El virus de la desigualdad
Un futuro igualitario
El virus de la desigualdad
Foto: Angélica Escobar.

Hoy más que nunca, la desigualdad y la injusticia quedan al descubierto en México y en el mundo. Los modelos económicos, sociales y político, que han sido la norma durante décadas, se revelan insostenibles e incapaces de garantizar el bienestar de la mayoría de las personas y, por ende, inadecuados para propulsar a nuestras sociedades hacia un futuro más igualitario y sostenible en el siglo XXI.

Estos sistemas han privilegiado la acumulación irracional y la destrucción del medio ambiente sobre el bienestar humano y la sustentabilidad.  El COVID-19, entre otras cosas, nos ha forzado a observar minuciosamente las estructuras que conforman a nuestras sociedades: lo que observamos es un mundo, México incluido, construido para privilegiar a pocas personas.

La pandemia ha evidenciado la desigualdad en nuestra propia estructura familiar. Con el confinamiento, se ha visibilizado el trabajo doméstico y de cuidados implicado en la reproducción de la vida cotidiana, y particularmente la sobrecarga de estas tareas: los roles asignados históricamente a las mujeres (en su gran mayoría), la doble o triple jornada laboral que desde el feminismo se ha denunciado y que, ahora, merece un replanteamiento sistémico que provenga del Estado.

Es tan insostenible la carga de trabajo asignada a las mujeres en el hogar, como lo es la exigencia de productividad y solvencia a la población con empleos informales y precarios. Peor aún: la pandemia ha provocado la pérdida de empleos e ingreso.  Se estima que 112 millones de mujeres en el mundo podrían estar en esa situación.

La pandemia afectó a toda la humanidad, pero no por igual. Mientras millones de personas caerán en la pobreza, un puñado de personas millonarias aumentó aún más su riqueza. Para corregir esta desigualdad, habría que establecer un impuesto de emergencia que podría cubrir, por ejemplo, las necesidades de salud de la población.

Durante la pandemia, más de 20 millones de personas en México viven con  carencias de acceso a servicios de salud, mientras que la riqueza acumulada de las doce personas mexicanas más ricas del país aumentó tanto que podría cubrir dos veces el gasto en salud programado del IMSS en 2021 y, además, costearía las dosis suficientes para vacunar a toda la población. Hacia adelante, nuestra propuesta es que se construya un sistema de salud universal que resuelva, de tajo, las desigualdades que se han heredado por generaciones.

El informe “El virus de la desigualdad” que publica este año Oxfam a nivel global en el contexto de la sesión del Foro Económico Mundial 2021 incluye los resultados de una encuesta a 295 economistas de 79 países. Casi 9 de cada 10 considera que la desigualdad de ingresos va a aumentar como consecuencia de la pandemia.

Se estima que llegaremos a los niveles más altos de desigualdad desde hace un siglo, y con ello de pobreza y precariedad que afectarán predominantemente a mujeres y a comunidades y personas indígenas (éstas últimas particularmente vulnerables a morir por el virus por las barreras de acceso a los servicios de salud), las víctimas usuales de un sistema que está construido sobre la base de mantener los privilegios de unas cuantas personas y privar a las demás de sus derechos.

La actual pandemia no es la causa detrás de esta desigualdad, sino su consecuencia y amplificadora. La emergencia de salud, económica y humanitaria evidencia la necesidad de actuar pronto y de escuchar a quienes, durante décadas, han abogado por el cambio estructural que nos permitirá construir un mejor futuro.  

Alexandra Haas es directora ejecutiva de Oxfam México.

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