El cáncer de mama no es rosa: muertes en México crecieron 55% en los últimos 23 años

México está perdiendo la batalla contra el cáncer de mama. Las muertes por esta enfermedad crecieron 55.60% entre 2000 y 2022, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Este 19 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama, el tumor maligno más común y principal causa de mortalidad entre las mujeres a nivel mundial. Solo en México, se reportan 21 fallecimientos diarios en promedio, una cifra que ha ido en aumento en los últimos 23 años. 

De 2000 a 2005 se registraron entre 3 mil 500 y 4 mil 200 decesos. Para 2018 la cifra alcanzó las 7 mil 311 muertes por cáncer de mama, en tanto que el 2021 tuvo el máximo histórico, con 7 mil 944 defunciones.

El último año de registro del Inegi es el 2022, cuando 7 mil 891 personas murieron a causa del cáncer de mama, en su mayoría mujeres (solo 50 casos corresponden a hombres), de las cuales el 38.9% pertenece al grupo de edad más afectado (de 65 años en adelante).

“Desde hace más de una década el cáncer de mama es la principal causa de muerte entre las mexicanas. En 2006, el cáncer de mama superó al cáncer cervicouterino, que pasó a ser la segunda causa de muerte entre las mujeres por tumor maligno (4 mil 251 defunciones en 2022, según el Inegi)”, señala en entrevista la doctora Claudia Arce Salinas, jefa del Departamento de Oncología Médica del Instituto Nacional de Cancerología (INCan). 

De acuerdo con el Boletín Epidemiológico Nacional de la Secretaría de Salud, el 2022 cerró con 21 mil 305 casos de cáncer de mama, cuando en 2021 –un año afectado por la pandemia de Covid-19 y reconversión hospitalaria– hubo reporte de 16 mil 497 diagnósticos. 

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Pese a los esfuerzos de las autoridades, las muertes por cáncer de mama registran una tendencia a la alza. Gráfica: Samantha Guerrero / La-Lista.

La doctora Claudia Arce estima que actualmente hay alrededor de 30 mil pacientes de cáncer de mama y, en promedio, una de cada cinco muere por esta enfermedad.

Si bien el cáncer de mama no tiene una causa única, especialistas consultados por La-Lista identifican múltiples factores que no solo contribuyen a su aparición, sino también al incremento de diagnósticos y muertes en México. 

“El panorama actual es bastante crítico. Hablamos de ‘octubre rosa’ cuando el cáncer es los 365 días del año y no es rosa, el panorama se ve oscuro. Hoy por hoy estamos en una crisis y se ve reflejada en estos números”, lamenta Sandra Monroy, fotógrafa, activista y sobreviviente de cáncer de mama. 

Factor económico y carencia de servicios de salud

El cáncer de mama requiere una atención personalizada, con pruebas diagnósticas y tratamientos que además de ser complicados para los pacientes tienen un alto costo económico. Según un reporte de GNP Seguros, de 2014 a 2018 el tratamiento de esta enfermedad representó, en promedio, 109 mil 375 pesos anuales para cada una de las 14 mil 600 personas que se atendieron con seguro de gastos médicos mayores. 

Pero no todos los pacientes tienen acceso a un seguro privado ni a seguridad social, lo que es un factor que contribuye al aumento de decesos por cáncer de mama. Xavier Tello, analista en políticas de salud, destaca que el mayor golpe para las mujeres con este diagnóstico llegó en 2019, cuando el Seguro Popular desapareció y fue sustituido por el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi). Anteriormente el Seguro Popular cubría al 42.1% de las personas afiliadas al sector salud salud, con el Insabi esa cifra cayó a 26.9%, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval)

“En los últimos años las mujeres se quedaron sin cobertura del Insabi, y las que acudían a servicios del Seguro Popular o lugares como la Fucam (Fundación de Cáncer de Mama) –que eran patrocinados por el Seguro Popular– ahora tienen que pagar todo el diagnóstico y toda la atención de su bolsillo. Un diagnóstico de cáncer de mama puede costar de 300 mil a 5 millones de pesos. Es una enfermedad devastadora que le cambia la vida al paciente, a su familia y que arrasa con su economía”, resalta Tello.

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En febrero de 2020, pacientes con cáncer de mama protestaron afuera de Palacio Nacional por la falta de medicamentos y tratamientos oncológicos. Foto: EFE/ Sashenka Gutiérrez

Los datos de mortalidad general del Inegi muestran que entre 2019 y 2022 las muertes de personas que tenían cáncer de mama y no contaban con seguro social se triplicaron, al pasar de 573 fallecimientos a mil 991.

