La Línea 12 era un gran proyecto, era una línea dorada
La-Lista consultó a las personas que viajan a diario por la ruta de la Línea 12 del Metro y cómo hacen resistencia día a día.
Gisela está formada en la fila para subir al metrobús que la llevará a casa. Viene saliendo de la estación Atlalilco de la Línea 12. Tiene 41 años y es enfermera. Viste su pijama quirúrgica y trae al hombro una mochila. Habla con La-Lista mientras espera.
Su vida cambió “totalmente” con la caída del Metro. “Antes me hacía 40-50 minutos al trabajo y ahorita me aviento dos horas y media cuando bien me va. Es mucho tiempo. Y son para llegar y para regresarme, invierto 4-5 horas para llegar al trabajo”, dice frustrada.
El tiempo de viaje lo ocupa viendo películas y series. Descarga el contenido para no gastar los datos de su celular y no lleva la cuenta de cuánto material ha visto en casi dos años de la suspensión del servicio.
A veces no sólo es la espera y es lo que toma el traslado, recuerda los días de lluvia con especial atención porque ha viajado empapada cualquiera que sea su destino.
Gisela tiene turnos de día y de noche, no importa las dificultades del transporte o los tiempos de traslado, ella tiene una responsabilidad porque es una madre autónoma con dos hijas en la universidad y una más en la preparatoria, sin embargo, el tema de la movilidad ha afectado otras áreas de su vida, tanto, que ha pensado en renunciar.
“De verdad que estoy a uno de renunciar, nada más que tengo quién depende de mí, entonces por eso no”. Gisela viaja hasta la colonia del Valle para trabajar y en el turno de la noche, va a Perisur. Ambos son destinos de alta plusvalía por el tipo de barrio, ubicación, accesibilidad, servicios y comodidades que ofrece la zona, en comparación con Tláhuac que todavía se conforma por pueblos originarios, que tiene por ejemplo, áreas de reserva ecológica y todavía se le considera como un área en proceso de desarrollo urbano.
Ha pensado trabajar en la zona en la que vive, pero “lo que pagan de este lado no me alcanza”, la desigualdad salarial en esta ciudad también tiene que ver con la geografía y con ir más lejos para alcanzar mejores salarios y condiciones de trabajo. Gisela revela con confianza: “Soy sola yo con ellas (con sus hijas), no la armo”.
En La-Lista le preguntamos qué pediría si tuviese enfrente a quienes toman las decisiones.
“Ya que se apuren a que esto quede porque es un caos, es horrible”, dice en tono de exigencia.
Gisela resiste y no es la única, representa a las personas que llevan resistiendo traslados de muchas horas cada día de la semana para poder llegar a sus casas, sus trabajos, sus escuelas o sus diferentes destinos. También representa a esas personas que, por su condición de movilidad, se plantean tomar otras decisiones como renunciar a su trabajo por las condiciones de traslado.
La resistencia para llegar a casa
Hoy en día se acaba el servicio la Línea 12 del Metro al llegar a Atlalilco, la novena estación si se viaja desde Mixcoac hacia el oriente. Para seguir el camino hay que salir. El flujo de la gente es constante y casi todos se apresuran para tomar un lugar en las filas de los transportes que suplen el servicio de la llamada Línea Dorada.
Una fila para un camión rojo tipo Metrobús, otras dos para las unidades RTP. Una de las filas es para alcanzar un asiento y la otra para los que toman la decisión de ir de pie. La espera en la formación puede ser de 15 minutos, media hora o más.
Son las 4 de la tarde y las personas van regreso a casa. El movimiento está relativamente tranquilo, pero a las 6 habrá mucha más gente. Los usuarios de transporte van armados de conciencia, ese trayecto que les resta será largo, el servicio de la Línea 12 les había traído beneficios, sumaban horas a su día en casa y restaban en su traslado. Todo se terminó después de la tragedia del 3 de mayo de 2021, cuando la estructura se colapsó y el tren naranja cayó en un tramo entre las estaciones San Lorenzo Tezonco y Olivos.
El siniestro afectó a todos los usuarios del Metro, especialmente a las personas que usaban esta ruta. Aquí, sólo un dato: en el primer trimestre de 2021, antes del siniestro, la Línea 12 registró una afluencia de 15 millones 940 mil 452 de usuarios.
