La propaganda de Morena sigue funcionando
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

La propaganda de Morena sigue funcionando
Foto: Morena.si

A lo largo de poco más de dos años, hemos visto cómo casi todos los supuestos en materia de comunicación política, que creíamos casi escritos en piedra, volaron por los aires. Por ejemplo, la creencia que un discurso debe ser ordenado y coherente, o que se deben seguir protocolos estrictos para manejar momentos de crisis.

Al contrario, tenemos un presidente que dio un discurso exitoso en Estados Unidos, ante Donald Trump, mientras los expertos en la materia agitaban los brazos en descontento y asombro. De la misma forma, aunque cualquier gobierno hubiera enfrentado una severa crisis tras un suceso como la fallida captura de Ovidio Guzmán, López Obrador sigue gozando de un amplio margen de apoyo, aunque no hubo estrategia de comunicación alguna.

¿Por qué esto? Los criterios con los que se formaron generaciones de comunicadores fueron pensados para situaciones de normalidad democrática, donde hay confianza en las instituciones por encima de los actores, se respetan las reglas del juego y, sobre todo, se reconoce la pluralidad de voces igualmente acreditadas.

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En cambio, nuestro presidente controla las emociones desde un discurso moral, sea para apoyarlo o reaccionar contra él. Así, logra que toda discusión pública gire en torno a su persona en lugar de los problemas de la agenda pública. La víscera ha superado a la teoría sobre comunicación política o manejo de crisis.

Morena tiene un reto para su campaña: transmitir fielmente la retórica del presidente, sabiendo que él no estará en las boletas. La semana anterior se analizó el spot donde se refiere a la oposición como el TUMOR de México, repitiendo todos los elementos del discurso de López Obrador. En esta ocasión, se verán otros tres videos, donde se explora a mayor detalle el éxito comunicativo que han tenido, nos gusten o no.

El primero, un spot lanzado por Arturo Durazo durante su pre campaña para la gubernatura de Sonora, repite la narrativa nacional: tres partidos que representaban la corrupción, impunidad, pobreza y abandono, fingían se contrincantes y se unieron hoy en una perversa alianza: son el TUMOR de ese estado.

Si fuera una competencia normal, repetir este mensaje sería contraproducente y dañaría al emisor, pues un mensaje negativo tiene una vigencia limitada antes de cansar al público. A reserva que se verá su eficacia a lo largo de las próximas semanas y meses, todo pareciera indicar que, mientras la retórica de López Obrador sea predominante, estos mensajes refuerzan estereotipos: estaríamos hablando quizás de un nuevo discurso de legitimidad para su régimen. Todavía más si la oposición reacciona con virulencia, en lugar de representar una alternativa creíble.

Si se hubiera dicho durante el sexenio anterior lo que transmite el segundo spot, se habría desencadenado un escándalo mayúsculo: un partido donando la mitad de su presupuesto para comprar vacunas, mientras presume como logro el esfuerzo del gobierno. ¿Por qué aplauden quienes antes condenaban? Además del discurso moral, hay un cuidado en la selección de frases, que van dirigidas a las emociones de sus votantes: se repartirá en cada rincón, parejo, sin distinción social, influyentismo o corrupción. Hay algo más: se hace referencia a conceptos tomados del debate igualitario: la salud es un derecho, no un privilegio.

Si el fideicomiso que creó Morena en 2017 para atender víctimas del terremoto no generó escándalo, gracias al apaciguamiento por el que optaron las autoridades, la fuerza del discurso moral y las emociones que genera este mensaje está diluyendo el problema de fondo: el uso proselitista de la atención a una crisis de salud.

El tercer spot presenta todos los cánones de una teoría de la conspiración, con un giro adicional. En primer lugar, se habla una persona perversa por naturaleza, quien suele operar desde la oscuridad desde 2006: Claudio X. González. Pero la diferencia entre él y, digamos, los Illuminati, los sabios de Sion o los reptilianos, es que se ve obligado a salir y mostrar su rostro ante el apabullante éxito y carisma del presidente. Segundo, un estado ideal que se ve amenazado: la cuarta transformación. Finalmente, la formación de gran coalición entre personas indeseables, que fingían ser enemigos mientras se repartían el poder, frente a la cual tendrá lugar una conflagración final en 2021. Todo lo anterior con el repertorio de calificativos habituales, como “conservador”, “perverso”, “tóxico” o “PRIAN”.

Dejemos a un lado que no puede haber una persona tan perversa y tan poderosa como la que se describe, o la forma que se confunde a Claudio X. González Laporte con su hijo de manera premeditada: se ofrece una vez más una narración congruente y emocionante para los simpatizantes, donde toda reacción de los atacados reafirma los prejuicios y estereotipos que se busca afianzar. Al final del spot, todo lo negativo se diluye en los últimos momentos, al hablarse sobre las virtudes de Morena, dando una sensación de ritmo y esperanza.

¿Qué han hecho los partidos de oposición ante esta avalancha de emociones? Veremos la próxima semana la propaganda del PRI.

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