Sandra Monroy es una de las pacientes que, desde sus 24 años de edad, se atiende en el Fucam. Asistió por primera vez en 2009 de manera preventiva a raíz del caso de una conocida y luego, a partir de 2021, con un diagnóstico de cáncer de mama, por lo que también vio el impacto de la desaparición del Seguro Popular.

“Cuando me dan el diagnóstico lo primero que pienso es ‘¿cómo voy a pagar?’, porque ya no existía el Seguro Popular y el Insabi fue un fracaso. Quienes estamos en estos tratamientos sobrevivimos de préstamos, rifas o ahorros. A mí no me tocaron quimios ni radios, porque creo que si hubiera sido el caso no sé qué hubiera hecho, pues no hay manera de pagar cuando hay quimios que van de los 5 mil a los 150 mil pesos cada una, y en cánceres más avanzados no hay casa ni carro ni rifa ni préstamos que alcancen”, expresa Monroy. 

Fucam es una institución privada sin fines de lucro que desde hace 23 años ofrece tratamiento integral y seguimiento especializado a pacientes de cáncer de mama en México. A decir de su directora, María Luisa Guisa Ortega, la fundación ha roto las barreras económicas, geográficas y culturales que impiden el diagnóstico oportuno.

Sin embargo, María Luisa Guisa reconoce que la desaparición del Seguro Popular, así como la llegada del Covid-19, derivó en que las detecciones oportunas de cáncer de mama se limitaran de manera significativa. 

“Con el Seguro Popular atendíamos a muchísimas pacientes de comunidades sumamente pobres. Al año atendíamos en gratuidad a más de 12 mil pacientes. Hoy en día estamos diagnosticando entre mil 700 y mil 800 nuevos casos, de los cuales solo la mitad se queda con nosotros a seguir sus tratamientos y del resto no sabemos dónde están o si llegaron a atenderse a instituciones públicas”, expone la directora de Fucam. 

El último reporte público sobre los recursos que México destinó a Fucam para la atención del cáncer de mama se dio en 2019, antes de la desaparición del Seguro Popular. Entonces, el gobierno reportó que de 2017 a 2019 le pagó a la fundación más de 776 millones de pesos a través del Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos (FPGC), instrumento que estaba destinado para atender enfermedades de alta especialidad. De los años restantes no hay más información. 

De acuerdo con la doctora Claudia Arce, del INCan, menos del 10% de los pacientes de cáncer de mama tiene un seguro privado, por lo que, en teoría, el 90% se atiende en instituciones públicas y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) abarca al 50% de los casos.

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Instalaciones de la Fundación de Cáncer de Mama. Foto: Facebook/Fucam

A Socorro Hernández el cáncer de mama le fue diagnosticado en 2005 a los 48 años de edad. Su tratamiento lo llevó en el Hospital General de México, de carácter público, y cuenta que en aquella época las radiaciones le costaron mil 390 pesos cada una; en total fueron 25 sesiones semanales que para su familia representó un importante costo económico, porque financieramente “estaban mal”. 

A esto se sumaron los gastos de pasajes, de un trayecto que iniciaba desde su hogar en Atizapán, Estado de México, hasta la colonia Doctores en la Ciudad de México, donde se encuentra el Hospital General de México, así como el costo de la mastectomía (extirpación de seno). 

“Dentro de mi presupuesto nunca fue opción buscar un doctor particular, mi esposo no tenía mucho trabajo en ese tiempo y la familia fue la que nos apoyó mucho”, recuerda “Soquito”, como la llaman sus seres queridos.

Detección tardía

La detección oportuna del cáncer de mama juega un papel crucial para salvar vidas. La doctora Claudia Arce menciona que en México siete de cada 10 pacientes son diagnosticadas en etapas avanzadas, es decir, cuando los tumores miden más de dos centímetros y hay ganglios enfermos en la región axilar o clavicular. 

“Entre más grande es el tumor y entre más número de ganglios enfermos hay, la posibilidad de que regrese la enfermedad a largo plazo es del 40% al 50%, mientras que los riesgos se reducen al 10% cuando se detecta en etapas tempranas. Pero si la enfermedad regresa, desafortunadamente ya no es curable y esa es una de las razones por las que hay más muertes de cáncer de mama”, destaca la especialista del INCan.

En tanto, María Luisa Guisa, directora de Fucam, agrega que la detección oportuna del cáncer de mama fue un problema de 2020 a 2022, periodo de la pandemia por Covid-19 en el que a nivel nacional cayeron los registros de diagnósticos a un promedio de 15 mil (según las cifras de la Secretaría de Salud), cuando el país tiene alrededor de 27 mil casos anuales, lo que quiere decir –resalta– que aproximadamente 12 mil mujeres no fueron diagnosticadas. 

