No queremos una generación perdida
Lazos

Periodista egresada de la FES Acatlán, UNAM. Siempre aprendiz. Reportera, mamá de Natalia y columnista de Lazos, una publicación semanal que aborda temas sobre liderazgo femenino, maternidad feminista y crianza responsable. Twitter: @betty_corree

No queremos una generación perdida
Foto: Andrea Piacquadio/Pexels

Fátima Masse es mamá de tres y la directora de sociedad incluyente del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Platicamos un día por la mañana en la que su premura y la mía encontraron un momento ‘tranquilo’ para platicar. Y entrecomillo porque no era tanto, al fondo, del otro lado de la bocina, se escuchaba unas voces infantiles mientras ella me explicaba cómo los estragos de la pandemia impactarían en la calidad de vida de las personas.

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En este tema tan complejo también coincidimos en una preocupación: la educación, no solo de nuestros hijos, sino de toda la generación de estudiantes que se enfrentan a un modelo educativo remoto que carece de calidad, eficiencia y desigualdad que apunta a superar los 12 meses.

– ¿Qué hacer para no tener una generación perdida por covid?, le pregunté.

Si se crean buenos programas de compensación educativa y si se definen bien las prioridades esta podría ser una generación muy fuerte porque los cambios que han vivido, los cuales los han hecho resilientes, un tipo de capacidad que se busca generar en los niños. El problema es cómo regresarán a las escuelas y en qué condiciones, me dijo Fátima.

De acuerdo con información publicada por la UNESCO señala que un año después del inicio de la pandemia más de 800 millones de estudiantes alrededor del mundo (más de la mitad de la población mundial estudiantil) aún enfrentan interrupciones en su educación. Con el riesgo de que 24 millones de niños en edad escolar abandonen su educación debido al Covid-19, lo cual anularía los avances en materia de matriculación escolar de las últimas décadas.

América Latina es una de las regiones más afectadas por los cierres, con una media de siete meses (29 semanas) por arriba de la media mundial de cinco meses y medio (22 semanas). Siendo México uno de los más de 20 países que mantiene el cierre total y en el que solo se sabe, por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), que el regreso será en un modelo mixto (presencial y virtual), paulatino y en semáforo verde.

Para 2021 México destinará el 3.3% del PIB en educación, menor que el de 2020 (3.5%) y que “carece de recursos extras en el marco de la estrategia de Educación a Distancia ante la contingencia sanitaria por la Covid19, que mantiene a las y los alumnos fuera de las aulas desde el pasado 23 de marzo”, según el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP). 

Mientras que Fátima explica que el presupuesto, que está por los suelos, deja ver las interrogantes ante una apertura de escuelas sobre cómo las equiparán para un regreso seguro (jabón, gel, caretas), “es molesto ver que la SEP no tiene un plan pensando en los niños y en lo que deben aprender, estar seguros y que sea rápido”.

Además, de acuerdo con UNESCO dentro de los múltiples riesgos de mantener a los niños con un aprendizaje lejano están: aislamiento social un factor importante para el aprendizaje y desarrollo de los estudiantes, mayor exposición a la violencia y a la explotación infantil, brechas en los cuidados de los niños y una alta exposición a riesgos, con padres sin capacitación para la educación a distancia y el hogar, entre otras.

¿De verdad estamos pensando en los niños, en su educación y en el futuro? ¿Hasta cuándo los veremos volver a las escuelas? ¿Estamos haciendo algo para que no sea la generación perdida por la pandemia? La respuesta parece ser clara…

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