La-Lista de claves sobre la mujer afrodescendiente en México

La identidad de México como nación está incompleta si no se explica y visibiliza la aportación cultural de la raíz afro en su historia. Este 25 de julio se conmemora el Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora como una forma de visibilizar a las mujeres afrodescendientes y de promover políticas públicas para una mayor inclusión.

El día se acuñó en 1992 al cierre de una semana de trabajos en República Dominicana donde por primera vez se reunieron 250 mujeres negras de Latinoamérica. Vicenta Camusso Pintos, pionera del movimiento de mujeres negras en la región, originaria de Uruguay, recuerda que tardaron dos años en hacer posible ese encuentro en tiempos donde no había internet ni teléfonos inteligentes y el fax era el principal medio de comunicación en una oficina.

En México, el movimiento de las mujeres afrodescendientes cobró un mayor protagonismo a partir de 2015 cuando hizo posible que se visibilizara la población afro en la Encuesta Intercensal de Población, a pesar de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) argumentaba que era prácticamente imposible saber cuántas personas negras había en México sin ser racista.

En 200 años de nación independiente, México llevó a cabo el primer censo nacional de población en el que se incluyó el dato desagregado de personas afromexicanas o afrodescendientes, en 2020. Sin embargo, los datos sobre niveles de educación y otros indicadores de nivel de bienestar, este sector de la población refleja niveles optimistas por arriba de la media nacional, algo que contrasta con la realidad en los municipios con mayor población afro.

Además, en México, una persona negra es vista como extranjera debido a que en la historia oficial no se reconoce la importante presencia de las personas esclavizadas extraídas de África que fueron traídas a América, incluyendo el territorio nacional y que aún se expresa en la gastronomía, la música, los bailes y el lenguaje.

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¿Qué define a una persona afromexicana o afrodescendiente?

Son las personas que descienden de mujeres y hombres africanos que llegaron como personas esclavizadas a otros continentes, especialmente entre los siglos XVI y XIX o en tiempos posteriores y que se autoadscriben como afrodescendientes por su cultura, costumbres y tradiciones y por su fenotipo, según el criterio del Inegi

Guerrero, Estado de México, Veracruz, Oaxaca y Ciudad de México son las entidades con mayor población que se autorreconoce como afrodescendiente.

Mijane Jiménez, activista y defensora de los derechos humanos de las niñas y adolescentes, jóvenes y mujeres afromexicanas explica que la identidad se asume en gran parte desde el territorio, donde se preservan sus costumbres, tienen los rasgos fenotípicos o son descendientes de personas afro.

“En su mayoría, las personas de cabello rizado, de nariz ancha, que tienen un fenotipo de gente africana, sabemos que somos personas afromexicanas. Sin embargo, falta tener un parámetro que determine serlo”, comentó.

A diferencia de Brasil, en México hay instituciones que requieren de una constancia de una institución que te reconozca como una persona afromexicana o que tengas piel negra, lo cual no permite visibilizar el “blanqueamiento” que ha existido por siglos en México bajo la narrativa de “mejorar la raza”.

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¿Cuántas mujeres afrodescendientes hay en México?

Al menos  el 2% de la población en México se reconoce como afromexicana o afrodescendientes, de las cuales, un millón 297 mil 617 son mujeres.

Jiménez advierte que las cifras que arroja el Censo de Población 2020 no reflejan la realidad de la población afro. Por ejemplo, a pesar de que Guerrero es el estado con mayor población afrodescendiente, solo algunos municipios resultaron con un mayor porcentaje de población de este sector, porque probablemente las campañas de sensibilización no fueron suficientes.

El Censo no refleja nuestra realidad en torno al racismo estructural. Sobre todo porque no hubo una sensibilización, la gente no sabe que es afromexicana”, expresó la activista.

Jiménez expresó que ojalá en la Encuesta Intercensal de 2025 la gente esté mejor informada, que los encuestadores del Inegi hagan la pregunta correcta a las personas afromexicanas.

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¿Por qué es importante la visibilización de las mujeres afrodescendientes?

Porque han sido objeto de racismo, discriminación y una representación que justificó por siglos la violencia sexual en contra de ellas, especialmente en condiciones de esclavitud. Socialmente no se ha logrado reducir, al mismo nivel, las brechas de género para las mujeres afrodescendientes y conquistaron sus derechos civiles mucho después que las mujeres blancas, por ejemplo, en el derecho al sufragio en Estados Unidos y otros países.

Ana Hurtado, coordinadora de la Red Nacional de Juventudes Afromexicanas, dice que este día es una forma de visibilizar a las mujeres de una forma más digna y creativa.

Salir de la narrativa del dolor, de la narrativa del racismo porque a veces eso permea demasiado la experiencia de las mujeres afrodescendientes. No quiere decir que no existan y se intente no hablar de eso, sino de cómo se puede reivindicar el imaginario de las mujeres”, comentó.