La Línea 12 era la obra más importante que celebraba el Bicentenario de la Independencia de México. Su construcción y funcionamiento eran una promesa de la administración de Marcelo Ebrard, quien hoy quiere ser presidente, pero también una promesa de desarrollo y modernidad, especialmente para la zona de Tláhuac, una demarcación a la que por primera vez llegaba el Metro y sus bondades. Sin Metro, la época dorada se acabaría y se transformaría para muchos en una pesadilla. Un tramo para andar que engulle el tiempo sin clamor y con resignación.
La-Lista acudió a la estación Atlalilco para platicar con los usuarios y conocer sus experiencias, en qué disponen sus tiempos de traslados, si tienen algo para decir a las autoridades y si se volverían a subir a la Línea 12 del Metro cuando vuelva.
Estación Realidad
Lo que pasó en el Metro no sólo afectó a los que viajaban en el tren el 3 de mayo. Emilio, que vive a un ladito de Lomas Estrella, recuerda que desde su casa se escuchaba el pasar del convoy en una curva. “No me dieron ganas de volver a usarlo”, afirma.
“Yo escuchaba a cada rato el metro, a mí me relajaba, me relajaba cómo pasaba el metro, me encantaba, pero mi tía me asustó, que justo en esa curva que hay, se escuchaba que tambaleaba mucho, entonces como que me aferré a su susto y no me dieron ganas”, dice el joven estudiante de actuación.
Después de la tragedia el sonido se fue para siempre y también dejó de ser un lugar de paz para él.
Laura y Martha, dos mujeres que viven cerca de donde fue el accidente lo recuerdan como un evento “traumático”. “Vivimos muy cerca de donde fue el accidente, escuchamos toda la noche bomberos y luego las noticias. Yo no quería escucharlas, te bombardeaban por donde quiera, estuvo terrible, la gente que pasó ese tipo de accidente tan fuerte y sus familiares atrapados ahí, qué desesperación. Y todo por la negligencia, por todo lo de las autoridades que hicieron todo mal, para terminar la obra así de rápido”, dice Laura.
El día siguiente después de que el Metro pareciera se había partido en dos sería diferente para todos, si bien la Línea Dorada habría sido un beneficio hablando de movilidad para la gente de la zona, ese día terminaría todo y volvería a empezar con una complejidad diferente. Llegar al trabajo, la escuela o cualquier parte se convirtió en una gran sala de espera a la que hay que llegar temprano y poder arribar a tiempo al destino de cada uno, para algunos, estos trayectos han sido momentos de frustración y estrés.
Transportarse de Atlalilco a Tláhuac ahora que el Metro no está en funcionamiento es aceptar con resignación 15 kilómetros que se recorrerán lentamente y que ese tiempo transcurrirá mientras estamos atrapados en una máquina que avanza poco, que ofrece un paisaje que recuerdan lo veloz de los traslados en las alturas, pero al mismo tiempo, que tiene tramos donde comienzan las obras, las máquinas y los trabajadores. Es imposible no pensar en el accidente, en los tiempos de reconstrucción, en la calidad de los materiales, en la esperanza de volver a viajar seguros.
En el trayecto la gente se duerme, se encapsula en el celular, se entretiene en redes sociales o mira catálogos de productos que usualmente venden las mujeres para sumar las ganancias al gasto. Pasado un rato de trayecto viene la frustración de la inmovilidad, el estrés generado por estar perdiendo el tiempo, pero ante eso: nada se puede hacer, sólo esperar que avance el transporte para llegar a la terminal.
Es difícil pensar una CDMX sin Metro y reflexionar en todo el caos que ocasionaría su ausencia. Sólo en febrero de 2023, el Metro transportó más de 86 millones de pasajeros, según la Estadística de Transporte Urbano de Pasajeros del Inegi.
Estación Tiempo
El tiempo en un traslado puede ser una inversión. Para Itzel, madre de familia, la experiencia desde que se cayó el Metro ha sido “horrible” y para Arizbeth que se dedica a hacer entregas, es “muy complicado”. Los usuarios de la Línea 12 del Metro con los que hablamos conocieron de los beneficios cuando estaba activa , piensan que el servicio del Metro era bueno y eficiente pero todo eso se acabó. La mayoría de las personas con las que habló La-Lista, reportaron que su tiempo de traslado se duplicó, eso sin contar que las filas para los RTPs y Metrobús puede tomar de 15 minutos a media hora.
