Estrés, horas enteras en trayectos, retardos laborales… la otra consecuencia del colapso en la Línea 12

La fila de pasajeros se hacía más y más larga a un costado de la estación del metro Coyuya. Eran las ocho de la mañana del 28 de abril y los usuarios miraban constantemente su reloj, se frotaban las manos, hacían llamadas. “Ahora sí les tocó mala suerte”, decía una mujer policía a quienes le preguntaban por qué ningún Metrobús había pasado en casi una hora.

“¡Los que van a Tláhuac deben formarse!”, gritaba la policía a todos los que llegaban. Algunos permanecían en la fila, otros se iban. José Rangel, hombre de 50 años que trabaja en una empresa de mensajería en Periférico Oriente, no sabía qué hacer. Debía llegar a su empleo a las ocho de la mañana y aún se encontraba a 12 kilómetros de distancia a esa misma hora.

“No sé si me van a regresar por no llegar temprano, mis jefes son comprensibles, pero siempre hay un límite”, indicó José. “Esta es la ruta más corta a mi trabajo entre comillas, pero se ha vuelto muy problemático”.

Esa no fue la primera vez que José se quedó esperando varios minutos el Metrobús que conecta a las estaciones Coyuya y Tláhuac del metro, una ruta que el gobierno de la Ciudad de México habilitó hace un año después del trágico desplome de un tramo de la Línea 12 del metro, la obra multianual de mayor inversión pública con motivo del Bicentenario de la Independencia, inaugurada en 2012.

Además de la impunidad por la muerte de 26 personas y decenas de heridos, la tragedia ha dejado a cientos de miles de afectados más que se quedaron sin el medio de transporte que, hasta entonces, era el más eficiente de Tláhuac por su velocidad y seguridad.

Luego del desplome de la llamada “línea dorada”, que en 2020 registró 78 millones 214 viajes el servicio se redujo a 22 millones 71 mil 358 en los cinco primeros meses del 2021. Es decir, durante 2021 más de 50 millones de viajes de personas tuvieron que hacerse por otros medios o no se hicieron. Las personas han tenido que enfrentar más horas en sus viajes, retardos laborales y escolares, sentimiento de estrés y un mayor gasto económico al tomar hasta tres o cuatro medios de transporte para ir venir de sus hogares al trabajo o la escuela. 

“Antes me hacía una hora y media para llegar al trabajo, que aún así es mucho tiempo, y estamos hablando de que ahora es hasta el doble o el triple de tiempo para ir y también para volver”, dijo a La-Lista Blanca Villanueva, empleada del hogar de 49 años, que se traslada tres días a la semana de Valle de Chalco a la colonia Portales y otros tres días a la colonia Ampliación Pedregal de San Ángel para trabajar. Un viaje de unos 30 kilómetros que se convierte en tres horas de su vida en el transporte público.

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El pasado 28 de abril usuarios del Metrobus tardaron hasta una hora en aborar una unidad rumbo a Tláhuac. Foto: Alexis Ortiz

El pasado jueves 28 de abril, Blanca llegó con resignación a la estación del Metrobús en Tláhuac, segura de que una vez más iba a llegar tarde a su empleo. A pesar de ello, caminaba rápido junto con un hombre que le apartó un lugar en la fila del camión mientras aceptó responder algunas preguntas.

“Trabajo para una señora adulta mayor y siempre me dice que trate de llegar más temprano, pero le digo que salgo de mi casa a las ocho de la mañana y llego a las 11. Es mucho tiempo y dinero, pero desgraciadamente de este lado no hay trabajo o pagan muy poco”, lamentó Blanca.

‘El transporte público nos cansa más que la escuela’

El gobierno de la Ciudad de México llamó servicios emergentes al transporte público que utiliza para sustituir la Línea 12 del Metro. Estos vehículos se saturan en distintos momentos del día. Los usuarios consultados explicaron que las horas más complicadas del transporte público son entre cinco y siete de la mañana, cuando todos van a su trabajo o la escuela, y entre cuatro y siete de la tarde, el momento en el que muchas personas regresan a sus hogares.

