Argentina e Italia: con lazos culturales profundos y un escenario de alianzas por el acuerdo Mercosur–UE
Argentina e Italia tienen la oportunidad de crecimiento y cooperación bilateral gracias al acuerdo Mercosur-EU; sin embargo, también enfrentan retos políticos.

El Acuerdo Mercosur – Unión Europea abre una serie de oportunidades para las relaciones económicas entre Argentina e Italia, dos países con estrechas coincidencias.
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El Acuerdo Mercosur – Unión Europea ha abierto un panorama renovado para las relaciones económicas entre Argentina e Italia. Este tratado representa una oportunidad estratégica para fortalecer los lazos comerciales, potenciar inversiones y aprovechar las complementariedades entre ambas economías.
La eliminación progresiva de barreras arancelarias y la facilitación de intercambios podrían marcar un antes y un después en la relación bilateral.
Tanto Argentina como Italia presentan estructuras productivas que, lejos de competir directamente, se complementan. Mientras que Argentina destaca por su capacidad exportadora de productos agroalimentarios y algunos bienes industriales específicos, Italia es líder en la fabricación de bienes manufacturados y maquinaria de alto valor. Esta combinación promete beneficios recíprocos y la posibilidad de dinamizar sectores económicos clave en ambos países.
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Además, el acuerdo no solo mejora las condiciones de comercio de bienes, sino que también abre oportunidades en servicios de alto valor agregado y cooperación tecnológica.
Las relaciones históricas, culturales y sociales entre argentinos e italianos facilitan aún más esta integración, al crear un terreno fértil para las alianzas empresariales y el entendimiento institucional.
En este contexto, el papel de Argentina en la transición energética europea, la modernización de sus fuerzas armadas y los nuevos incentivos para atraer inversiones extranjeras, convierten al país en un socio estratégico para Italia.
Con herramientas como el Tratado Bilateral de Inversiones y el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones, se configura un triángulo virtuoso que podría consolidar una etapa de crecimiento y cooperación sin precedentes.
¿Oportunidad o reto comercial?
El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea promete abrir una nueva etapa para el comercio internacional entre América Latina y Europa. Sin embargo, la política sigue marcando el ritmo y, en el caso de la relación entre Argentina e Italia, emergen retos significativos que pueden determinar el éxito o el estancamiento de este ambicioso pacto birregional.
En el caso de Argentina se afirma que existe voluntad de apertura, pero los matices están sobre el tablero.Desde la llegada de Javier Milei a la presidencia, Argentina ha dejado claro su deseo de abrir la economía al mundo. En sus discursos más recientes, Milei destacó la importancia de volver a integrar al país al comercio internacional y convertirlo en protagonista del mercado global.
No obstante, su visión también plantea tensiones. Por un lado, su gobierno rechaza el multilateralismo tradicional y ha sugerido incluso abandonar el Acuerdo de París. Por otro, se ha mostrado crítico con el Mercosur, al que calificó como una “prisión” más que un motor de integración. Esto plantea interrogantes importantes: si Argentina flexibiliza o abandona el bloque antes de que el acuerdo con la UE se firme, ¿habría que renegociar todo desde cero?
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Italia, en contraparte es un actor clave, pero con reservas. Del lado europeo, Italia tiene un papel decisivo. Como tercera economía de la UE y con una fuerte representación en el Parlamento Europeo, puede inclinar la balanza. Pero la postura del gobierno de Giorgia Meloni no es abiertamente favorable al acuerdo. Sus prioridades están más enfocadas en proteger el “Made in Italy” y el sistema agroalimentario, pilares que podrían verse amenazados por una mayor apertura comercial.
Aunque Italia no ha vetado el acuerdo, Meloni ha pedido garantías para proteger a sus agricultores y ha declarado que el tratado aún está “bajo estudio”. Si Roma se suma al rechazo de otros países como Francia, Austria o Países Bajos, podría convertirse en un freno decisivo para la entrada en vigor del pacto.
