El caso de la detención del general Salvador Cienfuegos y su regreso a México queda documentado en el nuevo libro del corresponsal de Proceso en Washington, J. Jesús Esquivel, quien una mañana de abril recibió un mensaje en su celular que lo citaba en un parque cerca del Capitolio indicándole que no debía llevar su teléfono.

El mundo llevaba casi un mes en confinamiento por la pandemia, pero esa mañana de abril de 2020 Esquivel salió de su casa y condujo hasta el punto de encuentro, a donde llegó minutos antes de la hora acordada. No tardó ver a la persona que lo había citado, un fiscal del Departamento de Justicia a quien había conocido en el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán poco más de un año antes.

Su fuente lo citó para comentarle que un general muy importante de México del gobierno de Enrique Peña Nieto estaba metido en el narcotráfico y la Administración de Control de Drogas​ (DEA, por sus siglas en inglés) lo estaba investigando. Todo se lo dijo off the record, no podía citarlo por ningún motivo, pero lo que el fiscal quería era que el corresponsal mexicano investigara con sus fuentes si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador sabía algo.

Este es parte del comienzo de A sus órdenes, mi general. El caso Cienfuegos y la sumisión de AMLO ante el poder militar, el libro de J. Jesús Esquivel, editado por Grijalbo, en donde documenta cómo el caso Cienfuegos afectó la relación entre México y Estados Unidos y mostró el poder que tienen los militares en México.

“El peso de los militares en este gobierno, que aunque lo niegue al presidente, me parece que por donde se vea, hasta en materia económica y comercial, los verdes están por todos lados y no iban a permitir que Estados Unidos se saliera con la suya con alguien integrante de la élite de los generales como es Cienfuegos Zepeda”, comenta Esquivel en entrevista vía Zoom desde Washington.

Después de que su fuente se alejara del punto de encuentro, le dijo que al general le llamaban “El Padrino”. Esquivel fue el primer reportero en tener pistas sobre el caso Cienfuegos y haría lo posible por conocer a fondo la historia.

Consultó vía telefónica al fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, pero le dijo que no sabía nada respecto a alguna investigación a un general del gobierno de Peña Nieto.

Antes de que avanzara con otras autoridades, Esquivel recibió una llamada de Alan Feuer, periodista del diario The New York Times, quien también había cubierto el juicio de “El Chapo” Guzmán, y había sido contactado por la misma fuente, solo que a él sí le dijo que se trataba del general Salvador Cienfuegos.

Comenzaron a trabajar en el tema, cada uno con sus fuentes. Esquivel buscó entonces a quien era la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, y el canciller, Marcelo Ebrard, pero ninguno de ellos tenía información sobre el general.

“Estuve en constante comunicación con estos tres personajes para saber si sabían algo.Yo no puedo decirte qué ocurrió en realidad, pero estoy 100% seguro que en el caso de Gertz Manero no me creyó, no creyó que Estados Unidos se atreviera a tanto y pensó que a lo mejor yo estaba ‘volando’, como decimos en el medio de las noticias. En el caso de la embajadora, yo sí noté la preocupación genuina en ella, tan es así, que recordarás que después de que fue detenido Cienfuegos, en una mañanera el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que ella ya le había informado también. Me parece que López Obrador no le creyó a Martha de alguna forma. Y de Ebrard, pues él se sostiene en decir que no pudo corroborar nada. Pero como ya me han preguntado otras y otros colegas es, pues si tres funcionarios importantes, con la excepción de Martha que sí le dijo al presidente, ¿por qué no le avisaron al Palacio Nacional y al general?, pues eso habría que preguntárselo a ellos porque mi trabajo como tecleador es tratar de buscar la información para armar una nota y nada más”, relata Esquivel.

Este es solo el comienzo del libro, antes de que Esquivel y Feuer pudieran confirmar los hechos por otras fuentes, el general Salvador Cienfuegos fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles, California, el 15 de octubre de 2020.

Al inicio, el presidente Andrés Manuel López Obrador habló de la noticia hasta con cierto júbilo desde su conferencia de cada mañana en Palacio Nacional, pero de un día a otro, cambió su postura sobre el tema y hasta llega a verse más rígido. ” Me empezó también a llamar la atención el cambio de tono del lenguaje del presidente hasta físicamente se veía tenso cuando hablaba de él“, comenta Esquivel, “y ya no se le veía nada contento de que Estados Unidos estuviera llevando a cabo este encauzamiento, sino por el contrario, como que su posición puede a afrenta a la soberanía mexicana.”

A Palacio Nacional habían llegado las exigencias no solo de militares, sino de empresarios exigiendo traer de vuelta al general Cienfuegos.

‘A la chingada la DEA’

El libro de Esquivel documenta cómo el poder militar en México presionó al presidente López Obrador para que Cienfuegos regresara a México.

En una reunión con el presidente e integrantes de su gobierno, Esquivel describe que Marcelo Ebrard recordó que ese momento coincidía con la negociación del Departamento de Estado para que México asignara visa a 12 nuevos agentes de la DEA en el país.

A la chingada los de la DEA, estos es una intromisión”, fue el acuerdo de la reunión y el presidente de México amagó a Washington con expulsar a sus 52 agentes si no le entregaban a Cienfuegos.

Parte del desenlace ya lo conocemos, el Departamento de Justicia retiró los cargos y envió a Cienfuegos a México, donde la FGR supuestamente iba a investigarlo con base en el expediente de las autoridades de EU.

Como sabemos, Cienfuegos nunca pisó la cárcel en México y resultó libre de cargos una vez que la FGR revisó el expediente enviado en valija diplomática y determinó que no ejercería acción penal. Lo que el autor nos cuenta con fuentes cercanas al caso es que Estados Unidos no entregó el expediente completo, tiene información que nunca compartió con México.

Se esperaba que en el juicio a Genaro García Luna, el rostro de la guerra contra el narcotráfico en el gobierno de Felipe Calderón, surgiera más información de los testigos. Pero como señala Esquivel, el juez Brian Cogan prohibió en una moción, que se tocara el caso del general Cienfuegos en este juicio, lo que “demuestra lo delicado que fue ese capítulo en la relación México Estados Unidos y, sobre todo, por lo que estuvo en juego: tanto la presencia de los agentes de la DEA, como el dañar totalmente la relación bilateral por presiones de militares al gobierno mexicano”.

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