“No es que hubiera menos casos (en ese lapso), es que esas mujeres no fueron atendidas debido al Covid, porque muchos hospitales se convirtieron en hospitales Covid y no tenían espacios para los programas de detección. Ahora, ¿qué va a pasar? Pues que los casos van a aumentar pospandemia”, comenta. 

Sandra Monroy inició sus revisiones en Fucam cuando tenía 24 años y se detectó una “bolita” en el esternón hacia el lado de la mama derecha, lo que posteriormente resultó ser grasa. La joven no dejó de asistir a sus revisiones y el único año que no lo hizo fue en 2020 por la pandemia. Un año después, le dieron un diagnóstico positivo.

“Regreso (a Fucam) en 2021 y ahí fue cuando, a mis 36 años, me detectaron cáncer ductal invasivo. En mi caso el tratamiento que recibí fue la mastectomía bilateral por el tipo de cáncer y por mi edad: al ser más joven y tener más años por vivir, el riesgo de que el cáncer regrese era mayor”, enfatiza la activista y fundadora del proyecto Jódete Cáncer

La detección tardía también está relacionada con la creencia de que a las jóvenes no les da cáncer de mama. Si bien la tasa de muertes por esta enfermedad es mayor en pacientes de 65 años en adelante (48.24 por cada 100 mil mujeres, según el Inegi), la población de 25 a 34 años también está en riesgo (4.78 por cada 100 mil mujeres), y hay casos –indica Sandra Monroy– en los que las instituciones de salud son las que rechazan hacer estudios de prevención a la población joven.

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Hace 18 años, cuando Socorro Hernández se sintió una “bolita” en el pecho acudió a un clínica de la Secretaría de Salud del Estado de México cerca de su casa y el médico que la atendió le dijo que por su edad (48 años) todavía no aplicaba para una mastografía, pues, según le explicó, estas se realizan después de los 50 años de edad. Sin embargo, al tener altas probabilidades de que fuera cáncer de mama, la canalizó para un estudio.

“Esto fue a finales de octubre (de 2005). En la mastografía se veía la bolita, pero el doctor me dijo que podía ser grasa, así que me sugirió dejar pasar un tiempo para ver cómo reaccionaba. Yo no me quedé con eso y fui con otra doctora y ella me dijo que sí podía ser algo maligno. Entonces me mandó a hacer un ultrasonido y resultó que sí era (cáncer). Ya había pasado noviembre y diciembre, y para enero empecé a atenderme en el Hospital General”, recuerda.

La persistencia por un diagnóstico oportuno fue lo que salvó su vida. “Soquito” tenía cáncer de mama en etapa dos, era muy pequeño, pero para evitar que el tumor regresara y se propagara en un futuro también se decidió por la mastectomía. “Prefería quedarme sin un pecho, pero seguir viva”, expresa. 

Aunque todo diagnóstico parece empezar por una “bolita”, la realidad es que en muchos casos el cáncer puede estar en etapas avanzadas. 

“Todas las personas deben tener acceso a mastografías, dependiendo de sus grupos de edad, y a pruebas diagnósticas con ultrasonido y con pruebas genéticas, eso debería ser gratuito y para todas las mujeres”, menciona el analista Xavier Tello.

Asimismo, explica que el aumento de diagnósticos –incluso entre los grupos de edades más jóvenes– puede ser algo “positivo”, pues quiere decir que se están detectando más casos en etapas tempranas, lo que a su vez se traduce en atenciones oportunas. 

“Antes seguramente no se sabía que una mujer de más de 30 o 40 años tenía cáncer hasta que ya estaba muy avanzado. Hoy se puede detectar de una manera más pronta gracias a campañas masivas para la detección a través de mastografías y autoexploración”, dice el especialista.

Factores poblacionales y estilos de vida

En el año 2000, la población en México era de 97.5 millones de habitantes. Para el 2020, esta creció a 126 millones, y las mujeres, que corren el mayor riesgo de cáncer de mama, representan al 51% del total de personas, según los datos del Inegi.

El incremento exponencial de la población también es un factor que aumenta la incidencia y las muertes por cáncer de mama. Sobre todo si se toma en cuenta que México está en un proceso de envejecimiento, pues la edad mediana pasó de 26 a 29 años en los últimos 10 años. 

“Hay más población que hace 20 años, lo que incrementará los diagnósticos, pero además cada vez más mujeres están llegando a la edad en la que el riesgo de cáncer de mama es mayor”, indica la doctora Claudia Arce.

