Prohíben los corridos: ¿Apología del delito o expresión cultural que debe defenderse? Esto responden expertos
El prohibicionismo a los corridos no es nuevo, pero enfrenta una nueva ola en México; ¿puede la música hacer apología del crimen? Te contamos.

En México, diez estados prohíben la interpretación de corridos que hacen alusión al crimen. Cantantes como Natanael Cano y Junior H han sido interrumpidos en sus presentaciones por esta situación.
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“Cuidando la zona con los fierros bien arriba…”, dice Natanael Cano segundos antes de que le apaguen el micrófono. El joven camina en círculos y levanta las manos para animar a su público, pero ya no se escucha. La gente murmulla y descubre que lo silenciaron a media canción en el Palenque de Aguascalientes. El intérprete y pionero de los corridos tumbados acaba su presentación de forma intempestiva y se retira del escenario…
Esta escena tuvo lugar a inicios de mayo, el primer fin de semana. “Nata” cantaba “El de la codeína”, una canción que alude a un adicto a este opioide y que es uno de sus grandes éxitos. El día 8 de mayo pasaría lo mismo con Junior H, en la Feria Nacional de San Marcos, que se celebra también en Aguascalientes.
El micrófono y los instrumentos dejaron de escucharse mientras sonaba “El hijo mayor”, una canción dedicada a un capo de Sonora. Fue la propia empresa organizadora de la feria la que tomó la decisión de interrumpir el show; y lo hizo para cumplir con la nueva legislación local, que prohíbe los narcocorridos en eventos públicos.
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Aguascalientes no es la única entidad que penaliza los corridos que aluden al crimen, aunque sí la que recientemente aprobó esta normativa. Las narco canciones están bajo el escrutinio de la autoridad en Chihuahua, Baja California, Guanajuato, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Querétaro, Estado de México y Quintana Roo.
Por eso, el cantante Luis R. Conríquez vivió algo similar en Toluca, donde los asistentes a la Feria del Caballo lanzaron sillas y desataron una riña tras conocer que los corridos bélicos no sonarían.
Los artistas y bandas que han intentado burlar la norma serán multados por entonar esta música que enaltece al crimen, pero ¿es censura lo que ha ocurrido en auditorios, carnavales y ferias?, ¿incurren en apología del delito los músicos e intérpretes?, y ¿vale la pena impedir que sean entonados estos himnos de manera masiva?
En La-Lista consultamos a dos expertos –en sociología y lengua– para encontrar estas respuestas, analizar el fenómeno de la prohibición y explorar el universo de los corridos tumbados en su justa dimensión. Te contamos lo que nos dijeron:
Esencia y origen de los corridos tumbados
Los corridos tumbados nacen como una evolución contemporánea del tradicional corrido mexicano, mezclando elementos del regional (como la tuba, la guitarra y el requinto) con influencias urbanas como el trap, el hip hop y el reggaeton. Este subgénero se popularizó principalmente entre los jóvenes mexicanos y mexicoamericanos, y de acuerdo con sus analistas ha sido clave para expresar las realidades sociales actuales y las aspiraciones de la juventud.
El doctor en sociología, Amaury Ascencio recuerda que el corrido exporta de la música ranchera una imagen tradicional de los modelos de masculinidad, la cual se asocia al riesgo, el coraje y la valentía. Pero a su vez, incorpora una vena de confrontación con la autoridad, “incluyendo a la familia, pero también la policía y el propio Estado”.
Ascencio subraya que “los corridos tumbados retratan a un joven que está dispuesto a realizar todo tipo de actividades violentas e ilegales, con tal de tener acceso a lo que se propone”. Y en un contexto de carencia y pobreza sus metas consisten en adquirir bienes materiales.
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El académico explica que el deseo de incorporarse a los grupos criminales proviene del anhelo de conseguir un status y un nivel económico que se traduzca en prestigio. Este factor, dice, es determinante para que los jóvenes mexicanos se identifiquen con estas letras.
“En muchas de las canciones del corrido tumbado se expresa este deseo por la movilidad social ascendente y por obtener dinero, recursos, y todo aquello que para muchos jóvenes, para la gran mayoría de las y los jóvenes de este país, está obstruido”, subraya.
No obstante, la doctora en humanidades Cristina Preciado Núñez, quien lleva más de un año estudiando los corridos tumbados y su influencia, aclara que los mismos también simbolizan “a un joven común, que es amante del anime, de la cultura otaku, la novela gráfica y la cinematográfica”.
Preciado acota que los corridos tumbados son expresiones culturales, internacionales y disruptivas, que no solo han abierto la vía para que los jóvenes migrantes expresen sus necesidades, sino que “han enarbolado una lucha por el idioma español alrededor del mundo”.
La investigadora de la Universidad de Guadalajara (UdeG) señala que los corridos tumbados deben entenderse como un fenómeno complejo, que no solo habla del crimen sino que recupera acordes mexicanos, imprime una idiosincrasia sobre el esfuerzo y fusiona culturas.
¿Vale la pena prohibir los corridos?
