Sembrar futuro: educación como semilla para la acción climática

Lunes 18 de agosto de 2025

Darren Coyle
Darren Coyle

Director regional del British Council para México y el Caribe. A lo largo de sus más de 20 años de trayectoria en la organización ha desempeñado diversos roles, tanto en la sede central en Londres como en el extranjero. Fue director de programas en Nigeria y director de la oficina en Colombia y Perú. Es deportista y dedica tiempo como entrenador de futbol para jóvenes en el ámbito comunitario.

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Sembrar futuro: educación como semilla para la acción climática

Los jóvenes son quienes afrontarán los efectos más desafiantes del cambio climático, responsables de tomar decisiones críticas.

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Las juventudes deben recibir una formación que incluya el desarrollo de “habilidades verdes” bajo un enfoque integral.

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Foto: UNAM

De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas, en el mundo hay 1,804 millones de personas entre 15 y 29 años, lo que representa casi una cuarta parte de la población global. En México, según cifras del INEGI en 2024, son más de 31 millones, cerca del 24 por ciento del total nacional. Por tanto, dado el tamaño de este grupo demográfico, los jóvenes son quienes afrontarán los efectos más desafiantes del cambio climático, responsables de tomar decisiones críticas.

La buena noticia es que sí tienen interés en hacerlo. El estudio Global Perceptions 2023, que realizamos en el British Council, muestra que la sustentabilidad ocupa el segundo lugar entre los valores más importantes para las juventudes a nivel global. Sin embargo, la encuesta The Global Youth Letter on Climate Action revela un área de oportunidad que definirá lo que podamos hacer —o no— para lograr un futuro más sostenible. Resulta que aunque la mayoría de las y los jóvenes cree que puede desempeñar un papel clave en el cuidado ambiental, pocos mencionaron haber participado en acciones de mitigación climática. Esto no indica falta de interés, sino falta de información y de espacios que les permitan actuar e involucrarse.

La voluntad está ahí, pero necesita una estrategia. Entre varias acciones posibles, propongo aquí un camino puntual: impulsar una educación que forme y fortalezca green skills o habilidades verdes en las juventudes.

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Educación como hoja de ruta

Educar ya no puede limitarse a acumular conocimiento. Hoy, educar es preparar para un futuro retador y sembrar aptitudes que permitan navegar lo complejo. Por ello, debemos pensar en cómo apoyar a las juventudes para que reciban una formación que incluya el desarrollo de “habilidades verdes” bajo un enfoque integral. Tal como lo plantea el informe Skills for a Greener Future: A Global View de la Organización Internacional del Trabajo, estas habilidades abarcan tanto competencias técnicas como habilidades transferibles.

Las competencias técnicas se refieren a conocimientos específicos como eficiencia energética, gestión de residuos, agricultura sostenible, economía circular, o urbanismo resiliente. Pero igual de importantes —y a veces subestimadas— son las transferibles, es decir, aquellas que pueden aplicarse en distintos contextos laborales y sectores en constante cambio como pensamiento crítico, trabajo en equipo, liderazgo responsable, comunicación, alfabetización digital, gestión del tiempo, investigación y capacidad de adaptación.

No basta con saber de sostenibilidad: hay que aprender a dialogar con sectores distintos, gestionar tensiones, construir acuerdos. En ese equilibrio está la clave de una transición justa y efectiva. En ese sentido, las habilidades blandas o transferibles cobran un valor especial, ya que son el hilo conductor para innovar y coordinar soluciones en entornos cambiantes.

Ahora bien, ningún aprendizaje es suficiente si no se conecta con la realidad. La educación climática debe ser empírica, contextual, conectada con lo local. ¿Cómo inspirar a una persona joven a transformar el mundo si nunca ha sentido que puede transformar su comunidad?

Hay que generar espacios que permitan a las y los jóvenes comprobar que una idea puede convertirse en realidad. La mejor forma de aprendizaje es aquella que invita a imaginar soluciones concretas. A probar, equivocarse, ajustar y volver a intentar. ¿Un ejemplo? Nuestro primer Climatón, un espacio donde jóvenes chiapanecos propusieron soluciones a retos ambientales locales y recibieron acompañamiento para convertir sus ideas en proyectos reales.

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Beneficio y responsabilidad compartida

Repensar en esta habilitación de las juventudes tiene un doble beneficio. No solo contribuye al cuidado ambiental, sino que también abre oportunidades individuales. El Global Green Skills Report 2024 de LinkedIn indica que las personas con habilidades verdes tienen 54.6% más probabilidades de ser contratadas. Es decir, educar para la sostenibilidad también es una estrategia para cerrar brechas sociales y económicas.

Sin embargo, impulsar esta formación exige colaboración multisectorial. Gobiernos, empresas, sociedad civil, instituciones culturales y educativas: todas y todos debemos aportar. No solo por las fortalezas y recursos que cada actor puede brindar, sino porque juntos podemos crear algo más poderoso: redes que conecten a las juventudes con oportunidades reales.

Sembrar conocimiento hoy es la mejor forma de cosechar soluciones para mañana. Y también, de reconocer que la juventud no necesita que hablemos por ella, sino que trabajemos con ella.

*Darren Coyle es director del British Council México. Síguelo en LinkedIn.

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