La especialista del INCan agrega que hay otros factores comunes que han estado presentes desde siempre en casos de cáncer de mama, como la obesidad, el sedentarismo, el consumo de alimentos ultraprocesados, antecedentes familiares, el tabaquismo, la ingesta de alcohol y hasta la contaminación del medio ambiente.

Así como los factores han aumentado en las últimas décadas, Claudia Arce destaca que actualmente hay fármacos que ayudan a “cambiar la historia natural del cáncer de mama”, aumentando el promedio de vida de las pacientes. 

“Hace 10 años, una paciente con cáncer metastático vivía entre dos y tres años; hoy estamos ganando entre tres a cuatro años más de vida”, expresa. 

¿México tiene recursos para atender el cáncer de mama?

María Luisa Guisa puntualiza que tanto el diagnóstico temprano como los recursos económicos son fundamentales para la atención del cáncer de mama. 

“Cada defunción implica que ese paciente se vio afectado por un recurso económico o que llegó en una etapa tardía. Estamos ante un grave problema de salud pública y no hay recursos que alcancen para atenderlo”, lamenta la directora de Fucam. 

En México, el gasto sanitario general equivale al 5.5% del PIB, lo que representa uno de los niveles más bajos entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La cobertura de un conjunto básico de servicios de salud también es la más baja, mientras que los llamados “gastos de bolsillo” –los que corren por cuenta de los pacientes– siguen siendo altos.

El actual gobierno mexicano se había comprometido a la creación del Registro Nacional de Cáncer, lo que permitiría saber con exactitud cuántos pacientes hay, cuál es su diagnóstico, cuántos están en tratamiento y qué porcentaje se atiende en instituciones de salud pública, pero hasta la fecha no se ha concretado. 

Xavier Tello resalta que la falta de transparencia en estos datos abona al problema. “El panorama es dramático, porque al no saber cuántos pacientes hay, cómo sabremos cuántos recursos se tienen que destinar”, explica.

En este sentido, puntualiza que se requiere una partida presupuestal específica para atender los tipos de cáncer. En particular, dice, las pacientes de cáncer de mama requieren acceso a las últimas terapias de anticuerpos monoclonales, que son las más caras y las más avanzadas, “de última generación, que son personalizadas a través de pruebas genéticas de tumor y que solo se realizan en el INCan”. 

Claudia Arce reconoce que a México le hace falta más infraestructura para atender el cáncer de mama, sobre todo porque, refiere, la mastografía por sí sola no evita la enfermedad.  

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Socorro Hernández en 2020, el mismo día en que se cumplieron 15 años de haber vencido al cáncer de mama. Foto: Cortesía

‘Cáncer de mama no es sinónimo de muerte’

Lo primero que Socorro Hernández pensó cuando le dieron el diagnóstico de cáncer de mama fue “esto es muerte”. Ya había tenido una experiencia en la que su cuñada falleció por la enfermedad antes de que pudiera atenderse y solo pensó que no quería pasar por algo así. 

“Te entra un temor horrible, porque piensas ¿iré a salir de la cirugía? ¿Viviré? ¿Qué pasará con mi hija? Pero tuve que poner los pies en la tierra y confiar en los médicos. Hoy solo puedo decir que sí se puede salir de la enfermedad y la única manera es atenderlo y detectarlo a tiempo”, expresa. 

Luego de sobrevivir al cáncer de mama, “Soquito” le inculcó a su hija la prevención, a qué signos debe estar alerta y, sobre todo, hacerse sus chequeos anuales.

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Sandra Monroy, tres meses después de que se le practicara una masectomía bilateral a causa del cáncer de mama. Foto: Sáshenka Gutiérrez/EFE.

Sandra Monroy tuvo la misma preocupación cuando recibió el diagnóstico: “¿me voy a morir?”, pero encontró consuelo cuando comenzó a saber de otros casos y alternativas de sobrevivencia. 

“La palabra cáncer la tenemos asociada a la muerte, y es cierto, porque el tiempo es crucial en esta enfermedad. Pero el cáncer de mama no es sinónimo de muerte, por eso a mí no me embona cuando la estadística dice que cada 70 minutos está muriendo una mujer mexicana por cáncer de mama, porque entonces algo no se está haciendo bien”, lamenta. 

La prevención y un diagnóstico a tiempo salvaron las vidas de Sandra Monroy y de Socorro Hernández. 

La doctora Claudia Arce hace hincapié en señalar que “las mujeres no deberíamos de tener miedo a las mastografías, lo que debemos pensar es ‘voy a hacérmela porque si tengo algo me voy a diagnosticar a tiempo y voy a curarme. Voy a salvar mi vida”.