Disc-go: ¿deberías deshacerte de tus CDs?
Apilados… Fotografía: Getty Images

Cuando los discos compactos empezaron a llegar a los estantes de Woolworth en la década de los 80, los boomers se sintieron liberados y empezaron a deshacerse de todos los vinilos que llenaban sus centros de entretenimiento. Invirtieron en aparatos que cambiaban automáticamente tres discos y compraron algunas torres para CDs, y se sentaron tranquilos  porque el futuro estaba asegurado. Un par de décadas después, y tras algunos descalabros en la industria de la música, nadie quiere tener CDs. La música es ahora nebulosa, nos rodea como una tormenta de arena, o como en el caso del nuevo álbum de Gary Barlow, como una flatulencia en el elevador.

Y aquí se encuentran los millennials, siguiendo a regañadientes a los boomers en su ocaso, en el centro de una diagrama de Venn generacional: en la posición única de tener CDs, vinilos, iTunes y streaming. Durante la mayor parte del año hemos querido deshacernos de muchas cosas, así es que al acercarse la posibilidad de regresar a una vida parecida a lo normal, ¿nos atreveremos a dar el último paso para deshacernos de nuestras colecciones de CD’s?

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Nos ha tocado escuchar una serie de historias de los boomers de arrepentimiento por haberse deshecho de sus vinilos: “hubiera guardado eso”, “el sonido era más rico”. Buscan con nostalgia en Discogs para revisar el precio actual de un disco de Boney M. ¿Harán lo mismo los millennials? La venta de vinilos sobrepasa cualquier expectativa pero incluso los cassettes, el formato más latoso después del disco fonográfico, están regresando. Es poco probable que los CD’s tengan un renacimiento así. No tienen nada de adorable, ni la riqueza o la naturaleza táctil de los vinilos, ni la ironía chiflada de Urban Outfitters. Sólo se antoja tenerlos cuando hay una edición de lujo de una caja con ocho discos con entre 5 y 75 versiones de la misma canción.

Pero, ¿vale la pena destruir tu colección? Si pagas una suscripción mensual de streaming, o iTunes, estamos pagando una licencia para escuchar música, no por ser dueños de la música. ¿Qué pasa, si como sucedió el mes pasado con una serie de canciones en Spotify, la música que nos gusta y escuchamos todo el día, de repente desaparece? O peor aún, ¿Qué pasa si en 15 años, los servicios de streaming desaparecen del todo? Nos quedaremos sin nada y nuestro playlist de canciones para llorar quedará inaccesible. Pero, en un cajón, debajo de tu cama, siempre encontrarás esperándote una copia de Now That ‘s What I Call Music! 33.

Obviamente, existen razones sentimentales para aferrarnos a los CD’s. Para algunos de nosotros son la manifestación física de juventud, una autobiografía disco por disco. Algunas hasta tienen los precios de las tiendas que ya cerraron. Las pequeñas y las grandes, como Tower Records, Virgin Megastores, Our Price, todas desaparecieron, pero tenemos la música que compramos allí.

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Así es que al reconsiderar el valor de las supuestas herencias que están acumulando polvo en el desván junto con la ropa que nunca usamos, las cajas de tonterías que se pelean con el coche por espacio en la cochera, incluso los amigos o conocidos que demostraron salir sobrando a causa de nuestros requisitos ya salieron de nuestras vidas, entonces, ¿debe sobrevivir nuestra colección de CD’s? Entre el estrés de nuestras vidas y los nuevos comienzos  que vamos a tener, nuestros CDs son unas pequeñas cápsulas del tiempo, rayadas, a las que vale la pena aferrarse.

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