Los 15 minutos de traslado se convirtieron en una hora, una hora y media en dos y media y hay quien en un día difícil ha estado hasta cinco horas en el transporte para volver a casa, como es el caso de Itzel, que es estudiante de Psicología y viaja de Tláhuac, del oriente de la Ciudad, hasta Ciudad Universitaria al Sur, 25 kilómetros que atraviesan parte de la ciudad para poder estudiar.
Verónica, de 33 años, viene desde Chalco y trabaja en el área de intendencia de un Cendi, una estancia infantil. El día que La-Lista habló con ella, venía vestida de payasita, a su ropa añadió un tul de colores, sus ojos se enmarcaban en unas pestañas de caricatura y en su rostro había trazos coloridos para sumarse a los festejos del Día del Niño. Usa el transporte seis días a la semana y piensa que salir es un “caos”, no importa la hora: “sean las 5:30 de la mañana, las 5:15… el tráfico está horrible”. Trabaja por Eje Central a la altura de la colonia Narvarte, sale de su casa a las 4 de la mañana para poder llegar antes de las 7, su recorrido de una hora y media aumentó a dos horas y media.
Estación Aguantar
Ramón Cobo del Río, empleado del Metro, se encuentra a la salida de Atlalilco y direcciona a los usuarios para los camiones RTP o Metrobús. Explica que cuentan con 100 unidades RTP y 31 del Metrobús. Hace un cálculo rápido, considera el número de pasajeros que pueden viajar en cada unidad, multiplica que cada unidad da 5 vueltas al día y el resultado es que se da servicio a 40 mil 500 personas al día.
¿Qué hacen esas 40 mil 500 personas mientras dura su interminable traslado? Emilio, un actor de 16 años, usa ese tiempo para “reflexionar sobre la vida”, es joven y para ellos el tiempo corre diferente. No es lo mismo para la familia de Itzel y Luis, ellos tienen dos hijos de menos de 6 y el más pequeño pasa gran parte del tiempo en brazos. Viajar en familia no debe ser sencillo, así que mientras ellos como padres miran el paisaje, les ponen el celular a los niños para que el tiempo no sea infame.
Saúl es jubilado y tiene 57 años, ocupa sus traslados durmiendo o “a veces ir analizando otra opción” de movilidad, otros caminos, más rutas, algo que no le signifique levantarse más temprano para poder llegar a tiempo.
Lo que hace la gente en general en sus tiempos de traslado es ocuparse en el celular, las redes sociales, escuchar música o leer; algunos otros se dejan vencer por el cansancio y el tedio y se duermen.
Itzel, estudiante de Psicología en la UNAM, lo utiliza para estudiar. Andrés, de 29 años, también estudia pero él lo hace para preparar sus exámenes y “subir un poco más en el puesto de trabajo”. A Andrés le ha repercutido en su salario, su productividad y en los beneficios de la puntualidad.
Eva, de 56 años, contó que aprovecha para bordar. Ángela, quien viaja con su esposo, su hija y un nieto de 6 meses, es un poco menos sutil y dice que ante la situación, lo que queda es: “Aguantarnos”.
La Línea 12 inició su construcción en julio de 2008 y se inauguró en octubre de 2012 con Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno. En su ruta de Mixcoac a Tláhuac, dividida en 20 estaciones, corre de manera subterránea hasta Atlalilco y, de Culhuacán a Tláhuac, las vías son elevadas, con vista a las azoteas de la zona. Tiene una longitud de 23 Kilómetros con 722 metros y conecta de poniente a oriente a las alcaldías Benito Juárez, Iztapalapa y Tláhuac.
Para los usuarios la experiencia de tener un transporte público que los conectaba con diferentes partes de la ciudad era un beneficio en tiempo y calidad de vida, que ahora, se ha visto mermado con las obras de reconstrucción.
Estación Buzón
Era la hora de volver a casa cuando el 3 de mayo de 2021, pocos minutos después de las 22 horas, en el tramo elevado de la Línea 12, el Metro colapsó entre las estaciones Olivos y San Lorenzo Tezonco. El aparatoso siniestro se llevó la vida de 26 personas y ocasionó afectaciones a un centenar más.
La-Lista preguntó a los usuarios de las opciones de transporte alternas a la Línea 12, si tenían algún mensaje para alguna autoridad y qué le dirían. El nombre que más fue mencionado fue el de Marcelo Ebrard, no importa el tiempo que ha pasado y que el accidente haya sucedido en la administración de la actual jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, 11 años después de su inauguración.