Por la mañana, en el paradero de Tláhuac, hay personas que deben esperar hasta tres unidades para abordar debido a la cantidad de usuarios. Otros prefieren esperar un Metrobús vacío para sentarse durante el trayecto. Ya en el vehículo, hay quienes aprovechan el tiempo para dormir, revisan su celular o incluso hacen la tarea escolar.

Fernanda Palma, una joven de 20 años estudiante de la carrera de Química en la Universidad Nacional Autónoma de México, llegó al paradero del Metro Tláhuac el 29 de abril a las seis de la mañana. La joven corrió para alcanzar un Trolebús que la llevaría a la escuela, pero el conductor le cerró las puertas un par de pasos antes de que lograra entrar. Con la voz agitada, la alumna resume en una frase su experiencia en los servicios emergentes: “La verdad creo que es muy deficiente”.

La primera clase de Fernanda inicia a las diez de la mañana y para tratar de ser puntual, sale de su casa tres horas antes. La joven considera que el tamaño de los trolebuses, un vehículo que está conectado al cableado eléctrico de las calles de la Ciudad de México, es un factor para que el transporte de pasajeros sea más lento. Los datos oficiales muestran que un tren del Metro puede transportar hasta diez veces más pasajeros que los Trolebús.

“Hablando con varias amigas llegamos a la conclusión de que nos cansa más el transporte público que la escuela”, confesó la joven habitante de Tláhuac. “Hemos tratado de buscar vías alternas, pero es prácticamente lo mismo. Si no nos tardamos en lo que es Avenida Tláhuac, nos tardamos en lo que es Paseo Conejo (una zona vehicular concurrida de Tláhuac)”.

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Los usuarios hacen fila en paraderos improvisados para abordar un trolebús Foto: Alexis Ortiz.

El desplome de la Línea 12 del Metro no solo modificó las rutas de Fernanda, también sus hábitos. Sus ojeras denotoban el cansancio de haber terminado una semana más, entre actividades escolares y varias horas en el transporte público. “Duermo muy poco, en promedio unas tres o cuatro horas, cuando llego a casa lo único que quiero es descansar, pero todavía tengo mucha tarea”.

El tráfico que se genera en la Avenida Tláhuac, una de las principales vialidades por la que transitan los servicios emergentes, es otra causa de la lentitud y los retrasos.

Esta avenida está conformada solamente por tres carriles y ninguno es exclusivo del Metrobús o Trolebús, como en otras partes de la Ciudad de México. En un recorrido hecho para esto trabajo se constató que los vehículos invaden el espacio de los camiones. El tráfico es fomentado por los carros particulares y del transporte público que circulan en la misma vía.

Teodoro Castro, un hombre de 38 años dedicado a remodelar casas en el sur de la Ciudad de México, viaja todos los días del municipio de Valle de Chalco, en el estado de México, colindante con Tláhuac, a Miguel Angel de Quevedo. “La Línea 12 era muy rápida, hace mucha falta porque actualmente me hago como dos horas y media a mi trabajo por el tráfico que se hace en la Avenida Tláhuac, los camiones no tienen opciones para dónde correr y el metro, como iba independiente, era muy rápido”, expresó en entrevista.

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Autoridades han informado que durante el 2022 terminará la reparación de la Línea 12. Foto: Alexis Ortiz.

Teodoro lleva tres años trabajando en Miguel Angel de Quevedo y aseguró que los retrasos en el transporte público han tenido un impacto directo en el desempeño de su labor: “Yo tengo dos meses para terminar una casa, pero como los dos trabajadores que tengo llegan a diferentes horas por las demoras ahora nos podemos tardar hasta tres meses y medio en terminar un trabajo”.

