Mark Zuckerberg, el villano moderno de Bond, ahora viene por tus niños
Mark Zuckerberg, cofundador y CEO de Facebook. Foto: By Anthony Quintan/Wikicommons

Hablando de ideas terribles, Instagram para niños está a la altura de la lunchbox lager y herramientas eléctricas para niños pequeños. En marzo, Buzzfeed informó sobre los planes de Facebook para desarrollar un producto para aquellos que son demasiado jóvenes para registrarse oficialmente en Instagram, ya que la plataforma requiere que los usuarios tengan al menos 13 años.

Un comunicado de la compañía citó “el trabajo para los chicos como una prioridad para Instagram”, lo que suena siniestro incluso desde el imperio de Mark Zuckerberg, cuya misión en la vida es aparentemente hacer que los villanos de Bond parezcan tiernos. Facebook dice que esto permitirá a la empresa centrarse en la privacidad y seguridad de los niños.

La semana pasada, una coalición internacional de defensores de la salud infantil, reunida por la Campaña por una Infancia sin Anuncios Comerciales, una organización sin fines de lucro con sede en Boston, no estuvo de acuerdo y escribió una carta abierta a Zuckerberg instando a la compañía a abandonar sus planes. “Si bien recopilar datos familiares valiosos y cultivar una nueva generación de usuarios de Instagram puede ser bueno para los resultados finales de Facebook, es probable que aumente el uso de Instagram por parte de los niños pequeños que son particularmente vulnerables a las características manipuladoras y explotadoras de la plataforma”, dijo.

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Emoji de corazón, emoji de pulgar hacia arriba. Las cuestiones éticas involucradas son vastas y alucinantes. Uno solo puede preguntarse cómo funcionaría la publicidad dirigida para los usuarios sin ingresos, aunque estoy seguro de que Nick Clegg estará disponible para montar una defensa sólida. Hay algo silenciosamente devastador en darles a los niños una plataforma que se nutre deliberadamente de la autoconciencia en sus muchas formas insidiosas. Tal vez sea ingenuo de mi parte esperar que los niños tengan algún período de libertad para no preguntarse “¿pero cómo me / veré?”, Pero seguramente al menos deberíamos intentar mantener eso durante el mayor tiempo posible.

Soy un adulto y sé que Instagram es malo para mí. Me manipula para que compre cosas que no me importan, hace que me compare desfavorablemente con otras personas y desperdicio una enorme cantidad de tiempo. Sin embargo, lo uso a diario. Y mis quejas son menores. La semana pasada, Instagram dijo que había solucionado un “error” en su nueva función de búsqueda que recomendaba términos de búsqueda como “supresores del apetito” y “ayuno” a los usuarios con trastornos alimentarios.

Muchos de mis amigos han eliminado la aplicación y la revisan solo en sus computadoras de escritorio porque no confían en sí mismos para no caer en la navegación interminable. Quizás los niños tengan más autocontrol, pero no deberíamos pedirles que lo demuestren.

Tom Rhodes: MasterChef fue un triunfo, incluso sin todos los adornos

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Tom Rhodes: cook supreme. Foto: Production/BBC/Shine TV

Después de una búsqueda de “MasterChef final when on” en casi cada hora desde el fin de semana anterior, finalmente nos sirvieron el último curso de la serie el miércoles, la BBC lo pospuso durante varios días después de la muerte del Príncipe Felipe. El ganador, Tom Rhodes, merecía plenamente su corona, a pesar de que su postre helado de aceite de oliva, con sal y un chorrito de aceite, era la definición misma de tener que aceptar la decisión de los jueces.

Antes de la competencia, Rhodes había sido gerente de restaurante en una sucursal de Nando’s en Newcastle y dijo que, mientras estaba de licencia, decidió arriesgarse en MasterChef. Parece notable que sólo fuera un cocinero aficionado, dado el nivel de su talento, y se sintió genial que ganara una serie filmada durante el Covid.

Las tareas habituales de MasterChef se apoyan en gran medida en una industria de restaurantes funcional y próspera, lo que significaba que tenían que ser modificadas y ajustadas. No había cocina para multitudes de trabajadores en cantinas o clientes en establecimientos de comidas elegantes, y ciertamente no había viajes a lugares glamorosos para probar la cocina local. Sin embargo, los concursantes tuvieron que cocinar para críticos y chefs, una y otra vez, lo que creo que lo convirtió en un desafío mucho más difícil.

Hacer una serie de MasterChef tan entretenida durante tiempos tan inestables fue muy impresionante. Por mucho que disfruté de esta versión, espero que, por el bien de la industria, la próxima serie involucre cocinar para los apostadores y, por el bien de los espectadores, que los concursantes dejen de intentar cocinar un costillar de cordero en el espacio de una hora.

Yuh-Jung Youn: eso es lo que yo llamo un discurso de agradecimiento

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Yuh-Jung Youn: la gracia de la victoria. Foto: BAFTA/Reuters

Por lo general, las películas que ganan en los Bafta tienden a ganar los Oscar y puede ser una oportunidad de alfombra roja predecible para los sospechosos de siempre, pero, como en la mayoría de las ocasiones en 2021, la ceremonia de este año no se ajustó del todo al plan. Podría haber sido un vago aire de descuido: ¿alguien puede verificar si el router del wifi en Hollywood necesita apagarse y encenderse de nuevo? O podría haber sido el hecho de que hubo algunos verdaderos ganadores sorpresa, pero este año sentí cariño hacia los Bafta que en otros años.

Al estar la ceremonia en mayor medida en Zoom, a excepción de los presentadores en persona, incluido mi nuevo comediante favorito, Hugh Grant, hubo un ligero retraso entre el nombre del ganador y el que lo escuchó, lo que enfatizó el impacto, lo que fue extrañamente delicioso. Pero el discurso de Yuh-Jung Youn, quien ganó el premio a la mejor actriz de reparto por su papel en Minari, se robó la noche. “Cada premio es significativo, pero este… especialmente ser reconocida por los británicos, conocidos por ser gente muy esnob, y que me aprueben como una buena actriz… estoy muy, muy feliz”, dijo Youn. Esto debería establecer una nueva barra para todos los discursos de agradecimiento a partir de ahora.

*Rebecca Nicholson es columnista de The Observer.

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