¿Qué podría hacer la oposición?
Tácticas Parlamentarias

Analista y consultor político. Licenciado en Ciencia Política por el ITAM y maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull en Reino Unido. Es coordinador del Diplomado en Planeación y Operación Legislativa en el ITAM. Twitter: @FernandoDworak

¿Qué podría hacer la oposición?
Foto: Keagan Henman/Unsplash.com

Ante la capacidad de Morena por comunicar un mensaje emotivo y creíble, la oposición enfrenta dos retos: ser creíbles y conectar con un público mayor a sus votos duros. Sin embargo, al ver los spot del PRI, PAN, PRD y MC, pareciera que se trata de una verdadera misión imposible. Cierto, faltan meses antes de las elecciones, y pueden pasar muchas cosas en el inter. Pero una cosa es saber eso y otra muy distinta tener elementos para inferir racionalmente podrían ocurrir.

Pero bueno, reconocer que la oposición está para llorar, no implica darla por muerta. Además, a veces han logrado transmitir muy buenos mensajes. Quiero presentar cuatro ejemplos, tomados de campañas del pasado, para dar pistas sobre cómo podrían recuperar la credibilidad y capacidad de conectar, a través de cuatro acciones: autocrítica, tender puentes, tejer una narrativa y ser auténticos.

Antes de empezar, un disclaimer: algunos ejemplos fueron tomados de las campañas de personas que todavía están gobernando. Eso no significa, ni debería dar a entender, que apoyo o condeno sus gestiones: simplemente reconozco que sus mensajes fueron excelentes; tal y como hice en entregas anteriores con la propaganda de Morena, por más falaz que sea. Dicho esto, comencemos.

Autocrítica

Las respuestas que suelo recibir de políticos opositores cuando les hablo de la necesidad de autocrítica son: “el gobierno es más responsable por lo que está pasando que nosotros”, “olvídalo: no me voy a tirar al suelo”, o “¿y yo porqué si no hice nada malo?” Sin embargo, se trata de un acto básico de honestidad, especialmente ante el hartazgo que los llevó a perder estrepitosamente en 2018.

Hacer autocrítica enviaría la señal de haber entendido el descontento y asumir responsabilidad. En este entorno emotivo, es imposible posicionar una alternativa creíble si no se reconocen errores y omisiones, para rescatar lo que sí se hizo bien. Aunque es casi imposible encontrar políticos tan honestos, en 2015 el hoy gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo, hizo una campaña audaz:

Contexto: un año antes había tenido lugar la tragedia de Ayotzinapa la cual, entre muchos otros efectos, llevó a la renuncia del gobernador, Ángel Aguirre. La campaña de Astudillo giró en torno a temas como la reconciliación y la reconstrucción de la paz. Pero para ser creíble tuvo que iniciar con la autocrítica.

¿Bastará con un mensaje como éste para la oposición en este momento? Lo dudo: necesitarían dar pruebas consistentes de haber asimilado 2018. Una de ellas es reconocer la validez de muchos argumentos de quienes votaron por Morena ese año.

Tender puentes

La oposición estará perdida si cree que basta con mantener su voto duro en 2021. Peor si descalifica a quienes no coinciden con ellos: su techo de crecimiento se mantendría bajo, además de afianzar a quienes simpatizan con el gobierno. Si desean relanzar una alternativa, necesitan reconocer los reclamos y tender puentes.

Aunque es raro encontrar un buen spot del PRD, en 2015 el partido en Jalisco lanzó un video contundente en defensa de minorías en 2015. No solo señaló la estigmatización, sino también les dio un rostro humano a quienes día a día son marginados por sus estilos de vida:

¿Qué pasó después? Lo que sucede habitualmente con el PRD: creen que el éxito inicial es excusa para mezclar otros mensajes, por más contradictorios que sean, diluyendo una idea fuerte.

Tejer una narrativa

Por más criticables que sean los spot de Morena, ofrecen una narrativa sobre qué representan y lo que desean del país. Además, su retórica busca polarizar a la sociedad entre buenos y malos. Si la oposición desea sobrevivir, necesita representar algo, en vez reaccionar a cuanto dice o hace el presidente.

El siguiente reto es tejer una narrativa propia, congruente y alternativa. Especialmente, debe mantenerse en momentos de crisis. Lamentablemente, la mayoría de los políticos de oposición no acaba de darse cuenta qué les pasó encima en 2018, y mucho menos tiene idea sobre manejo de crisis de comunicación.

En mi opinión, el mejor ejemplo de manejo de crisis de comunicación política en México fue este mensaje del entonces candidato a gobernador de Tamaulipas, Francisco Cabeza de Vaca. Contexto: en el cierre de la campaña, el PRI apostó por la guerra sucia, ligándolo con el narcotráfico. Sin perder el aplomo, dio un mensaje breve, claro y conciso. De inicio a fin, es una joya que debe ser estudiada.

¿Tendrá la capacidad el hoy gobernador de presentar un mensaje igual de atractivo durante su juicio de desafuero ante la Cámara de Diputados? ¿Habrá entendido el cambio de emociones públicas de los últimos años? Recordemos que López Obrador casi gana la presidencia en 2006, con un discurso ante el pleno de San Lázaro, también por un juicio de procedencia planeado con los pies.

Autenticidad

La semana pasada circuló en las redes esta foto de José Antonio Meade, a propósito del reporte de la Auditoría Superior de la Federación por la cancelación del NAIM. Aunque pasaron más de dos años, la gente recordó que el excandidato del PRI a la presidencia tuvo razón en su cálculo de los costos de la cancelación del aeropuerto, mientras el presidente decía tener sus “otros datos”.

Esto lleva a una pregunta importante: ¿por qué recordaron esto y nadie tiene presentes a, digamos, el libro y los videos de Ricardo Anaya, que también tienen argumentos válidos y son más recientes? La razón: el mensaje de Meade fue emocionante, y eso tiene que ver con la autenticidad que transmitió.

López Obrador tejió su personaje público a lo largo de décadas, y lo hizo tan bien, que muchos se identifican con él. Eso no significa ni remotamente que quien desee pasar por auténtico deba fotografiarse en puestos de garnachas, o luzca desaliñado: se vería tan artificial como quienes tienen una pinta acartonada, o repiten lugares comunes.

En el tuit, Meade no dejó de parecer lo que es: un tecnócrata muy competente. Pero en lugar de fotografiarse en su estudio, aparece en un escenario informal. Como cualquiera de nosotros, escribe en una servilleta algo que de pronto le viene a la mente, a falta de una hoja. El bigote y la barba eliminaron las bromas sobre su vitiligo, que tanto explotaron quienes hoy se ofenden cuando se le dice Chocoflán al hijo menor del presidente. Lo principal: en vez de hacer un tedioso hilo en Twitter, puso una liga a su perfil de Facebook para quien desease conocer los detalles. En su estilo, encontró la forma para lucir auténtico y quitarle los reflectores al presidente durante dos días en diciembre de 2018.

En fin… veamos qué hacen los partidos de oposición. Por lo pronto, y en lo que inicia la campaña, hablaré en las siguientes semanas sobre estrategias de comunicación en precampaña.

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