Obama no cumplió con África. ¿Puede Joe Biden mostrar que las vidas negras importan en todas partes?
Un voceador en Kiambu, Kenia, ofrece periódicos con la noticia de la victoria de Joe Biden Foto: Daniel Irungu/EPA

Vava Tampa*

¿Qué tan diferente será la política africana de la administración Biden-Harris de la de Donald Trump, o incluso de la de Barack Obama? Muchos africanos, y los hombres fuertes del continente, se preguntan con cautela: ¿Biden será Obama 2.0 o un Trump light?

Por el bien de las vidas negras que importan en todas partes en estos tiempos turbulentos, espero que Biden marque un nuevo rumbo audaz, diametralmente alejado no solo de Trump sino también de la política africana de Obama.

Yo le doy la bienvenida a la presidencia de Biden con un profundo suspiro de alivio. Sin embargo, todavía me preocupa su estrategia para África. Las relaciones entre el presidente electo Biden y el pueblo africano comenzarán con tensiones y temores, comprensiblemente.

Durante los últimos 60 años, los presidentes demócratas y republicanos de EU se han acercado a África principalmente para acceder y controlar nuestras industrias extractivas y, en ciertos puntos, para operaciones antiterroristas. Este enfoque, bajo la influencia de la guerra fría, se tradujo en el apoyo de EU a los hombres fuertes de África, dejando a la gente vulnerable luchando por sobrevivir a su crueldad, mientras China vitoreaba desde las bandas del terreno de juego.

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Los más prominente de estos hombres fuertes, son, entre otros, Teodoro Obiang Nguema de Guinea Ecuatorial, en el poder desde 1979; Yoweri Museveni de Uganda, jefe de estado desde 1986; Ismail Omar Guelleh, de Djibouti, en el cargo desde 1999; Paul Kagame de Ruanda, quien manda desde 1994; e Isaias Afwerki de Eritrea, en el poder desde 1993. El costo humano del apoyo de EU a estos hombres ha perturbado incluso a los observadores más cínicos.

Según mis cálculos, los hombres fuertes de África han sido responsables de más de 22 millones de muertes en el continente desde la independencia en 1960. Eso es casi el doble de personas que, según los historiadores, fueron transportadas a la fuerza desde África durante la trata transatlántica de esclavos. Sin embargo, parece que a ningún presidente de Estados Unidos le ha preocupado  esto.

El campo de exterminio más sangriento ha sido la República Democrática del Congo, donde los brutales dictadores, respaldados por EU, mataron a más de 5.4 millones de congoleños por el acceso y el control de los minerales entre 1998 y 2008, y provocaron brotes de enfermedades, hambruna y el uso de la violación como un arma de guerra.

Con Trump fuera de escena, nuestro mayor temor es una repetición de la doctrina africana de Obama, y ​​para muchas personas negras esta es la mayor preocupación sobre la administración Biden-Harris.

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Como todos sabemos, el expresidente Obama prometió a África una cosa en Ghana en 2009: apoyar instituciones fuertes en lugar de hombres fuertes. Esa simple promesa, repetida, de una forma u otra, se sintió muy personal para muchos de nosotros que luchamos por la paz y el cambio.

Pero Obama no cumplió casi nada significativo… y  no por un veto ruso o chino en el Consejo de Seguridad de la ONU, sino porque en los primeros años de su presidencia algunos miembros de su equipo buscaron proteger a personas como Joseph Kabila, expresidente de la República Democrática del Congo, cuyas fuerzas de seguridad fueron vinculados a asesinatos y torturas, y Paul Kagame, cuyo fuerte control sobre la presidencia de Ruanda le ha valido la etiqueta de “dictador benevolente”.

¿El resultado? Trágico. Durante la presidencia de Obama, 11 hombres fuertes africanos se aferraron al poder, matando a miles de sus ciudadanos y desplazando a millones más. Sin embargo, casi ninguno de ellos enfrentó graves consecuencias de ojo por ojo por parte de EU, y este ha sido un desastre colosal para las fuerzas democráticas en todo el continente.

Trump también se hizo la vista gorda ante las atrocidades en África. Durante su presidencia, las tropas del presidente Biya en Camerún han matado a 4,000 civiles. En Costa de Marfil, Allassane Ouattara “ganó” un tercer mandato anticonstitucional, con 94% de los votos. Muchos civiles murieron en la violencia vinculada a las elecciones. Es muy posible que la lista continúe.

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Por el bien de las vidas de los negros que importan en todas partes, ¿pondrá fin la administración Biden-Harris al añejo apoyo, miope y destructivo, de Estados Unidos a los hombres fuertes de África? ¿Cómo puede responder el presidente Biden a #EndSars, un movimiento contra la brutalidad policial en Nigeria, o #CongoIsBleeding, una campaña contra la explotación en las minas de la República Democrática del Congo? ¿Qué hará para reducir las crecientes tensiones dentro de Etiopía o en Eritrea?

Muchos de nosotros también nos preguntamos si Biden reenfocará o no la política de Estados Unidos y presionará por la paz en Somalia, Libia, Camerún o Mozambique. ¿Apoyará la creación de un tribunal penal internacional para el Congo para poner fin a los continuos asesinatos y el uso de la violación como arma de guerra y, al mismo tiempo, impulsar el desarrollo en los grandes lagos de África, una región que parece lamentablemente propensa a los hombres fuertes y las matanzas en masa?

Las respuestas a estas preguntas no son claras. Pero tengo esperanzas sobre Biden. Su carrera y algunas de sus declaraciones públicas (piense en su declaración de 1986 contra el apartheid en Sudáfrica o su compromiso con la vida de los negros durante la campaña) revelan instintos, incluso un compromiso moral, de apoyar a África y a los negros.

Traducido por Graciela González

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