Estrés y enojo, la otra consecuencia

El presidente Andrés Manuel López Obrador y la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, han asegurado que la reconstrucción de la Línea 12 concluirá en 2022. El tramo afectado se encuentra entre las estaciones Olivos y Tezonco, en la Alcaldía Iztapalapa, pero el impacto alcanza a los habitantes de esta zona, de Tláhuac, Milpa Alta, una parte de Xochimilco y el municipio mexiquense de Valle de Chalco, sumando poco más de 1.3 millones de personas.

Pero hasta que esa promesa se cumpla, las personas tendrán que seguir utilizando los servicios emergentes. Para satisfacer la demanda de los usuarios, el gobierno capitalino ha extendido el horario del funcionamiento de estos transportes. Desde el pasado 25 de abril el Metrobús que va de Coyuya a Tláhuac, una ruta de 20 km está disponible a partir de las cuatro y medio de la mañana.

Yolanda Jiménez, una ama de casa de 70 años, fue la primera en abordar el Metrobús a las cuatro y media de la mañana el viernes 29 de abril. “¿Sí está pasando el que va a Tláhuac?”, preguntó con dudas la usuaria al llegar a la estación de Coyuya.

Yolanda había llegado a la terminal camionera Tapo desde Oaxaca, estado que visitó para descansar y comprar dulces típicos. La pasajera tuvo que tomar otro Metrobús para llegar a Coyuya, la opción más económica porque en la madrugada el metro todavía no funciona y tampoco hay camiones. Otra alternativa es tomar un taxi, pero es más caro.

“Continuamente lo utilizo porque viajo a otros estados o para hacer mis compras. La verdad es que después de lo que ocurrió con el Metro, el Metrobús nos ayudó mucho, aunque sí es más tardado el camino“, dice Yolanda, cargada con dos bolsas de plástico en las que guardó su ropa y las compras que hizo en Oaxaca.

Además de viajar a las centrales camioneras, Yolanda utiliza el Metrobús dos veces a la semana para ir a comprar productos para su hogar en el mercado de la Merced. “La mayoría de las personas venimos al centro porque los precios son más justos, allá en Tláhuac te venden las cosas al doble de precio”, dijo.

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Foto: Yolanda Jiménez advierte sobre los afectos negativos en la salud por usar en demasía el transporte público. Foto: Alexis Ortiz

Si sale al centro de la Ciudad de México, Yolanda lo hace a las ocho de la mañana, cuando ya hay menos gente en el paradero de Tláhuac. Abordar una unidad a esa hora es más fácil, pero el tráfico en las calles ya empieza a incrementar.

Un recorrido de Coyuya a Tláhuac a las 4:30 de la mañana se completa hasta en 30 minutos, según el ejercicio realizado para este trabajo. Mientras que el regreso de Tláhuac a Coyuya a las ocho de la mañana el tiempo de recorrido es más del doble, pues toma más de una hora por el tráfico.

¿Viajar más horas en camión repercute en la salud de los usuarios? Algunos de las personas entrevistadas coincidieron en que la suspensión del servicio de la Línea 12 ha traído consigo estrés y enojo, sobre todo cuando hay riesgo de llegar tarde al trabajo o la escuela.

“Sí perjudica mentalmente porque antes ya me hacía a la idea de que ahí estaba el metro y el camino sería más corto”, mencionó Yolanda. “Nos tiene que afectar a la gente porque estamos muy presionados y preocupados para encontrar un transporte”.

Pero la molestia entre los habitantes de Tláhuac no inició con las fallas en el transporte público alternativo, sino con la misma caída de la Línea 12. Un día después del siniestro, los usuarios en redes sociales compartieron fotografías de diversas grietas en la estructura e incluso publicaron notas informativas donde ya advertían sobre un riesgo de colapso.

“Siento que hemos sido una zona muy olvidada porque el transporte desde siempre ha sido muy escaso, muy irregular y además más caro porque los transbordos llevan al desgaste económico”, concluyó Yolanda.