Entre la diversidad de corridos, los principales exponentes del corrido tumbado son sin duda Natanael Cano, Peso Pluma y Junior H. Los tres han grabado canciones sobre el amor, la lealtad y el honor, pero también destacan con temas de corte bélico, en los que se hace alusión a la violencia y los criminales; y en donde se celebra un particular estilo de vida, propio de capos y trabajadores de los cárteles mexicanos.
Los corridos, de cualquier corriente, que reproduzcan estereotipos violentos ahora están prohibidos en diez entidades de México y aunque las multas son millonarias y en algunos casos la interpretación de las canciones podría significar la cárcel, para el analista de la UNAM, Amaury Ascencio Martínez, es una medida innecesaria.
“El prohibicionismo a mí me parece que es una respuesta meramente cosmética, una respuesta meramente superficial. Y honestamente creo que es la búsqueda de un chivo expiatorio para tratar de responsabilizar a un género musical de convertirse en el factor detonante de cierta representación sobre la violencia”, afirma.
El también profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales advierte que a los corridos tumbados o bélicos no puede atribuírsele la situación de inseguridad del país y acota que “en realidad, lo que sí hace este género musical es aprovechar el contexto de violencia para convertirlo en una mercancía”.
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El experto en juventud, control social y violencia señala que el hecho de que las y los jóvenes se sientan atraídos por esta música implica cuestiones de fondo, de carácter social, institucional y estructural. Y subraya que más allá de prohibir las canciones, el Estado debería preocuparse porque los jóvenes se sientan representados por esta música.
“Hay algo que lleva a estos jóvenes a sentirse atraídos y no al revés, como cuando dicen que esta música es la generadora de las aspiraciones y representaciones. No me queda duda que es una expresión de la violencia, pero no es el factor que la produce”, asegura.
Con respecto a las medidas de censura, el analista anticipa que habrá más confrontación y evoca el episodio violento con Luis R. Conríquez en la Feria del Caballo, donde los espectadores respondieron a la suspensión de los corridos bélicos con sillazos y golpes. Ascencio sugiere que estas expresiones culturales podrían migrar a la clandestinidad, y sentencia que su público los seguirá hasta cualquier espacio.
“Ya hemos visto algunas expresiones de rechazo. La gente está confrontado a los grupos. Ha destruido escenarios e instrumentos y esto puede seguir ocurriendo cada vez más. La otra es que se abandonen estos espacios y estos grupos caminen hacia clandestinidad, pero de una u otra forma tendrá un público que los aclama”, apunta.
Ascencio precisa que eventualmente se tendrá que revertir la medida de censura, porque es evidente que la música no es la causa de la violencia sino “una más de sus expresiones”.
Apología de la violencia y productos culturales
La apología de la violencia se define como “la defensa, justificación o exaltación pública de un acto delictivo o de sus autores”. En México, se afirma que los corridos promueven y enaltecen a las figuras del crimen; así que bajo el argumento de que influyen de manera negativa a los jóvenes se ha buscado silenciar esta expresión musical.
La prohibición de los narcocorridos presuntamente busca garantizar un entorno más seguro en los espacios públicos y enmarcarse dentro de las acciones de prevención; sin embargo, para los analistas no es el único producto de la industria cultural que podría incurrir en apología del delito, de modo que la medida es limitada y hasta hipócrita.
“Este género musical se inserta en todo un orden social en el que –desde muchos lugares– se proyectan apologías de la violencia”, dice Ascencio Martínez, quien forma parte del Centro de Estudios Sociológicos de la UNAM. El profesor cuestiona si los otros miles de productos también serán prohibidos y anticipa que la apología puede venir de muchos lugares.
“Yo creo que esta música es apología de la violencia, como mucha música lo es también. Por ejemplo, la música romántica que a veces aplaude la violencia en la relaciones afectivas o la música salsa que puede hablar hasta de feminicidios. Me parece que la apología de la violencia es resultado de todo este orden cultural. Y no coincido en que el único lugar desde el que se proyectan estos mensajes sean los corridos”, sentencia.
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El sociólogo considera que esta apología de la violencia se suma a las muchas otras que existen en la industria y en las instituciones tanto educativas, como de salud o políticas, e invita a reflexionar el origen de esta atracción por esta clase de productos culturales.
Además, Ascencio asevera que no puede prohibirse todo, ni las series ni las canciones ni los videos musicales ni la ropa, y refiere que como sociedad debemos centrar los esfuerzos en exponer las consecuencias del narcotráfico, a diferencia de los corridos tumbados, los corridos bélicos o los narcocorridos que centran su atención en el placer fugaz y expedito de esta vida criminal.
La doctora Preciado Núñez además advierte que la lírica de los corridos tumbados retrata escenas del mundo del cine, con exponentes como Tarantino y Scorsese, y expone que actualmente no se problematiza sobre “prohibir a estas figuras que también aparecen en las letras de estos compositores”.
Pero entonces, ¿a quién le corresponde defender a los corridos tumbados?
Para la doctora en humanidades “nadie tiene que defender nada”, básicamente porque “el hablar de defensa es asumir que alguien necesita proteger un género musical”.
La analista de la UdeG más bien aboga porque “cualquier fenómeno cultural” pueda expresarse por el simple hecho de que refleja la realidad, en un contexto determinado.
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