Es también la oportunidad de “ennegrecer los espacios”, dice Hurtado. “Que esto no se quede en el folklore y solamente hablar de las experiencias, sino de reconocer y dar un panorama general de qué están haciendo las mujeres afrodescendientes en la región de Latinoamérica.”

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¿Qué es la hipersexualización de las mujeres negras?

Es el deseo del cuerpo de las mujeres negras impuesto históricamente a partir de la construcción histórica de las mujeres afrodescendientes, explica Hurtado, pero el impacto real es la violencia sexual a la que están expuestas.

“No solo afecta a mujeres adultas y jóvenes, también afecta a niñas y la hipersexualización genera que haya un tráfico y un mercado sexual no nombrado, lo cual es muy ‘conveniente’ porque es una forma de lavarse las manos y de seguir de espaldas a una responsabilidad que tiene consecuencias en el marco de derechos humanos.”

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El racismo en contra de las mujeres afro

Cuando se difundió la noticia de la desaparición de Debanhi Escobar, en el industrial estado de Nuevo León, a mediados de abril, la joven afrodescendiente Frida Alondra, de 14 años, originaria de Cuajinicuilapa, Guerrero, salió con amigas a una feria y no volvió a casa. Su cuerpo fue localizado hasta tres días después en un predio en el municipio vecino de San Juan Bautista Lo de Soto, en el estado de Oaxaca, a unos cuantos kilómetros de su hogar.

El periodista Francisco Rivas, de Cuestione, documentó el peregrinar de su madre para rescatar el cuerpo de su hija, lo cual quedó fuera de la agenda nacional, volcada en la desaparición de Debanhi.

“La autoridad me pidió que comprara una caja para recoger el cuerpo de mi hija, pero se llevaron sus restos a Pinotepa, pero no la tenían ahí sino en el Semefo de Jamiltepec. Ahí me la dieron. El médico me dijo que mi hija había recibido un balazo en la cabeza”, le dijo la madre de Frida Alondra al reportero.

Para la colectiva Mujeres Afromexicanas en Movimiento, “el feminicidio de Frida Alondra tiene nombre y se llama racismo estructural, no existen condiciones de libertad ni oportunidades de desarrollo, ni académicas ni económicas que posibiliten el acceso a una vida digna especialmente a niñas y mujeres jóvenes afromexicanas”, dijeron.

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La escasa representación política

En México, la representación de las mujeres en puestos de poder tampoco ha ido a la par de las mujeres blancas o mestizas. 

La primera vez que una mujer ocupó un lugar en el Senado de la República fue 57 años antes de que llegara una mujer afrodescendiente, Celeste Sánchez, compañera de fórmula de Citlali Hernández del partido Morena.

Con la política de acción afirmativa promovida por el Instituto Nacional Electoral, se impulsó que personas indígenas, afrodescendientes, con discapacidad y de la diversidad sexual ocuparan un porcentaje de candidaturas en las elecciones intermedias de 2021, pero hubo señalamientos de apropiación de estos cargos en cada rubro porque esos candidatos no se dieron a conocer de forma abierta al escrutinio público.

Tal fue el caso de la diputada de Guerrero Yesenia Galarza Castro, del Partido Acción Nacional, quien no es reconocida por integrantes del movimiento por el reconocimiento y la visibilización de la población afrodescendiente, pero obtuvo una constancia de un presidente municipal para ser considerada afrodescendiente y ocupar una candidatura a diputada federal. La diputada no respondió a La-Lista sobre esta información.

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El racismo estructural

El proyecto color de piel, conducido por el Colegio de México, comprobó como el color de piel de las personas en México influye en sus posibilidades de movilidad social y de tener mejores oportunidades profesionales y sueldos más altos. Las personas de piel más oscura tienen más probabilidades de mantener niveles socioeconómicos de pobreza que las personas de piel blanca que nacieron en esos contextos.

Esto se explica en gran medida por el sistema de castas que existió en la época colonial donde las personas negras o mulatas tenían un menor rango social que las personas blancas.

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¿Qué sigue en la agenda de las mujeres afrodescendientes?

Mijane Jiménez advierte que falta un ejercicio de articulación para exigir una política antirracista que favorezca a las mujeres afromexicanas, que favorezca el impulso económico “y que nos ayude a combatir la hipersexualización de nuestros cuerpos, que tenga un enfoque intercultural y, sobre todo, educación”.

Para Ana Hurtado, hay una agenda que se debe cumplir en nombre de las que ya no están porque es una forma de visibilizar una agenda histórica del Estado para con la población afro.

“Hay este escenario tan triste y frustrante del feminicidio racializado que nos es visibilizado por el Estado”, advierte, “parece que no cabe en la agenda de género a nivel nacional (…) Son muy pocas las que acotan en el género racializado y eso es alarmante”.

El Estado no lo va a ver, lo que queremos es hacerle foco a toda esta ineficiencia.

“Ese racismo no se expresa solamente con el no acceso a las justicias o a los sistemas de salud sino con la militarización de zonas o la infiltración del crimen organizado en territorios afromexicanos donde las mujeres afromexicanas son violentadas de forma directa.

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