Groucho Marx is in da ‘Clubhouse’
Ángel Guardián
Groucho Marx is in da ‘Clubhouse’
Foto: AFP

Hace unas semanas, sin andarlo buscando, que conste.. recibí una invitación de alguien que no conozco para ser parte de la comunidad de Clubhouse.

Aunque no generó, por lo menos en mí, la misma expectativa y anhelo que en su momento me provocó tener una cuenta de Gmail (allá, en el lejano abril de 2004, a unos días de que Google confirmara que no era una broma tipo día de los inocentes…), sí he seguido con atención el interés que va generando esta especie de red social.

Por lo pronto, acepté la invitación que me giró algún buen samaritano y luego entendí más o menos por qué me la mandó. Y es que días antes a ser parte de la comunidad Clubhouse, veía ruegos, súplicas, exhortos y hasta ofertas de dinero de gente en redes sociales pidiendo que alguien les enviara un invite.

Al sumarme, lo primero que hice fue buscar conocidos. Salvo el infaltable en estas lides como buen precursor y especie de Virgilio por su capacidad de guiar, sólo encontré al buen Maca (Mauricio Cabrera, famoso por su boletín The Muffin).

También lee: Cuando Starlink dice: ‘Desde acá puedo ver tu casa’

Y ya. No soy dado de cualquier forma a ser tan popular en redes sociales, mucho menos en una tan incipiente. Así que lo siguiente fue recibir invitaciones de Clubhouse para repartirlas entre contactos, lo cual hice y, a cuentagotas, algunos de ellos han ido aceptando.
Y así va funcionando el ’networking’ dentro de esta plataforma.

Ahora, ¿qué diablos es? Confieso que todavía estoy tratando de averiguar, pero sí advierto que tiene un enorme potencial para convertirse en una plataforma relevante, de gran valor agregado para nuevas formas de comunicarse y llevar ciertos mensajes.

Como lo veo, Clubhouse es algo así como un radio con estaciones abiertas para unirte a llamadas telefónicas que funcionan como una amplificación auditiva de una red social… Es decir, una especie de audio-chat. 

¿Y qué hay ahí? Una vez fijando tus preferencias y dando ’seguir’ a conocidos, amigos o quien te llame la atención, puedes escuchar conversaciones, debates, entrevistas de las personas que llamaron tu atención y sobre temas muy distintos.

Un colega me dijo: “es como si escucharas un podcast, solo que con cierto nivel de exclusividad a la hora de entrar”. Esto es porque la app la puedes descargar, pero la cuenta, por ahora, la generas si alguien, como a mi, te envió una invitación. Es decir, un miembro elige, en base a sus contactos, a quién mandar las invitaciones que la propia plataforma le va asignando.

Yo he mandado ya unas 15 o 20, de las cuales apenas han sido aceptadas unas 5. Conforme se van aceptando, el sistema me ‘concede’ otras para enviar. Y así se va generando el efecto ’networking’, muy como de club privado.

Si bien espero no aplicar la de Groucho Marx de decir que no quisiera ser parte de un club privado que acepta a alguien como yo, la verdad es que me he visto lento a la hora de ser un buen clubhouser, o como se diga.

Y, si bien he escuchado algunas pláticas… me ahorro decir de qué y de quién… lamento no haberlas grabado, pues Clubhouse tiene la particularidad (como en su momento Snapchat) de que las conversaciones desaparecen apenas termina una sesión en determinada sala.
¿Será moda o será algo serio? Puede ser lo segundo. Por lo pronto, varios pesos pesados de los negocios globales, como Elon Musk (tercera vez esta semana que lo menciono… ni modo), están presentes y participan en Clubhouse. 

Por lo pronto, hay unos 2 millones de usuarios y sigue creciendo. Además, sus dueños dicen que su ‘exclusividad’ durará poco tiempo ya que planean abrir el acceso universal en algún momento de este año.

En momentos en que muchos se quejan de infodemia, o de sobre carga de contenidos, quizá sea una buena idea tener una ventana a la cual asomarse y parar oreja de vez en cuando. Quién quita y a lo mejor podemos aprender algo.

Síguenos en

Google News
Flipboard