitcoins la compró y la revivió. Foto: Cortesía de Anne Hedges

Los ecologistas del estado de Montana, Estados Unidos, lo llamaron “el reloj de la muerte”. Tras años de pérdidas financieras, una de las pocas centrales eléctricas de carbón que quedan en el estado parecía estar condenada, y su probable destino ofrecía una pequeña pero digna victoria en el intento de evitar el desastroso cambio climático. Pero entonces una empresa de minería de bitcoins intervino para resucitarla.

La central eléctrica de Hardin, una planta de carbón de 115 megavatios ubicada a una docena de millas del sitio histórico de la famosa batalla de Little Big Horn en el sur de Montana, tenía programado cerrar en 2018 debido a la falta de clientes, solo para seguir cojeando de alguna manera, operando solo 46 días en 2020. “Simplemente estábamos esperando que esta cosa muriera”, dijo Anne Hedges, codirectora del Centro de Información Ambiental de Montana.

“Tenían problemas y buscaban cerrarla. Estaba a punto de cerrar. Y entonces apareció esta empresa de criptomonedas”.

En un acuerdo firmado a finales de 2020, Marathon, una empresa de “minería” de bitcoins, se convirtió en el único destinatario de la electricidad de la central. Estableció un centro de datos extendido en 20 acres de terreno junto a la central que está lleno de más de 30 mil unidades Antminer S19, un equipo informático especializado en la minería de bitcoins. Esta sed de energía es habitual en el ámbito de las criptomonedas, pues la minería de bitcoins a nivel mundial consume más electricidad que Noruega, un país de 5.3 millones de habitantes.

Cuando los mineros de bitcoins llegaron el año pasado, Hardin cobró vida. Solo en los primeros nueve meses de 2021, las calderas de la central funcionaron durante 236 días diferentes. Las emisiones que calientan el planeta procedentes de la quema de carbón de Hardin también aumentaron, con 187 mil toneladas de dióxido de carbono emitidas en el segundo trimestre del año pasado, más de un 5,000% más de lo que expulsó en el mismo periodo de 2020.

En el tercer trimestre emitió otras 206 mil toneladas de CO2, lo que supone un aumento del 905% en comparación con 2020, según muestran los datos de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA). Hardin estaba operando a “casi máxima capacidad”, señaló Marathon en una actualización de diciembre, con el centro de datos produciendo alrededor de 34 bitcoins el 1 de diciembre.

“Me horrorizó ver todo lo que pasó, fue un cambio terrible de los acontecimientos”, dijo Hedges, que se dedicó a visitar la planta y fotografiar el nuevo centro de datos conforme iba adquiriendo forma, con ventiladores colocados en su techo para ayudar a enfriar el zumbante hardware informático. “Esto no es para ayudar a las ancianas a no morir congeladas, es para enriquecer a unas pocas personas mientras destruye nuestro clima para todos nosotros. Si te preocupa el cambio climático no deberías participar en absoluto en el mundo de las criptomonedas, es un desastre para el clima”.

Hardin forma parte de una serie de plantas de combustibles fósiles “zombis” de Estados Unidos que fueron resucitadas por empresas de criptomonedas que buscan alimentar la insaciable demanda de energía de sus operaciones mineras. China, que anteriormente era el epicentro de la industria del bitcoin, desterró el año pasado a aproximadamente la mitad de los mineros de divisas del mundo, y la consiguiente búsqueda de energía barata ha hecho que las empresas se fijen en las centrales eléctricas estadounidenses que se encuentran en dificultades.

En 2020, una planta de carbón inactiva en el norte del estado de Nueva York fue transformada para funcionar con gas y alimentar una operación de minería de bitcoins a gran escala, una medida que, según el propietario Greenidge Generation, está “introduciendo una parte del futuro digital del mundo” en el estado. Eric Adams, el nuevo alcalde de Nueva York que dijo que aceptaría su primer sueldo en bitcoins, criticó la semana pasada el impacto medioambiental de la minería de criptomonedas.

Mientras tanto, en el oeste de Pensilvania, miles de PC para la minería de bitcoins están en contenedores de transporte junto a la planta Scrubgrass, que quema residuos de carbón y que estaba a punto de cerrar antes de dedicarse a los bitcoins. Y en Kentucky, hay una nueva instalación de bitcoins que está en construcción junto a la Big Rivers Electric Corporation, que posee y gestiona cuatro centrales eléctricas de carbón.

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Máquinas de minería de bitcoins en un almacén en las instalaciones de minería de bitcoins de Whinstone US en Rockdale, Texas. Foto: Mark Felix/AFP/Getty Images

Esta táctica, argumentan las empresas de criptomonedas, genera empleos locales -Kentucky se propuso atraer a los mineros de la moneda aprobando una ley que los exime de un impuesto sobre la venta de electricidad- y consume el exceso de energía sin sobrecargar la red de los hogares y las empresas. Sin embargo, los críticos señalan que el enorme consumo de electricidad necesario para mantener la moneda virtual está avivando la crisis climática y ahora amenaza con una resurrección parcial del carbón en Estados Unidos.

