¿Tienes 30 años, pero ya estás pensando en tu vejez? Así apuesta la juventud a los fondos de ahorro para el retiro
La situación económica, la informalidad bajo la que trabaja la gran mayoría y la falta de pensiones orillan a los jóvenes a pensar con más frecuencia en su vejez y el ahorro para el retiro.
La situación económica, la informalidad bajo la que trabaja la gran mayoría y la falta de pensiones orillan a los jóvenes a pensar con más frecuencia en su vejez y el ahorro para el retiro.
Un día eres joven y al otro ya estás pensando en tu ahorro de retiro para la vejez. Esto le pasó a Migue Torres después de cumplir 32. Si le preguntas, te va a decir que fue la “famosa crisis de los 30”. Llegó sin esperarla, tocó a su puerta e invadió todo con incertidumbre.
Aunque nunca le había pasado por la cabeza, Migue se preguntó qué pasaría cuando ya no pudiera trabajar e imaginó escenarios a mediano y largo plazo donde nadie pudiera cuidarle. Lo curioso es que esa misma duda empezó a acechar a sus amistades y se volvió tema de la sobremesa, hasta que se decidió contratar un fondo de retiro anticipado.
Algo similar le ocurrió a Laura Cordero cuando tenía 30. En una revista, leyó una frase que la estremeció “me di cuenta de que no voy a ser pobre en el futuro, sino que lo soy desde ahora” y sin quererlo se vio reflejada en ella.
Laura ya vivía sola y su compañía era su gata, no tenía deudas, pero tampoco propiedades y así concluyó que llegar a la tercera edad con una mascota no le iba a servir de mucho.
Gerardo García, por su parte, conoció las Afores (Administradoras de Fondos del Retiro) cuando tenía 25 años y a esa edad empezó a realizar aportaciones voluntarias.
Desde que empezó su vida laboral, tiene la creencia de que el ahorro no debe emplearse solo en catástrofes y gracias esa convicción le apostó a su vejez, con apenas medio siglo de vida.
En México, el 66% de las personas jóvenes, de entre 18 y 40 años, está poco o nada preparada para la tercera edad y seis de cada 10 cree que un familiar se hará cargo de ellos cuando no tengan la capacidad de sostenerse económicamente, según reveló la última encuesta de la Asociación Mexicana de Afores (AMAFORES).
Sin embargo, también hay un 8% que dijo estar muy preparado para enfrentar financieramente la vejez.
Laura, Migue y Gerardo son parte de ese grupo, pero ¿qué los motivó a ahorrar?, ¿qué beneficios económicos hallaron en el fondo de retiro? y ¿qué balance hicieron para convencerse e invertir parte de sus salarios en una bolsa que solo podrán cobrar hasta dentro de 35 años? Te contamos sus historias.
Las pensiones que no fueron…
Cualquier persona que no alcanzó a cotizar bajo la Ley de 1973 del IMSS, actualmente ya no tiene derecho a una pensión del Estado, es decir, que no podrá jubilarse a los 65 años y recibir mensualmente una cantidad que equivalga al 100% de su último salario.
El expresidente Ernesto Zedillo acabó con esta posibilidad en 1997 al crear la Ley del Sistema del Ahorro para el Retiro. Para justificar su decisión, Zedillo declaró a la opinión pública que se pretendía dar alivio al Seguro Social, pero sobretodo contener una “bomba de tiempo” que acechaba a las finanzas públicas.
La madre de Migue es una de las personas de la tercera edad que trabajó toda su vida en el sector formal y que tras 30 años de esfuerzo alcanzó una pensión gubernamental. Migue creció contemplando su ejemplo y la calidad de vida que consiguió. Esa experiencia fue determinante para que tomara la decisión de ahorrar.
“Mi mamá, afortunadamente, es una de las personas que tuvo pensión con la antigua ley y yo veo ahorita la calidad de vida que tiene después de trabajar más de 3 décadas ininterrumpidas. Se dedica a sus pasatiempos, a salir con sus amigas, a viajar, prácticamente quiere disfrutar la vida. Y ese horizonte me parece no solo muy atractivo, sino muy válido”, explica.
Migue se dedica a la comunicación sobre derechos humanos y afirma que una vejez digna es algo que merece cualquier persona, aunque el sistema capitalista complique el escenario cada vez más.
A Gerardo la situación familiar también lo convenció de pensar en el retiro, pero el caso de sus padres fue diametralmente distinto al de la mamá de Migue, porque ninguno tiene derecho a una pensión y tanto él como su hermana tendrían que asumir los cuidados o la manutención en caso de que algo les impidiera trabajar.
La economista Irasema Andrés Dagnini acota que más del 50% de la población económicamente activa trabaja en el mercado informal, lo que les impide el acceso a prestaciones de salud y vejez, como las Afores, en las que el patrón y el Estado también hacen aportaciones.
La clase trabajadora afiliada al seguro social tiene garantizado su aguinaldo, su atención médica en el sistema público y su Afore, pero el resto queda a la deriva. Esto, también ha obligado a un grupo de jóvenes a frenar sus aspiraciones de ahorro y hacerse responsables de los adultos mayores de su hogar.
No quiero hijos, pero ¿quién me va a cuidar?
