Comunicaciones cuánticas ya están cambiando tu internet

Lunes 18 de agosto de 2025

Ingrid Motta
Ingrid Motta

Doctora en Comunicación y Pensamiento Estratégico. Dirige su empresa BrainGame Central. Consultoría en comunicación y mercadotecnia digital, especializada en tecnología y telecomunicaciones. Miembro del International Women’s Forum.

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Comunicaciones cuánticas ya están cambiando tu internet

Las redes que nos conectan están dejando atrás la infraestructura rígida de telecomunicaciones, es decir, tu conexión de internet y tus pagos pueden ser más baratos.

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El cambio en las telecomunicaciones se traduce en seguridad, no solo en la red .

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Foto: flickr (TU Lankide)

Lo que hace apenas unos años parecía tecnología futurista ya está ocurriendo. Las redes que nos conectan están dejando atrás la infraestructura rígida de telecomunicaciones y migrando a una arquitectura de software, que se actualiza como si fuera una app. Traducido a la vida diaria: tu conexión de internet, tus pagos y hasta los servicios públicos pueden ser más baratos, más estables y privados.

Durante décadas, las telecomunicaciones se construyeron sobre fierros: equipos cerrados que solo el fabricante puede modificar, cables y antenas fijas que requerían inversiones millonarias y años de despliegue. Hoy, esa inteligencia se está moviendo a la nube. En lugar de esperar meses para activar una nueva capacidad, se actualiza como quien instala una aplicación. Detrás de esa agilidad hay algoritmos de inteligencia artificial que analizan el tráfico, predicen fallas y redistribuyen recursos en tiempo real, evitando interrupciones antes de que ocurran.

Este cambio es sumamente transformador para las telecomunicaciones, ya que se traduce en bajar costos fijos y permitir a los operadores ofrecer tarifas más competitivas y mejores paquetes, siempre que exista verdadera competencia. Y cuando esta tecnología se combina con un mercado abierto, el impacto se siente también en la calidad del servicio.

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Pero el beneficio no es solo de precio. Las redes definidas por software tienen la capacidad de “curarse” solas: detectar una falla en segundos y corregirla sin intervención humana. Eso significa que podrás terminar videollamadas sin que la pantalla se congele, pagar en la caja del súper sin que el sistema se caiga y ver tu serie sin que se interrumpa.

Al virtualizar las funciones de red, ya no hay que esperar que instalen una torre gigante; se puede tener conectividad de calidad en semanas. Esto cambia la realidad que se vive en hospitales o en comunidades rurales, por ejemplo, porque habrá más oportunidades de empleo, telemedicina y educación en línea que pueda seguir clases en vivo sin cortes.

La otra parte de esta historia es la seguridad, porque no basta con que la red sea rápida y estable; también tiene que ser segura. La distribución cuántica de llaves (QKD, por sus siglas en inglés) es una forma de enviar contraseñas digitales usando principios de la física cuántica: si alguien intenta interceptarlas, la propia naturaleza de las partículas las altera y avisa de inmediato que hubo un intento de espionaje. Así, la clave se descarta y se genera una nueva. Para un banco, un centro de datos o una bolsa de valores, esto significa blindar sus circuitos más sensibles contra espionaje, fraude o sabotaje, incluso frente a las computadoras cuánticas del futuro.

En México, los primeros lugares donde veremos estos cambios no serán necesariamente en la sala de tu casa, sino en parques industriales de Nuevo León, Baja California y el Bajío. Ahí, las redes privadas 5G permitirán robots, visión artificial y trazabilidad en tiempo real. Aquí la inteligencia artificial no solo procesa imágenes o datos de sensores: optimiza rutas logísticas, anticipa paros de producción y ajusta la operación sin intervención humana, con impacto directo en la productividad y en empleos mejor pagados. En hospitales de ciudades medianas, la promesa es no volver a perder una imagen de radiología por una caída de red y mantener expedientes protegidos. En la banca y las fintech, hablamos de cifrado “a prueba de futuro” y de menos “sistema caído”.

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Pero como todo avance, este también tiene su letra chiquita. Migrar a la nube reduce costos y acelera el despliegue, pero también puede generar una dependencia excesiva de uno o dos proveedores globales, con todos los riesgos que eso implica si cambian las condiciones o el tipo de cambio. La capa cuántica blinda las llaves, pero no resuelve errores humanos ni fallas de configuración, que siguen siendo la puerta de entrada más común para un ciberataque. Y, si no se establecen límites claros en el uso de metadatos, la misma infraestructura que hoy promete privacidad podría ser usada para vigilancia masiva. La inteligencia artificial también juega un papel crítico aquí: sistemas avanzados pueden detectar patrones de ataque invisibles para un humano y responder en milisegundos, combinando fuerza cuántica con velocidad algorítmica.

El talento representa un reto importante. Las oportunidades para ingenieras e ingenieros mexicanos en redes en la nube, ciberseguridad y desarrollo de aplicaciones son enormes. Sin programas de capacitación masiva, el despliegue de estas tecnologías se frena y los costos se disparan, de modo que podemos tener la tecnología lista, pero sin la gente preparada para operarla, el reto se vuelve inalcanzable.

Como consumidores, podemos exigir que nuestro operador publique sus niveles de servicio y tiempos de reparación, y cambiar de proveedor si otro ofrece menos fallas y mejor velocidad donde vivimos. Las empresas, desde una PyME hasta un gigante industrial, pueden arrancar ya una prueba con 5G privado para transmitir video con inteligencia artificial o automatizar el control de calidad, siempre cuidando que los contratos permitan portabilidad de sus datos si cambian de proveedor.

El gobierno tiene la responsabilidad de usar su poder de compra para ampliar el nivel de competencia, asegurándose de que cada inversión en tecnología no ate al país a un solo fabricante o al operador preponderante. Eso significa diseñar licitaciones que favorezcan la interoperabilidad y abrir la puerta a más proveedores nacionales e internacionales capaces de competir en igualdad de condiciones. Romper la dependencia de un solo operador no es un detalle técnico: es una decisión política que define nuestra soberanía digital.

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Además, debe exigir auditorías de seguridad independientes, que garanticen que las redes públicas y críticas no dependan de un solo proveedor. También fomentar programas de certificación en redes en la nube y seguridad “poscuántica”, es decir, preparada para resistir incluso las computadoras de próxima generación, para que el talento mexicano no solo opere estas redes, sino que también sea capaz de desarrollarlas, detonando más competencia, talento local y menos monopolios disfrazados de modernización.

Para que todo funcione de manera ética, debemos levantar la voz. La innovación no solo debería decidirse en manos de empresas tecnológicas, o gobiernos, sino también moldearse en nuestras elecciones de consumo, en exigir mejores servicios, en migrar cuando la oferta es pobre, en preguntar por la velocidad real o la seguridad de nuestros datos. Actualizar nuestra tecnología es importante, pero actualizar nuestra manera de pensar como usuarios es urgente.

Cuando decidimos el proveedor que contratamos y el plan que pagamos, hacemos un voto silencioso sobre la red en la que viviremos y el futuro que construiremos. De esas decisiones dependerá si mañana padecemos cortes y servicios mediocres o disfrutamos de conexiones seguras y estables. La ruta de nuestro futuro tecnológico se construye cada día con cada clic, cada pago y cada contrato que firmamos.

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