Saúl, un hombre jubilado, entregó el siguiente mensaje a Ebrard: “Gracias, gracias por el nefasto proyecto de la Línea 12”. Laura y Martha no se taparon la boca para decirle: “Que es un estúpido, un bueno para nada, un inútil porque su familia y ellos están bien, gozando de todo, ¿y la gente que sufrió? La vida humana no tiene precio”. Israel apunta sin decir su nombre, pero remata: “Sabemos quién es. Sabemos que quiere ser presidente. Yo no votaría por él, a pesar de que fuera brazo derecho del actual presidente”.
Itzel, madre de dos infantes, cuestionaría al antiguo jefe de Gobierno: ”¿Por qué no monitoreó bien el Metro? Incluso se rumoraba que el Metro está hecho con el material más corriente y todo el presupuesto, pues se lo repartió, bueno, yo supongo que se lo robaron”.
Verónica dice: “Sí fue una situación que nos cambió a mucha gente”. Algunos de los mensajes van encaminados a que se den prisa en las obras de reconstrucción y otros, señalan la preocupación para que utilicen material de calidad para la reconstrucción.
Alfredo le diría a Andrés Lajous, secretario de Movilidad de la CDMX: “El tema de tanto camión en la avenida estorba mucho, no hay policías de tránsito. Al principio sí los pusieron, pero después los quitaron quién sabe por qué. Fue momentáneo, entonces todos hacen lo que quieren. El recorrido es sumamente lento”. Reynaldo, un empleado que se dedica a hacer tubo de cartón en espiral y que viaja hasta Valle de Chalco, dice que “las máquinas dejan poquito espacio para pasar, que agilicen un poquito más, esto para que terminen más rápido”.
A Claudia Sheinbaum, José Luis, de 19 años, le pediría que pusiera atención en la situación de inseguridad y robos, además, denuncia las situaciones de acoso que viven las mujeres. “Sí me ha tocado ver y está muy feo, no es como algo agradable que suceda y casi no hay tantas personas como para que puedan hacer algo respecto a lo que pasa”.
Estación Necesidad
La mayoría de las personas con las que habló La-Lista expresaron que sí se volverían a subir a la Línea 12 cuando retome su marcha, la mayoría ha nombrado “la necesidad” como la principal de sus razones para volver a los andenes.
Verónica dice: “con un poco de miedo, pero pues sí, por la necesidad de ahorrarnos un tiempo, porque la verdad estar sentada dos horas o una hora y media en el transporte es bastante frustrante”.
Gisela, la enfermera que es madre, fue muy clara y dijo: “Tengo que arriesgarme”.
Andrés, el mismo que se preparara para sus pruebas en los trayectos, viene mochila al hombro y con su chaleco de trabajo. Antes hacía una hora de Tláhuac a Buenavista y ahora tres horas y media. Todavía está pensando si se volvería a subir a la Línea 12 y piensa en otras alternativas. Siente miedo y piensa en su familia, “Mis hijos dependen todavía de mí”. Tiene un niño de 7 y una niña de 4. “¿Y si me pasa algo?, no solamente en el Metro, sino en el transporte, también cuidar todo eso: mi salud, mi personalidad, la expectativa que tengo de cualquier cosa, es perjudicial para ellos”.
Emilio, aún su juventud, definitivamente dijo que no volvería a usar la Línea 12.
Estación Miedo
¿Les daría miedo volverse a subir? La respuesta general fue que sí. El miedo no es algo que se pueda ignorar. Un joven de 19 años cuestionó: “No funcionó una vez, ¿por qué va a funcionar la segunda?”.
Alfredo, contó a La-Lista que sí tiene miedo porque uno de sus vecinos viajaba en el Metro el día del accidente y quedó parapléjico.
Eva, quien borda en sus trayectos y no usa mucho el servicio de Metrobús y viaja a la estación Tomatlán, no tiene miedo y dice que la situación no la ha afectado, por el contrario, la ha beneficiado “porque es gratis”.
Saúl, por su parte, es una voz que con sus años de vida expresa resignación: “Lo único que queda es seguir adelante”.
De la Línea 12 queda pensar lo que dice Saúl: “La Línea 12, como lo dijo Marcel Ebrard, era un gran proyecto, era una línea dorada”.