Laura es feliz, soltera y sin hijos. Hace unos años, llegó a la conclusión de que no quería ser madre y en consecuencia empezó a pensar en el capital que requeriría para la vejez, de modo que no pasara carencias o dependiera del dinero de otros.
La joven se imaginó pagando su propio asilo y disfrutando de la tercera edad alrededor del mundo. Su idea no es tan descabellada. El plan de ahorro para el retiro que contrató es a 35 años, pero cuando accedió a invertir aprovechó una promoción que le sumaba 100 mil pesos solo por ser clienta nueva.
“Yo no deseo ser mamá, entonces si me pregunté sobre cómo se impactaba mi futuro. Porque claro que yo cuido a mis papás actualmente, pero ¿después a mí quién me iba a cuidar? Concluí que con los ahorros me puedo pagar un asilo, que me cuiden y no pasa nada. Alguna vez conocí a un grupo de viejitos que vivían en un asilo y eran totalmente independientes. Los conocí en una excursión y dije ‘yo quiero ser de esas’. No quiero depender de nadie ni andar pidiendo dádivas”, zanja.
Migue, como persona trans y miembro de las disidencias sexogenéricas, también resolvió que no quería procrear y halló en el fondo de retiro la respuesta a las frecuentes preguntas sobre el porvernir.
“Justamente no tengo hermanos o hermanas o todo un sistema familiar que me apoye. Además, siendo una persona trans tampoco está en mi plan tener hijes. Entonces, esas preguntas a mí me rebotaban mucho, ¿qué va a pasar cuando tenga 80 años y tenga alguna dolencia o alguna condición médica? ¿De quién me voy a sostener y qué recursos voy a tener para hacerlo? Esa fue una preocupación muy importante y la que me orilló a recurrir a estas estrategias”, acota.
Anteriormente, en las familias numerosas se acostumbraba que la hija menor se hiciera cargo del cuidado de los padres, pero hoy en día ese modelo de familia prácticamente ha desaparecido. Y la decisión sobre traer personas a este mundo también pesa al establecer metas de ahorro e inversión.
Se tiene la premisa equivocada de que las y los mexicanos no saben ahorrar, pero la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera 2023 demuestra lo contrario, ya el 52% de la población adulta tiene algún tipo de ahorro, siendo los hombres los más previsores.
No obstante, se precisa que la mayoría apenas tiene acumulado lo equivalente a una quincena y solo el 10% de las personas resguarda una cifra mayor a tres meses de salario. Así que si bien, el ahorro es una práctica común, el dinero se utiliza para cubrir demandas en el corto plazo y no se recauda para escenarios futuros.
“Uno debe ponerle etiquetas al ahorro. Los mexicanos ahorran para cubrir algunas necesidades o deudas, pero ¿qué pasa con los ahorros de largo plazo?, ¿dónde están las etiquetas para la aportación voluntaria para la Afore? y en especial ¿cómo voy a poner etiquetas si no sé ni siquiera qué es un Afore?”, advierte la asesora financiera Irasema Andrés.
¿Cómo escoger entre Afore y Fondo de Ahorro?
Gerardo García, quien trabaja como programador, optó por hacer aportaciones a su Afore, porque le pareció atractivo que dos entidades más donaran una pequeña parte proporcional a su ahorro. Este 2024, cumplió siete años depositando en su cuenta y se dice confiado de la estabilidad de este instrumento financiero.
“Cuando empecé a ver lo del Afore, empiezas a ver que hay una aportación del patrón, una del estado en la modalidad de vivienda y todo se va a un fondo de inversión o varios fondos, dependiendo principalmente de tu edad. Si eres más joven, entonces, puedes tener una aportación constante mínima y obviamente como estás un fondo de inversión lo que tienes es un rendimiento semestral, mensual, anual y acumulado”, señala.
Laura, por su parte, prefirió el interés compuesto de su modalidad y escogió un fondo de ahorro para el retiro porque desconfiaba de su propia capacidad para depositar constantemente a una cuenta.
Finalmente, Migue se vio atraído por el hecho de que su plan en una empresa privada le garantizaba el reparto mensual de la suma acumulada, tal y como ocurre con las pensiones hoy en día, y le permitía hacer retiros en caso de emergencia a los tres años.
Originalmente, Migue no sabía ni qué era una Afore, pero un poco de educación financiera lo ayudó a tomar decisiones informadas.
Irasema Andrés, economista y asesora financiera, subraya que el ahorro “no es un tema de estratos económicos, sino de hábitos”, que sin embargo, no ha logrado cautivar a los adultos jóvenes, entre otras cosas porque la tercera edad podría sonar muy lejana.
“Los jóvenes ven muy lejano el futuro. Y otro factor es que existe poco conocimiento de los productos financieros. No tienen en el radar el descubrir las características de la Afore o de la construcción de capital a largo plazo, pero nunca es demasiado tarde para empezar a ahorrar”, valora la especialista.
Migue, Laura y Gerardo coinciden en la necesidad de prepararse para lo que está por venir, informarse y decidir con sabiduría, especialmente cuando el sistema tiene la costumbre de explotar la ganancia del presente y “desechar todo lo que ya no es económicamente útil”.