Camino político lleno de obstáculos
Hoy, el acuerdo Mercosur-UE se encuentra en fase de revisión legal. Se espera que luego sea firmado y enviado a los parlamentos nacionales. Sin embargo, la resistencia en varios países europeos, especialmente en sectores agrícolas y ambientalistas, complica el panorama.
En la UE, la posibilidad de una aprobación “provisional” que active solo el pilar comercial del tratado gana fuerza. Esto permitiría sortear vetos nacionales, aunque requeriría una mayoría parlamentaria a nivel europeo que, de momento, no está garantizada.
El acuerdo Mercosur-UE representa una oportunidad histórica para fortalecer la relación entre Argentina e Italia, dos países con lazos culturales y económicos profundos. Pero también es una prueba de fuego para la diplomacia, el equilibrio político y la capacidad de adaptación frente a intereses contrapuestos.
Si ambos gobiernos logran superar sus tensiones internas y alinearse en una visión común, podrían convertirse en líderes de una nueva era de cooperación entre América Latina y Europa.
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Acuerdo birregional, deuda con ciudadanía
Por más de 30 años, los países del Mercosur y la Unión Europea se han esforzado por cerrar lo que sería uno de los acuerdos de libre comercio más grandes de la historia. Un acuerdo que daría beneficios económicos, contribuyendo a desarrollar las economías y mejorar el bienestar de los pueblos. Y que también significaría una importante señal al mundo en favor de la cooperación y el libre comercio.
Los lazos históricos a nivel económico, político y social entre Argentina e Italia representan una base sobre la que se pueden aprovechar las oportunidades que abriría el acuerdo Mercosur – UE.
Las complementariedades económicas que existen entre ambas economías son innegables, lo que abrirá negocios nuevos en los sectores agrícola, industrial y de servicios. A través del aprovechamiento de estas oportunidades, Argentina e Italia también podrán apostar a resolver problemas comunes.
Lamentablemente, ambos países vienen de más de una década de estancamiento económico, y han perdido posiciones en relación a sus socios regionales comparables. Obviamente, esto también se ha traducido en un deterioro del ingreso per cápita. Y también en una profunda inestabilidad política, con bruscos cambios de gobierno.
El Acuerdo Mercosur-UE contiene compromisos que permitirán eliminar aranceles, barreras no arancelarias, y proveer un marco de reglas de juego claras y estables para el desarrollo empresarial. Su implementación significará más comercio, más producción, más variedad y menores precios para los consumidores, y mejor nivel de vida para los ciudadanos de ambos bloques regionales.
En el caso argentino, el acuerdo Mercosur – UE viene a reforzar la agenda de reformas pro libertad económica que ya se viene llevando a cabo. La apertura de la economía argentina al mundo es uno de los 10 puntos que el Presidente Javier Milei ha resaltado como fundamentales para salir de la decadencia. Aunque las tensiones dentro del Mercosur y el rechazo del gobierno argentino al multilateralismo obligan a ser prudentes.
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Del lado italiano, el gobierno de Meloni llegó al poder con una agenda más bien nacionalista. Si bien la política comercial externa está delegada en las instituciones de la UE, el gobierno italiano no ha mostrado un apoyo claro al acuerdo birregional. Y su postura es muy importante porque por su tamaño, Italia tiene un rol clave en la decisión a favor o en contra del acuerdo.
Lo que ha prevenido de la conclusión del acuerdo y el aprovechamiento de sus beneficios ha sido a menudo la política. Intereses nacionales o, mejor dicho, sectoriales, han intentado capturar la negociación y, escudándose en causas nobles, han demorado su cierre.
Hoy, la oportunidad está al alcance. La ciudadanía reclama cambios y medidas concretas que mejoren su bienestar. El acuerdo Mercosur-UE viene a atender dicho reclamo. Es la hora de brillar para los líderes en ambos lados del Atlántico y, así, convertirlo en una realidad.