“Las centrales eléctricas de carbón y gas natural utilizadas para la minería de criptomonedas, que de lo contrario estarían desapareciendo conforme nos descarbonizamos, aportan aún más carbono a la atmósfera en una era en la que deberíamos reducir dichas emisiones”, señaló Benjamin Jones, especialista en economía de los recursos naturales en la Universidad de Nuevo México. “El uso constante o creciente de electricidad procedente de combustibles fósiles impone importantes costos económicos medioambientales a la sociedad”.

Jones comentó que es “preocupante” ver que el consumo de energía del bitcoin, ya de por sí enorme, está aumentando y que la mayor parte procede de combustibles fósiles, a pesar de algunos esfuerzos de las empresas mineras de aumentar la cantidad de energía limpia que utilizan, Marathon, la empresa que obtiene energía de Hardin, llegó a un acuerdo independiente en Texas para obtener energía de un parque eólico.

Incluso algunos de los primeros defensores del bitcoin se han opuesto a su uso energético, por ejemplo, el año pasado Elon Musk suspendió el uso de la criptomoneda por parte de Tesla porque, según dijo, la empresa de vehículos eléctricos está “preocupada por el rápido aumento del uso de combustibles fósiles para la minería y las transacciones de bitcoins, especialmente el carbón, que produce las peores emisiones que cualquier otro combustible”. El servicio de transporte Uber señaló que no aceptará pagos con criptomonedas hasta que se reduzcan sus efectos sobre el clima.

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Entrada de la central de Hardin. Foto: Cortesía de Anne Hedges.

Hace poco más de una década, era posible minar bitcoins con un solo PC en casa, utilizando una cantidad insignificante de electricidad. La oferta final de bitcoins era limitada y se concedían nuevos bitcoins a aquellos que podían ayudar a validar las transacciones, los mineros.

El proceso de validación básicamente consiste en jugar a un gigantesco juego de acertijos que se vuelve más difícil cuantos más mineros participen. Como el interés por el bitcoin aumentó considerablemente, los rápidos y potentes PC que se encuentran en los almacenes tienen más posibilidades de ganar el juego de acertijos y ser recompensados con varios bitcoins, que actualmente tienen un valor aproximado de 42 mil dólares cada uno.

Esta carrera por la riqueza del bitcoin engulle una enorme cantidad de electricidad, alrededor del 0.5% del consumo mundial total. La energía que se utiliza para minar bitcoins cada 60 segundos sería suficiente para abastecer a un hogar estadounidense promedio durante 17 años, mientras que el consumo anual de electricidad para la minería sería capaz de proporcionar energía para todas las teteras utilizadas para hervir agua para el té en el Reino Unido durante 28 años.

Aunque los activistas medioambientales han criticado este uso, los mineros de bitcoins afirman que se debería enmarcar en un contexto diferente. Fred Thiel, director ejecutivo de Marathon, señaló que el movimiento de bienes físicos en todo el mundo, e incluso el uso de lavadoras en Estados Unidos, utiliza más energía que el bitcoin. “Entiendo el afán de algunas personas por señalar a la minería de bitcoins como el gran chico malo, pero si lo comparamos con cualquier otra industria, es insignificante”, dijo en una entrevista.

Thiel compara la minería de bitcoins con las transacciones procesadas en los centros de datos de empresas como Amazon y Google y afirmó que la industria está avanzando rápidamente hacia la energía renovable -Marathon planea eliminar gradualmente su uso de carbón el próximo año- después de descubrir que sus opciones eran limitadas cuando los mineros tuvieron que retirarse rápidamente de China.

“Si retrocedemos a 2020, las empresas de energías renovables no ofrecían energía a los mineros de bitcoins”, señaló Thiel. “Muy pocas personas querían siquiera tratar con los mineros de bitcoins en el mundo de la energía. Por tanto, los mineros de bitcoins se dedicaron a buscar activos estancados. Y así, la única forma que teníamos para minar era encontrar energía varada, lo cual conseguimos al encontrar la planta de Hardin.”

Aún falta por ver si el bitcoin abandonará de forma significativa los combustibles fósiles, pero mientras tanto es probable que se vea sometido a un escrutinio cada vez mayor en cuanto a su apetito por la electricidad alimentada con combustibles fósiles. “Simplemente no sabemos cómo serán las emisiones de la minería de bitcoins dentro de cinco o diez años“, dijo Jones, el profesor de la Universidad de Nuevo México. “Sin embargo, parece probable que seguirá siendo un importante consumidor de energía en el futuro”.

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